Los tres mejores libros que he leído acerca de la Guerra Civil han sido los que ofrecieron testigos oculares, in situ, al calor de los hechos, de los días, de las pasiones que se arrostraron, desde el bando gubernamental: aventureros, intelectuales y periodistas, especialmente sensibles ante la tragedia y el tremendo valor que campesinos, obreros, gente sumamente pobre, que durante un breve tiempo de sus vidas, luchó, brevemente, aunque con ahínco, con furor, sin experiencia, por un mundo mejor: por otro mundo diferente al que, siglo tras siglo, habían padecido. Estos tres libros son “Vida y Muerte de la República española”, escrita por un periodista británico del Daily Telegraph, Henry Buckley, liberal-católico especialmente sensible por la tremenda lucha que las más humildes, y pobres, de las familias españolas estaban llevando a cabo, sublevándose contra un levantamiento militar orquestado por los generales más reaccionarios del ejército español, las tropas de élites y más fogueadas: el temible ejército del África, compuesto por moros y legionarios. Sobre “Homenaje a Cataluña”, de George Orwell, ya escribí en otra ocasión; y es un testimonio fiel, honesto, sobre la guerra en el frente de Aragón, así como los posteriores hechos acaecidos en Barcelona, donde las fuerzas gubernamentales más derechistas, los comunistas, consiguen el Poder político con el objeto de cortar la revolución que anarquistas y poumistas proponían frente a la política contrarrevolucionaria y frente-populista, de carácter estalinista, pero realista, de organizar un Ejército Popular y eliminar las milicias. Un tercer libro, de carácter de epopeya, son los diarios que escribió Mijail Koltsov, periodista del Pravda, y que publicó en la URSS, siguiendo, día a día, los acontecimientos en España. Todos estos libros han aparecido en España ya sin cortapisas, tres décadas después. El diario de la Guerra de España, publicado inicialmente por Ruedo ibérico, es un libro imprescindible, por la potencia poética de un periodista con tachas de gran novelista, al estilo de los antiguos novelistas; rusos un escritor potente con hechura de novelón que, día a día, va recogiendo la terrible epopeya española. Su llegada a la Barcelona revolucionaria, el paso por el frente de Aragón y su entrevista con Durruti, la toma de pueblos aragoneses, las colectivizaciones, los tiros de fusil; el Madrid de los monos, los frentes del Norte, los derruidos parajes donde la Pasionaria anima en el frente a los inexpertos milicianos; la toma de Talavera, los combates por el Alcázar, donde los sediciosos se han acantonando, tomando a mujeres y niños; y gentes que hacía poco empuñaban el arado, las hoces, las azadas, las herramientas del campo, perdidas, inexpertas, que hacen fuego de fusilería pero que, ateridos, huyen por la carretera, en autobuses, asustados, ante los gritos de los riffeños, expertos en las cabilas: los moros que están con Franco y a Madrid quieren llegar. Las mujeres esperando en las filas de la compra, los niños cogidos en brazos, los fardos, los pañuelos, las caras de desesperación; ese Alcalde de izquierda republicana, de aldea Malpica, pueblo cercano a Santa Olalla, que dice que, en a su pueblo, no pasarán; En Oviedo, en la neblina, los disciplinados mineros socialistas, a fuego de fusilería, tomando, retomando las calles, mientras los muertos, la sangre, densa, negra, húmeda, espesa, dura, en las calles; los Heynkel apareciendo en el cielo, bombardeando sistemáticamente a los obreros asturianos, las casas destruidas, los cascotes, el frio, la lluvia, las alpargatas húmedas en una guerra que, ya en Octubre, empieza a ser larga, demasiado larga, para unos hombres curtidos en las profundidades de las minas y que, generación a generación, han bajado a las oscuridades a perder la vida. Ahora pierden la vida a racimos por algo que sienten que merece la pena. Y Madrid en la lontananza, asediado por aviones alemanes, con la esvástica en sus alas, sufriendo duros bombardeos; toda esa epopeya es narrada por Kolstov con el lirismo poético que solo un escritor ruso puede hacer. Quienes vivieron la revolución española eran sospechosos. Sospechosos de troskismo. Luego vinieron las Purgas: porque la revolución española fue, sentimentalmente, el último lugar donde los idealismos quedaron enterrados. El lugar donde, penosamente, generaciones de jóvenes comprendieron que se podía perder aún teniendo razón. Estos tres libros imprescindibles para conocer la Verdad de nuestra terrible guerra y que tan duras consecuencia acarrearon a miles de españoles que vivieron en el Miedo, en la Mentira, destruidos. Luego volvieron las fiestas de guardar y la negrura; las mantillas, las camisas azules de los falangistas, el borrado, la tergiversación, la escuela nacional-católica, la vuelta a las caciqueas locales, en un régimen pueblerino de sotanas, de Anís, de Sidra el Gaitero, de seres cavernarios que pululaban por los pueblos, a la vez que teniendo el Poder, consiguiendo los ayuntamientos, los planes urbanísticos, las Farmacias, los Estancos. Y el Miedo. El Miedo. El Miedo.
