La sencillísima clave de Parménides
¿Qué es la sabiduría?
la identidad entre el ser y
el pensar. Que el ser (las cosas, la realidad) es y son igual a lo que se
piensa. Esa es la verdad. ¿Qué es la mentira? Que el ser (las cosas, la
realidad) no es idéntico a lo que se piensa. Así saber es saber lo que las
cosas son de verdad. No saber es pensar que las cosas son lo que no-son.
¿Cuál es la labor de la filosofía?
Pensar lo que las cosas son. (vía de la verdad)
Y se opone a: la verdad de los dioses
antropomorfos y a la verdad de los discursos retóricos humanos (política) porque estos piensan las cosas que no-son.
¿Quiénes son los filósofos?
Reyes-sabios que siguen la vía de la verdad: la
identidad entre ser y pensar. Los que deben tener la soberanía o arché.
Hay que comprender que el gesto filosófico es un
gesto autoritario en Parménides. La diosa a-letheia sin rostro conocido es una
figura abstracta y fantasmagórica de la verdad. La crítica a los dioses
teológicos y a los hombres: esa es la crítica que realiza el gesto filosófico.
Incluso a los pitagóricos, rechazados también en Parménides, que son rechazados
también por retóricos: excluidos de la figura del saber, como los dioses del
olimpo. Una figura del saber tiene un carácter imperativo de seguir una vía y
prohibir otra. En ese gesto hay que notar
1) La analogía de un Parménides instaurando el
programa de la filosofía como los tiranos-sabios: reclamados para que den
leyes: Dar Leyes. Parménides fue convocado para dar leyes en su ciudad. Así,
paralelismo de dar leyes a la ciudad y a la racionalidad es un asunto meta
político.
2) La soberanía es la soberanía de la verdad, no
de los dioses ni de los hombres. La noción de que pensar-ser es un proceso
regido, tramado y vinculado a los mecanismos de la verdad. Hay muchos modos de
verse con lo real hay un solo modo de regir la verdad: pero es la identidad del
ser y el nous-pensar sobre la que se sustenta la filosofía.
Tiene un flanco débil: La crítica de Gorgias. Es
una crítica fácil. Parménides afirma que la realidad se ajuste al pensamiento
es una idea de ser análoga a las leyes de la racionalidad (necesidad, falta de
movimiento), como discurso de la racionalidad. La identificación del logos con
el logos lógico. Leyes lógicas del pensar sobre el ser.
Pero Gorgias lo critica muy bien. El ser no-es, el
ser no pude conocerse, en caso de conocerse no puede trasmisible.
En Parménides el saber es una acción práctica,
como modo de praxis, pues: una elección de vida racional (la vida filosófica)
que es un gesto onto-praxeológico, pues. Vivimos en la racionalidad porque siendo
un modo de vida, es un acontecimiento práctico: porque queremos vivir en ella. Aceptado
esto por ineficaz la crítica sofística pues se trata de una elección, hay una
aporía que en cincuenta años, en el siglo mitad V y principios del IV, se
discuten todas las acciones de la raíz, la arqueología de nuestro mundo.
Aceptando que es un acto soberano de la voluntad
de la verdad, elección pues (vivir según la verdad), sigue pendiente la
cuestión: ¿Quién propone la identidad del ser-pensar? ¿El ser? ¿El pensar?
Si es “el ser” como consecuencia extravagante es
que la realidad es independiente de nuestras percepciones: y “el ser” como
infinitud e inmovilidad que choca con el sentido común. (Zenón) se plantean
unos textos aporéticos (como el de la flecha o del Aquiles y la tortuga) y que
apelan al sentido común. Se plantea como problema de máximos: “la realidad se
impone al pensar”: el imperativo está por lo que las cosas son. Esto choca con
el sentido común, por aprecio al sentido común.
