La contratapa del libro de Teresa Oñate, Viaje a los Inicios de Occidente -interesante relectura del viaje a-crónico, en el aión de los presentes-pasados-futuros sincrónicos-, que describen desde los "hijos de Nietzsche, lo que a dia de hoy nos ocurre, aunque tambien un poco "alucinadamente", bien es cierto, al tener por post-marxistas y post-modernos los tiempos que corren. Ni la época es post-marxista, ni los tiempos post-modernos. Los de la cuerda liberal positivista lo tienen fácil para con Oñate: les fastidia más Marx que estos Nietszcheanos-Heideggerianos de izquierda de buena voluntad como es la maravillosa catedrática de la UNED.
Cada época tiene su tarea. El oficio de pensar cambia en cada
tiempo. Para nosotros, situados al comienzo del siglo XXI, pero con la
experiencia de los hechos acaecidos durante la Segunda Guerra Mundial,
no puede tratarse de otra cosa que la de interrumpir, parar, aquellos
factores profundos que provocaron la barbarie. Nos situamos en un mundo
devastado y explotado hasta el borde de lo letal. Por todas partes. La
voluntad racional y libre de Occidente como protagonista. Debemos
hacernos estas preguntas: ¿ Es ésta la más mitologicas de las
civilizaciones en el Poder? ¿La civilización que ha convertido la
racionalidad de la filosofía en un instrumento de legitimación? Se
trata, nada más, que para la filosofía del siglo XXI - que se sabe
desde Nietszche y Heidegger como filosofía hermeneútica- de interrumpir
la Metafísica y la búsqueda del más allá. Pues en ello preside el
nihilismo determinado por el Capital, de la guerra como libertad
ilimitada del hombre y los metarelatos como legitimadores. Es, en
efecto, porque se están socavando sin limites la racionalidad por todas
partes y en todas las culturas de nuestro planeta. Resulta necesario e
imprescindible, ahora, pararse a reconsiderar cuales son los criterios
que pueden dar cauce a un cambio de orientación, un cambio de rumbo, un
qolpe de timón, que altere desde dentro la continuación de esta
historia. Y es que, sobre todo, la violencia se opera en nombre de la
racionalidad. Una racionalidad desde ya hace mucho tiempo
instrumentalizada hasta el asco. Una retórica de mitos salvadores. Por
tanto, tenemos que volver a descubrir cuales son los criterios de
legitimidad y de racionalidad que nos permitan comprender qué es lo que
tenemos que hacer y con qué sentido. Es por eso por lo que tenemos que
volver a aprender a pensar. Volver a leer nuestras historias, pero con
un nuevo trazo. Advirtiendo las plurales tradiciones interpretativas y
redescubriendo sus sentidos a partir de las raíces: el nacimiento mismo
de nuestra racionalidad y nuestra historia. Aquella que nace en Grecia,
en las azules costas de Mileto.
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