En las cálidas noches valxeritenses, junto a las frescas gargantas durante el estío: No nos hemos sumergido en los profundos y oscuros recovecos del alma humana. Plácidas, cálidas: noches valxeritenses. Bitácora.
martes, 29 de diciembre de 2009
El miedo
lunes, 28 de diciembre de 2009
MENSAJE A LOS GENERALES
Características del mensaje de navidad del Rey 2009: Si el rey es un símbolo (Dicen), al lado, el símbolo del cristianismo, el Belén, en primer plano. Detrás de él, para que de acogida, un árbol de navidad: para que dé sensación que acoge sobre su paternal presencia a todos los españoles. Posterior plano dirigido a los Generales, del Capitán General de las Fuerzas Armadas: Una ventana de futuro en perspectiva, abierta a un jardín verde, al lado de la ventana una bandera rojigualda u otra de Europa, que es la que debéis defender (por su hubiera veleidades republicanas): y una fotografía del príncipe Felipe en su jura de bandera. He aquí, les dice, de quien debéis obedecer órdenes en defensa de” la Constitución” y bajo cuyo mando estáis cuando yo falte, en continuación de la legitimidad del 18 de Julio, cuyo Generalato heredé y que ahora traspaso, después de la reforma política, y que ahora dejaré en manos de mi hijo, si yo falto, el cual, el 11 de octubre de 1985 prestó juramento a la bandera constitucional en el patio de armas de la Academia General Militar de Zaragoza. La ceremonia estuvo presidida por mí, acompañado por el resto de la familia real. Así es que, si yo falto, mi hijo, Felipe de Borbón hereda el Generalato que yo, a su vez, heredé del Generalísimo. Ante tal, les ordeno que cumpláis vuestros Deberes a la Patria bajo las órdenes de mi hijo, tal y como habéis cumplido conmigo y con mi antecesor, y en defensa de tales banderas os encomiendo la defensa. Estas son mis órdenes.
Hagamos un análisis de historia, materialismo dialéctico; del guerrero de la espada, la cota de malla y la cruz, caballeros de la Fe, al burgués; del pequeño- burgués al socialismo utópico, a la conciencia de clase, al proletariado, como nuevo sujeto colectivo capaz de remover la injusticia. Como bien señala: “Un obrero concienzudo de finales del XIX jamás pudo pensar en tener un salario medianamente digno, escuela y sanidad gratuitas, una pensión en caso de accidente o jubilación, vacaciones pagadas o una jornada laboral de cuarenta horas; pero heme aquí que vino Keynes a salvar el capitalismo de entre guerras, para que, después, se crease “el Estado de Bienestar”; y el mundo, como la injusticia, se globalizó. Es que no fue alguna vez la injusticia global de otro modo que éste, generalizada, globalizada. Mientras tanto las fuerzas de la reacción se congregan en las plazas, pidiendo la vuelta de la cristiandad, con una moral que nunca olvidó, ni rechazó, cual ni quiénes fueron los caballeros de la Espada. La espada cristiana “Urbi et Orbe” que se santifica, que se personifica, en la cabeza. La España guerrera se ha reunido hoy en Madrid, después de comprobar alborozada que las armas están por ellos controladas, en su Poder, bajo su alero; y la sucesión preparada. Imagínense que pasaría si en accidente mueren Juan Carlos y Felipe. ¿Qué pasaría?
Por eso va dirigido el mesaje, supuestamente de todos los españoles, a los generales - en especial los reaccionarios del Opus- que es para quien normalmente suele hablar en los mensajes navideños. Si la mayoría de los españoles quitamos la voz a lo que dice, para que el dia de Navidad nos lo pongan hasta en la sopa, los Generales, puntuales, antes de la cena, están pendientes de Su Capitanía, para escucharle y para interpretar los simbolos que usa. Y es que, no lo olvidemos, en este país un General solo acepta órdenes de un mando militar superior. Esa es "la Constitución española" de la que tanto se habla que se dieron los españoles
martes, 22 de diciembre de 2009
El joven Törless
Hoy voy a hablar sobre la complejidad de algunas películas y lo interesantes que son por lo que hacen pensar al espectador. Por eso, voy a hablar, sin poderme extender en demasía, del “Joven Törlles”, una obra maestra del cine europeo, dirigida por VolKer Shlondorff, y basada en un libro de Robert Musil de 1906, titulado “las tribulaciones del joven Törless”. Es en mi opinión una película esencial. En ella nos relata las vicisitudes de unos estudiantes –en especial de Törless- de la alta burguesía alemana en aquellos horridos, fríos e inhóspitas instituciones educativas alemanas que darán lugar al Nazismo, donde se fundamentará lo racional de lo irracional. Hay épocas de la historia que son de interés fundamental; épocas interesantes del vivir en las que son preferibles no experimentar. Que surja esta película en aquello que se llamó cine alemán es del todo coherente, siendo este un film clave; hemos de recordar, además, que este es un autor de otro de los films imprescindibles del siglo XX, como“el tambor de Hojalata”, adaptación de la novela de Günter Grass. La pregunta es ¿cómo se llegó al Nazismo desde la racionalidad? ¿Cómo se