La impresión general es que hay que hacerlo
asimilable a los fenómenos, a la experiencia. Los herederos de la tradición
post-parmenidea son los que apuestan que el ser es lo determinan la identidad:
Anaxágoras, Empédocles, Demócrito. Que el planteamiento de Parménides es ontológico
A fin de que el mundo no sea un disparate, y sea compatible con los fenómenos
lo que se hace es implosionar al ser. No
se trate de que el ser explote y se expanda, sino que el ser entra hacia
dentro. Así lo hace Empédocles. Es difícil saber quién es Empédocles, pues hay
dos Empédocles: hay un Empédocles órfico que implica no saber quién o qué es el
Empédocles llegado aquí. Pues hay un Empédocles post-parmenídeo y hay otro, órfico,
que no. Empédocles es para nosotros una gran interrogación. Para Racionero son
personajes diferentes. El Empédocles post-parmenídeo plantea la prioridad del
planteamiento ontológico: esto es, prioridad al ser. El ser se dice de cuatro
maneras: los elementos (tierra-aire-fuego-aire) y cada elemento es un ser
completo. Les corresponde a los elementos describir al ser y su diferenciación
respeta los elementos de la necesidad, la muerte, la no-muerte. Como
condiciones del ser, y el nous pasivo, procesos estructurales para los
fenómenos: amor y odio. Así hay diferencias, que producen fenómenos pero que no
son engañosos y en términos parmenídeo sí lo son. La mezcla, en la física
jónica, es el instrumento que permite salvar el argumento ontológico y la
subordinación del pensar. Lo que hace la mezcla es que cuando hay amor entre
los elementos hay un bloque: Lo Uno. Cuando hay discordia separación y no hay
realidad ninguna. La realidad que percibimos es la de los tiempos de espera: amor
relativo ni odio total. Así aparecen los fenómenos que debe ser recogidos por
el pensar en su condición unificada, como cuatro formas análogas del ser y
plurificadas, que explican los fenómenos. Este es un tratamiento de la
tradición siciliana (Agrigento). Empédocles, según la tradición, es el padre de
la retórica, dicen, con el fin de contentar a los que criticaban acerbamente
que la idea de que no hay más soberanía que el conocimiento de la verdad y este
conocimiento es quien justifica al conocimiento. Que es circular. Empédocles
debe situarse entre los autores intermedios que quisieron reconciliar
Parménides con la paideia siciliana donde se fraguo la ilustración griega. Pero
el gesto es poco convincentes: En el Empédocles órfico de las purificaciones no
hay fuerzas cosmológicas, no convence a nadie. La dificultad Parménides tiene
que ser resuelta por la implosión del ser, la fragmentación del ser y la
pluralidad. Su libro de las purificaciones es, quizá, el que haga que se le
considere así: en la nueva religión órfica. Si la identidad entre pensar-ser
privilegiar el elemento ontológico consiste en convertir una
pluralidad-multiplicidad combinable con la unidad del ser. Ese es el camino son
los físicos jónicos, con dos tradiciones:
1) Tradición
cualitativa y 2) la cuantitativa.
En 1) Anaxágoras (tradición cualitativa). Fue a
Atenas, amigo de Pericles y condenado por “asebeia” (impiedad) por decir que el
sol y la luna no son dioses: que los dioses no son dioses. Algo típico de los filósofos.
Empédocles implosionan el ser ad infinitum. Los elementos tienen una entidad
cualitativa muy alta para sustituir al ser. Son entidades que se autodefinen y
excluyen de un vaciamiento de significado. Anaxágoras hace explotar al ser,
pero sin darle atribuciones. El ser infinitamente dividido es el conjunto de
partes que lo forman semejantes y análogas porque todas parten de la
participación del ser: eso son las homeomerías. Es el término que Aristóteles
dijo de Anaxágoras: pero Aristóteles de Anaxágoras da gato por liebre: el ser
se dice pluralmente, sin embargo pero traicionado el espíritu al confundir las
partes con lo semejante: Los iguales son partes. La pluralidad no es sino está
tramado con la extensión, al hablar de un pluralismo cualitativo. No sabemos si
el ser es una división del ser en partes, partes iguales (interpretación
aristotélica). Si sabemos habiendo dividido el ser en muchas infinitas unidades
y cualitativamente diferenciadas partes, la jugada de Anaxágoras es que quien
organiza esas partes es el nous. En una prioridad ontológica del ser, el nous
se manifiesta como potencia ontológica. El hombre es una combinación de esas
unidades, somos constituidos por ese nous, que el nous es un atributo del ser.
Una potencia cosmológica. El Nous es propio del ser, un atributo del ser Por lo
tanto el proyecto de la filosofía entendida como ontología se cumple. ¿Cómo se
puede pensar una pluralidad cualitativa que genere por combinación entidades
extensas? ¿Cómo se puede atribuir el
nous a las entidades plurales como proyección de un fenómeno de un combinado
previamente conformado que es el ser humano? En el momento que el nous es
propio del ser la sacralidad ya no está en el dios sino en el nous. Por eso se
le acusó de impiedad. Anaxágoras está rodeado con los sofistas, pero que
sostiene otra cosa: que el arché se encuentra en el nous. Y que solo puede ser
percibido por el hombre y que este se pueda proyectar hacia la pluralidad.
1) La
cuantitativa (Leucipo y Demócrito). En Abdera ofrece una respuesta a la aporía
parmenídea pero que evita las perplejidades. Si se divide el ser hay que dividirlos
cuantitativamente. El ser es una potencia de realidad de la physis: y es un
material y, por tanto, parte extensas. Los átomos al juntarse forman cuerpos.
Platón les critica por cultivar la polimatía (conocimientos variados. Exigían
el conocimiento de medicina, matemáticas para conocer el mundo. Las combinaciones
no son obras del ser o inteligencia del ser. Son combinaciones no teleológicas.
El pensar desaparece de la construcción ontológica y solo es un reconocimiento.
El pensar es un atributo de la subjetividad que permite el reconocimiento de la
estructura general del universo, pero no está organizada por ninguna inteligencia,
sino que es el azar. La necesidad es la repetición del azar y la inteligencia
refluye. Se insiste en que el que pone la identidad es “el ser”.
¿Pero y si pensamos que el responsable de la
identidad es el pensar? En la historia del
pensamiento griego es un momento solemne. Es una torsión fundamental. El ser es
un atributo del pensar. Es lo que se juega en el debate de la ilustración. Los
sofistas dicen que no: que la postura sofista criticar la noción de identidad
de pensar y ser. Y Sócrates recoge el pensar desde el pensar y no desde el ser.
Les recoge el guante y nace Sócrates. No niega la identidad pensar y ser: pero
se pone en el pensar, no en el ser.
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