llegó a la irracionalidad desde instituciones donde se estudiaba la racionalidad de la cultura occidental, en un país donde se encontraban las filosofías más potentes del XIX, conocidas como “el idealismo alemán”?. Como aquellas novelas de Herman Hesse, “bajo las ruedas” o “Demian”, que con una u otras interpretaciones más o menos críticas, no desvirtúan la labor introspectiva que los alemanes realizaron de su pasado y que dio lugar a una de las crisis brutal que, visto desde hoy, tratamos de comprender de alguna manera. Puedo traer a colación aquí ese Proemio exquisito que escribió Ayala en “la cabeza del cordero”, de un hombre que con una lucidez extraordinaria, insuperable, escribía sobre los tiempos que le había tocado vivir. El Joven Törless es una extraordinaria muestra de la sinrazón; y que el realizador, mediante la puesta en escena, primera, nos ofrece una explicación edípica, freudiana, de la juventud burguesa alemana. El plano corto con el que ahoga a los personajes, hijo y madre, en la separación; y el plano del tren que se marcha, con el rostro materno desapareciendo por la izquierda. Toda una declaración de intenciones de una burguesía y de una juventud, la alemana, que se educa en unos colegios infames. La fotografía que destaca el frío horrible de la campiña, con esas mujeres calentados en fuegos, imágenes que se repetirán en “el tambor de hojalata”; y el joven Törless advirtiendo el mundo, la realidad, en el paseo que le lleva al caserón colegial donde va a ser educado, militarmente, y en el que se esconde, dentro de la racionalidad, un ejercicio de la violencia brutal. Racionalismo, irracionalismo, educación opresora y ambiente campesino donde se ubica en colegio. El joven Törless es espectador; pero el hallazgo formal, básico, con el que admiramos esta película se encuentra en las reflexiones internas que va realizando el protagonista sobre la realidad que percibe, usando para ello el lenguaje de la cámara, sin el cual el Cine no es Cine. Ciertamente, el Jóven Törless es un joven reflexivo que analiza los hechos, participando, reflexionando sobre ellos, pero si tomar partido moral en la violencia. Eso se le ha achacado y con razón: pero no estamos en esas disquisiciones morales, sino más bien, en la reflexión sobre como el nazismo toma cuerpo en aquellas instituciones, donde el futuro que espera a aquellos jóvenes ya sabemos cuál fue. La respuesta del profesor, al cual acude Törlles, que trata de comprender, e ir mucho más allá, de la explicación en los números racionales -¿Cómo es posible, se pregunta, que sobre los números racionales, se construyan puentes?- y, perplejo, el profesor le dice: “Todo es sentimiento, también las matemáticas”; para encadenar con un acto de violencia ejercida sobre un alumno, en lo que va a ser el acto de degradación humana al que posteriormente llegará el nazismo. También hay reflexiones sobre el Poder, y la degradación al que el ser Humano puede someter a otro, inhumanizandolo, cosificándolo, en base al Poder, a la naturaleza del Poder; y eso no se hace desde el Estado, tan solo, sino en las más mínimas relaciones; ambiente moral Nietzscheano, en una educación atroz, donde lo racional y lo racional es experimentado por jóvenes que hablan de cosas impensables a día de hoy: como el de elevarse, de tal modo, sobre la compasión: “un despilfarro de fuerza vital: mataré en mi esos sentimientos superfluos”. Jóvenes instruidos por instituciones que no les dan respuestas. Análisis de la degradación humana. Un fuera de campo prodigioso, mientras pegan a Basini, mientras Törless admira por un cristal, donde se reflejan sus ojos.
sábado, 19 de diciembre de 2009
Sobre Cine
jueves, 17 de diciembre de 2009
Sobre Verdad y Mentira en sentido Extramoral y el Anticristo. De Friedrich Nietzsche
La filosofía como arte de la declamación y como arte del pensamiento y la lectura.
Nota: Es difícil extraer todo el jugo de estos dos libros de Nietzsche. El primero del que hablo puede servir de una buena introducción y está publicado por la editorial Tecnos; el segundo es toda una joya; y de hecho es de los mi preferidos de la obra de Nietzsche; una lectura recomendable para toda persona que quiera tener una cultura media. Ambos libros poseen muy pocas páginas, y se puede leer en voz alta, con ímpetu, con vehemencia, como un orador en una tribuna exhortando a los fieles; más adelante , en otro texto, les diré como se lee un libro de filosofía, como debe ser su cadencia; porque cada libro de filosofía tiene que tener una cadencia. Un ritmo de lectura. Nietzsche se lee como un predicador que declama. Leer filosofía puede llegar a ser un placer: la clave es el ritmo. Las pausas, los tiempos. A Nietzche se le lee como si de un orador se tratase. No es tanto adentrarse en los conceptos últimos, sino en el ritmo y cadencia, de tal modo que nos envuelva, que nos embriague. Prueben a leer ¿Qué es filosofía? de Ortega por ejemplo, con una cadencia lenta. Verán como cosas que creen que no entienden, de repente, se entiende.
Mi interés sobre los asuntos filosóficos surgen de lejos; por diferentes avatares tome direcciones diferentes a la misma, estudiando materias económicas, sociales, políticas y jurídicas. Pero hube de observar que quedaban todas estas materias en el aire. Llegué a la conclusión de que todas ellas debían sostenerse por más importantes cuestiones. Que estaban sostenidas todas aquellas materias por un edificio de fácil derrumbe; eso me llevó a los vericuetos de la filosofía. Porque, en último término los grandes problemas a los que reduce toda conversación son, para mí cuatro: “La Verdad”, “La Razón”, “Bien y mal” y la “Libertad”. Hube de darme cuenta que, al final, todas las preguntas que me planteaba llevaban a esos cuatro elementos; en cualquier conversación que escuchaba, fuese del nivel que fuese, veían que esos eran los problemas esenciales. Es por ellos que, disponiendo de mi “Otium”, de ocio, me di a la filosofía por puro placer. Hoy voy a hablar de dos libros para mí importantes, a tal punto que fueron los que me introdujeron en la filosofía de Nietzsche. El primer texto, “Verdad y mentira en sentido Extra moral” hace referencia al joven Nietzsche y el segundo, el “Anticristo”, al Nietzsche tardío. Y es que Nietzsche, como buscador, como viajero filosófico, inicia su andadura en la búsqueda moral de la genealogía (el gen, el germen) de “la Verdad”; esto es: sobre cuáles son, en último término, las raíces de los juicios de valor que él veían en la sociedad de su tiempo. Lo que observamos en Nietzsche es que él percibe toda la realidad como una gran Mentira; ¿Cómo se forma esa gran Mentira? En verdad y mentira en sentido extra moral inicia tal genealogía: y lo encuentra en el lenguaje. Un lenguaje creado no por el pacto social, sino por en “el hombre imaginario”. Un hombre capaz de crear imágenes y metáforas; y como es obvio, acude a la vieja tradición: la griega, como modeladores del pensamiento. Más tarde observara que de las dos grandes tradiciones griegas, con el tiempo, la que se impone es la de Apolo, la de la razón, como fantástico creador de conceptos lingüísticos. Así, nos dice: “¿Qué es entonces la verdad?”. Y responde: “metáforas”. Concepciones inventadas. Ahora vamos, rápidamente, a la idea de Dios. La idea de Dios surge del propio pensamiento griego. La filosofía no se pude andar con zarandajas: tiene que plantear todas las hipótesis posibles. René Descartes realiza la mayor revolución de la historia del pensamiento, y que trae al hombre al “mundo moderno”. Como dicen, apaga el televisor medieval. Plantea como hipótesis algo que para entonces es inconcebible: plantea la Duda de la Existencia de Dios. De la Existencia de Todo. Para Nietzsche la idea de Dios es una creación imaginaria del propio hombre, una genealogía de la voluntad de Poder. ¿Qué es bueno?, se pregunta. Y Responde: Todo lo que eleva el sentimiento de Poder. Y acusa al cristianismo, como una Verdad de Poder. Solo hombres superiores pueden demoler toda la gran mentira sobre la que se asienta. Hombres Superiores, que han de coger el mazo, y demoler todo el edificio de la mentira por el cristianismo, que es una religión de la compasión. Fíjense lo que dice Nietzsche el en Anticristo: “El espíritu puro es la mentira pura… Mientras el sacerdote, ese negador, ese calumniador, envenenador profesional de la vida siga siendo una especie superior de hombre, no habrá respuesta a la pregunta ¿Qué es la verdad?”. Qué considera Nietsche que es la Fe. Y nos dice: Una actitud retorcida y deshonesta; cerrar los ojos, una vez por todas, frente a sí mismo para no sufrir del aspecto de una falsedad incurable. Dense cuenta que esto lo escribe en 1889. El Anticristo es una maldición sobre el cristianismo. Se hace precisa una transvaloración. Un cambio de Valores: porque todo el cristianismo se asienta sobre una Mentira del lenguaje, por pura voluntad de Poder. Ya no es plantearse la Duda sobre la Existencia de Dios: Es directamente aniquilarle, al significar una propia mentira: una metáfora del lenguaje. Todo ello por un motivo: la filosofía se encuentra corrompida por la sangre de los Teólogos. Y exclama: “Cuando uno tiene tareas sagradas, como por ejemplo, las de mejorar, salvar, redimir a los hombres, cuando uno lleva en su pecho la divinidad, cuando es imperativo de los valores trasmundanos, está ya, con tal misión, fuera de todas la valoraciones –incluso está ya santificado por la tarea ¡Incluso es ya un tipo de un orden superior!...!Que le importa a un sacerdote la Ciencia!!Él está demasiado alto para eso- ¡Y el sacerdote ha dominado hasta ahora! ¡Él ha definido el concepto de lo “verdadero” y de ”no verdadero”. No infravaloremos a los espíritus libres, afirma; el concepto de lo que debe ser verdad, de lo que debe ser el servicio a la verdad: todo “tú debes” hasta ahora ha estado dirigido contra nosotros. Contra los espíritus libres. Es difícil extraer todo el jugo de estos dos libros de Nietzsche. El primero del que hablo puede servir de una buena introducción y está publicado por la editorial Tecnos; el segundo es toda una joya; y de hecho es de los mi preferidos de la obra de Nietzsche; una lectura recomendable para toda persona que quiera tener una cultura media. Ambos libros poseen muy pocas páginas, y se puede leer en voz alta, con ímpetu, con vehemencia, como un orador en una tribuna exhortando a los fieles; más adelante les diré como se lee un libro de filosofía, como debe ser su cadencia; porque cada libro de filosofía tiene que tener una cadencia. Un ritmo de lectura. Nietzsche se lee como un predicador que declama
miércoles, 16 de diciembre de 2009
Machado: "Poesías Completas" y "Juan de Mairena"
lunes, 14 de diciembre de 2009
Lecturas: “los demonios familiares de Franco”, de Manuel Vázquez Vázquez Montalbán. Y “Hombres representativos”, de Emerson.
En numerosas ocasiones he afirmado que en este país existe miedo a la libertad política. Hay materias que se presentan como tabú; y cuando se habla de ellas se hace con un determinado miedo, que nos acosa. Solo hace falta leer los periódicos, o las televisiones, para darse cuenta de un determinado miedo a la libertad política que nos asola. ¿Qué se entiende por libertad política? Pues nada más que en las luchas por el Poder los ciudadanos tengan algo que decir. Pero en ellas apetece en mayor medida el silencio o el anonimato en la expresión de las ideas que tratan de construir convivencia; y no en esa aberración que se está convirtiendo la participación en los foros de internet o en las entradas y comentarios a las noticias, que están convirtiendo al opinión en un viejo casino castizo. por ciudadanía entiendo gentes formadas, gentes leídas, gentes con capacidad para opinar y para decir, compuestas por personas con ánimo de decir verdad; gentes habilitadas por una educación pública, tal y como supieron verlo en su día aquellos krausistas, aquellos regeneracionistas, aquellos anarquistas cultos (muchas veces se olvida que había anarquistas muy pero que muy cultos). Pero eso es tan difícil que los ánimos se encrespan de modo muy peculiar. Algunas veces pensamos que España es una república bananera. Efectivamente, no solo es que creó el modelo de lo que son repúblicas bananeras, sino que además lo exportó a Hispanoamérica. Leer “Muertes de perro”, de Francisco Ayala, es un ejemplo de cómo funciona ya no solo las repúblicas bananeras, si no el propio egoísmo humano, la codicia y la envidia. En fin, unas pasiones dolorosas; y en el aspecto de la política española la cosa es para echarse a llorar, por pura desesperanza ante la belleza que significa el bien, la convivencia, el debate, la alegría, y el pesimismo que significa observar los comportamientos humanos, capaces de llevar a las intransigencias, a la radicalización de las posturas, ante unos principios que consideramos inamovibles, y por los que se estaría dispuesto a lo peor. Pero los intereses son tantos, y la forma de ver el mundo de unos, trata de imponerse a otros, con todo el ejercicio de la fuerza que sea posible. Estoy firmemente convencido que solo con el diálogo entre personas de veras liberales –discretos, en la forma a como señalaba Cervantes; o virtuosos, en la tradición griega- se podría lograr el fenómeno del acuerdo. Y no deben confundir “el acuerdo”, con “el consenso”; quienes acuerdan lo hacen por beneficio de todos y en ejercicio de la libertad; quienes consensuan quieren la paz, al modo a como quieren la paz los intransigentes, como un pacto de no agresión. El consenso es un pacto entre intransigentes, con el objeto de salvar los muebles. Con el objeto de copar cada cual su cuota del pastel en la tarta del Poder. La toma de postura liberal, en este país, es la toma de postura del pardillo. Sin lugar a duda Emerson en este país hubiera sido un pardillo; y Ayala, con lucidez, lo advierte en esa sin par ficción que ejemplifica muertes de Perro. El núcleo central, en mi opinión, de la historia política española, y que lleva a la intransigencia, reside en un hecho incontestable que asoló la convivencia, el 17 de Julio de 1936. Aquellos días un generalato decidió sublevarse, haciéndose árbitro de la política nacional, tal y como en la política española había sucedido cada vez que se les antojaban. Esa fecha destruye todo lo que en política puede tener de bello como constructor de la convivencia. Los principios liberales de Thomas Payne, revolucionario en Inglaterra y en Norteamerica, se tiran por el retrete; como esos hombres representativos que nos refirió Emerson, para hacer posible un régimen donde la Libertad sea el eje; pero Spain is different. Ese modelo de hombres representativos solo tuvo lugar en un paralelo, donde se vio emerger un régimen que abogaba por la Libertad; pero que nació acosado en todas direcciones; y lo que surgió fue un conflicto fratricida que trajo consigo una larga y peculiar dictadura. Uno de los libros que he leído últimamente ha sido el de “Los demonios familiares de Franco”, escrito por M. Vázquez Montalbán. En él se recogen los elementos de la configuración ideológica del régimen político surgido tras del conflicto bélico español; un régimen que no guarda absolutamente ninguna correlación de lo que significa una postura emersoniana. Fue un régimen peculiar, donde el uso del lenguaje se utilizó como una neolengua. Al principio Vázquez Montalbán comienza una parte expositiva, que titula Fascismo y Franquismo; de vez en cuando va incorporando citas textuales de discursos, opiniones, entrevistas, del General Franco; hasta, por último, dejar que estas sean solo el núcleo del discurso, para dejar mudo al comentarista y, por ende, al lector. El efecto producido es abrumador y triste; sumamente triste; tan triste como puede ser leer “los demonios familiares de Franco” justamente después haber leído “los hombres representativos” de Emerson. La mitad del siglo XX España vivió en aquel régimen político que mantuvo una ideología peculiarísima, y sin parangón en el mundo civilizado; tan sumamente fea y horrida; oscura y gris, que si comparamos a la luz que puede ofrecer la lectura de un Emerson, junto a las citas de la ideología franquista, produce el efecto de las luces que advierten los esclavos platónicos a la luz de las cavernas. Emerson es la luz. No diré que es la caverna; pero sobre la caverna se montó el chiringuito, todo con la ayuda de Kissinguer, el país de Emerson.
domingo, 13 de diciembre de 2009
"Orwell en España"
Si hay algo que se puede decir sobre George Orwell es que era una buena persona. Decir eso sin conocerle parece algo exagerado; a George Orwell, pseudónimo de Eric Blair, se le conoce por sus escritos. Detrás de sus letras late un ser humano especialmente sensible ante la injusticia, la mentira, la tergiversación, el uso torticero de la verdad, y el dolor por un mundo tremendamente injusto. La lectura de George Orwell y, en especial, todo lo escrito sobre la Guerra Civil española se hacen totalmente imprescindibles para el lector español. Interesadamente se habla de olvido: de no recordar, de mirar hacia delante,de cicatrices que se abren . Todo ello se hace por un solo motivo: aquellas cicatrices no están cerradas, por mucho que quieran convencernos de lo contrario. Se quiere justificar un régimen de Poder institucionalizado. Todo sea porque el objeto de la desmemoria consista en que no se sepa: tapar, encubrir, justificar y legitimar. Orwell fue un apóstata de comunismo estalinista, porque era una persona, a la vez que liberal, muy sensible ante la injusticia de este mundo. Un mundo compuesto en su mayoría por pobres y, en su mayoría, por seres sojuzgados. Si algo aportó en mí la lectura de Orwell es España fue la indudable disposición ante la mentira oficial; ante el uso de la mentira sobre lo que ocurría y la rebelión a la verdad. Si algo dolía a Orwell era la institucionalización de la mentira. Por eso comprobamos como la experiencia española influyó en Orwell para escribir, posteriormente, 1984, con su “Ministerio de la Verdad”, que en verdad es un “Ministerio de la Mentira”. Algo que sublevaba a Orwell y con lo que me siento identificado. Lo que molestaba a Orwell sobre todo era la mentira, repito; sobre cómo se montaban unos hechos, para hacerlos creíbles, y desde el Poder político ser usado como anzuelo de justificaciones, asesinatos y legitimaciones. En definitivas cuentas: recomiendo la lectura de “Orwell eN España”, ya no tanto por el descubrimiento de la verdad, si no por el humanismo y la bondad que muestra George Orwell; y por su estilo, que le convierten en uno de los mejores autores del siglo XX. Aunque reconozca la valiosa e inestimables obras más célebres de Orwell, son estos escritos sobre las experiencias españolas las que prefiera. Y es que, en España, se institucionalizó un régimen de la mentira, y que precisamente Orwell lo descubriera en España no es baladí –aunque fuera en la zona en la que luchó fuera la antifranquista ,representó lo que fue todo el entramado de aquellos años luctuosos y trágicos-. Que en tierra de Cervantes se institucionalice la mentira es algo que no debemos dejar de olvidar; y descubrir a Orwell. Bien puede decirse de él que era un hombre discreto, en una de las mejores experiencias lectoras que podemos tener. Orwell se convierte en un autor imprescindible, y “Orwell en España” una lectura obligada a toda persona que quiera tener una cultura necesaria. Editorial Tusquets edita en la colección Fábula., y su precio 11 Euros. En ella explica la esperiencia de Orwell en las trincheras españolas. Porque Orwell no vino a España, tan solo, como otros escritores, a asistir a la charlotada española: sino que vivió seis meses en las trincheras del frente de Aragón y recibió un tiro que le atravesó la garganta; pero es, sin duda, su evolución política antiestalinista - por supuesto, antifranquista- y anti-totalitaria, la que puede ofrecernos importantes enseñanzas a como las Mentiras Oficiales son las más odiosas de las injusticias que se dan en el mundo. Como nos decía Ortega, la falta de hombres veraces es lo que más le atenazaba. Orwell no solo era un hombre veraz; era mucho más: era un hombre bueno, sensible, directo, y claro. Pocas veces se pueden leer páginas más honestas como las que se leen en este libro.Esta recopilación sobre cartas y publicaciones en periódicos recoge un inestimable documento sobre la guerra civil española, con la posibilidad de contrastar la obra literaria (libro de viajes, reportaje periodístico, libro de aventuras) que se plasma en Homenaje a Cataluña, donde se muestra el ambiente de la Barcelona Revolucionaria, así como los hechos que Orwell vivió in situ sobre el conflicto entre comunistas estalinistas y el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) de orígenes troskistas, así como el papel que desempeñaron anarquistas en aquellos sucesos de Mayo de 1937. Todo ello unido el relato con las cartas privadas y publicaciones, que nos hace ver en Orwell un testigo ocular de los hechos; y no un testigo cualquiera: sino la de un autentico miliciano del POUM –como de veras es Orwell- defendiendo el cuartel Lenin. Vemos como Orwell va cambiando su punto de vista al tanto de lo que pensaba que ocurría en España.”Sabía que había una Guerra, pero no sabía de qué clase”. El aspecto que ofrece un interés superlativo este libro es por el estilo Orwelliano: la elaboración de las frases, las sentencias, las afirmaciones, la forma de presentar las opiniones, los párrafos que nos muestran algo esencial para el reportaje: el claro afán de honestidad. En seguida nos damos cuenta que aquel que escribe es, esencialmente, un hombre honesto; un hombre que, ante todo, quiere decir verdad; e incluso nos previene, poniendo en tela de juicio sus propias percepciones. “Si me hubieran preguntado para qué me había hecho miliciano habría respondido: “para luchar contra el fascismo”, y si me hubieran preguntado por qué, habría respondido: “Por simple honradez””. Cuando Orwell llega a España se da cuenta que todo aquello era más complejo: España es una epidemia de iniciales y sindicatos, con siglas incomprensibles para él. PSUC, POUM, FAI, CNT, UGT, JCI, JSU,AIT. Orwell se da cuenta que lo que se publica en la prensa de su país, y lo que él ve por sus propios ojos es totalmente diferente. Y todo el libro se constituye en una alegato impresdindible para la calidad humana, para la bondad humana y para la justicia social y política : la verdad, el afán de honestidad. Repitámoslo. Sin ella todo está perdido. Todas las revoluciones. Orwell se alista a las milicias del POUM por un mero azar, en base a que tiene papeles del ILP. Se da cuenta que, por ese mero azar, pertenecer al POUM o al PSUC puede haber una diferencia que va de la vida a la muerte. “¿Es que no somos todos socialistas?” se pregunta. Y él, que se encuentra perdido en los hechos que vive, sin entenderlos, trata de descifrarlos como solamente un espíritu liberal es capaz de hacer. Posteriormente el libro de Orwell se publicó en la España franquista, expurgando de ella todo lo referente a la veracidad de los hechos, con el objeto de ofrecer una propia verdad oficial del propio régimen franquista; pero leyendo la versión original, de la cual obtenemos esta edición de Tusquets, no podemos dejar de ver una honestidad tan grande, una bondad tan extraordinaria, una necesidad imperiosa por decir verdad, que a espíritus liberales significan: “…Cuando Franco quiso derrocar un gobierno de izquierdas moderado, el pueblo español, contra todo pronóstico, se levantó contra él. Parecía que las tornas estaban cambiando, y posiblemente fuera así. Pero hubo unos detalles que escaparon a la atención general. En primer lugar, no se podía equiparar matemáticamente a Franco con Hitler y Mussolini. Su insurrección fue un levantamiento militar apoyado por la nobleza y la Iglesia católica, y en términos generales, sobre todo al principio, fue un intento no tanto de imponer el fascismo como de restaurar el feudalismo”
jueves, 10 de diciembre de 2009
"Discursos políticos", de Ortega
miércoles, 9 de diciembre de 2009
"La destrucción de la democracia en España", de Paul Preston
Inicio hoy una serie de comentarios sobre los libros que he leído o voy leyendo, con el objeto de ir haciendo una especie de ficha sobre tales lecturas. Y de lo que tales me han revelado en determinado momento. Por regla general suelo releer los libros, en la medida de lo posible. Con nuevas lecturas, como a la mayoría de las personas, advierto otras interpretaciones. Por eso hago de ellos nuevas relecturas, de acuerdo a los conocimientos previos y añadidos posteriores. Voy a empezar, por empezar por alguno, con “la destrucción de la democracia en España”, de Paul Preston. Escribió Preston este libro durante la transición a la democracia. Apareció en España mundo editorial en 1971. No fue el primer libro sobre la política española durante la década de 1930 que había leído. Antes leí la obra de Gabriel Jackson “República y Guerra Civil española” y la obra de Thomas, a la que haré referencia en otras anotaciones; aunque señalaré a éstas como entretenidas, pero inmaturas, en especial la de Jackson. También había leído el propio monográfico de Preston, posterior al libro que tratamos, y otro de Raymond Carr, titulado como “la tragedia española”. Así como la biografía de Azaña escrita por Santos Juliá. Todos de muy buen nivel y erudición. También he leído los libros de Pío Moa, los “mitos de la Guerra Civil”, el libro de la Cierva, y “la guerra que ganó Franco”, de César Vidal, todos ellos legitimistas del 18 de Julio y ninguno de ellos historiador licenciado y doctorado como tal, por más que en las solapas de alguno de sus libros se declaren como tal, sus tesis no son conocidas ni publicadas en Universidad española pública conocida. En especial de la obra de Preston destacaré que con ella llegué a comprender uno de los asuntos que quedaban en el aire y menos llegaba a comprender; en especial el periodo de tiempo que va desde las elecciones de noviembre de 1933 hasta la fatídica fecha de octubre de 1934. Para mí ese lapso de tiempo era de singular importancia y que no había quedado lo suficientemente aclarada. Debo decir que suelo leer entre líneas y que siempre pongo en tela de juicio opinión del historiador para hacerme una composición de lugar, al tanto de la propia ideología política del mismo; y es que aunque en mí mismo suelo también ponerla en tela de juicio, trato de extraer mi experiencia en el trato de las personas y las cosas humanas, como ha sido mis cinco años haciendo selección de personal. Ese periodo de tiempo es esencial, pues es el momento donde la politización de la vida republicana llega al momento de ser insostenible; es el momento cuando las bases socialistas optan por Largo Caballero para la dirección de partido e Indalecio Prieto y Julián Besteiro salen derrotados. De singular importancia es ese periodo por varios motivos, pero en especial por “la huelga del campo” para la cosecha del verano de 1934 los antagonismos de clase en el mundo rural se convierten en insoportables; durante ese periodo de tiempo accede al gobierno el recién organizado partido de las derechas legalistas, denominado CEDA, y organizado con la estructura regional, diocesana y local con la que se estructura la Iglesia. Uno de los motivos que solía quedar en el alero es el porqué Indalecio Prieto colabora en el contrabando de armas en el estallido revolucionario de Octubre de 1934; algo que no concuerda con la personalidad de Prieto. ¿Qué motivos llevan a las izquierdas al alzamiento de 1934? Era la pregunta que me hacía ¿Porque las bases socialistas advierten que es el momento revolucionario? ¿Qué hacía insostenible la posibilidad de entendimiento? El periodo al que hago referencia es trascendental. La CEDA tiene en sus manos el aparato del Estado. ¿Cuál es su comportamiento político durante ese periodo? ¿Cómo ejerce su influencia en el gobierno para contrarrestar la huelga del campo? Muy posiblemente ese sea el momento clave de la impolítica que lleva al conflicto civil del todo ya puesto de manifiesto; la presión de las bases del PSOE por la opción caballerista ante la, sin aparente duda, postura de las derechas católicas de “rectificar la república”, legalista, desde el aparato del Estado, con influencia en un gobierno de coalición Lerroux –que nunca tuvo un claro programa de gobierno, como si lo tenía claro la CEDA: la rectificación y anulación de todas y cada uno de las disposiciones del bienio anterior, con el objeto de desplazar del Poder a las izquierdas, en base a un estado corporativo-; sin lugar a dudas lo que más prisa corría es la rectificación del art. 26, en especial por la materia de educación, que seguramente sea la que más le preocupe; pero para ello la CEDA no tiene la representación política y la fuerza legal para conseguirlo. Aún así opta por el obstruccionismo en todas y cada una de las legislaciones republicanas puestas en marcha y paradas desde que la CEDA entra en el gobierno. El uso de las fuerzas del orden público durante la conflictividad durante la huelga del campo para la cosecha de 1934, es el detonante que explica –que no justifica- la decisión de las fuerzas obreras revolucionarias; y que incluso un hombre como Prieto participe en ello. Es difícil resumir en una reseña tan corta los comportamientos; pero quede anotado que con este libro de Preston, así como las publicaciones diarias que pueden encontrarse en la red puede llegar uno a la idea del comportamiento de todos puestos en juego. En definitiva: la “destrucción de la democracia en España” ha sido uno de los libros donde mejor he comprendido ese momento histórico, así como las fuerzas políticas y sociales que se mantuvieron en ese periodo que va desde noviembre de 1933 hasta octubre de 1934. Aunque el libro trata con mayor amplitud en el juego que entre la CEDA y PSOE se mantuvo durante todo el periodo republicano como desencadenante del conflicto, al ser los dos partidos que mejor podían organizar a sus masas, al tener una estructura territorial y local. En ese aspecto creo que, efectivamente, así puede ser, pero hay que tener en cuenta que el propio conflicto entre los sindicatos de la UGT y la CNT lleva a la radicalización de las juventudes del PSOE en ese periodo, en una lucha por la afiliación, en unas bases cada vez más radicalizadas en contraposición a unas derechas a su vez más radicalizadas y contrapuestas a la vida republicana. La obra incide en todos estos aspectos pero nada entra en las ideas de Unión Republicana, demócratas liberales de carácter laicista, porque muy posiblemente estos poco podían hacer en la radicalización política a las que estaban llegando socialistas y católicos. Sin duda el magma político español era aún mucho más complejo que el que expresa Preston, pero aún así, es uno de los mejores libros sobre la política durante la II república.