Alianza Editorial
“Terminó: las bocas se abrieron solas; las voces amarillas y
negras hablaban aún de nuestro humanismo, pero era para reprocharnos nuestra
humanidad”
“¿Cómo? ¿Hablaban solos?
“El sistema funciona en base a la sobreexplotación”
Prólogo a “Los condenados de la Tierra” de Fratz Fannon
Este volumen representa una
muestra muy representativa de escritos políticos de Jean Paul Sartre, publicados
como artículos en revistas como Les Temps Modernes o similares Algunos de ellos
pueden ser considerados como obras maestras, en los que destacaría “El
colonialismo es un sistema” (pág. 23), “Retrato del colonizado” (Pág. 39.), o
el prólogo a “Los condenados de la Tierra, de Frantz Fannon (pág. 69), así como
escritos muy importantes sobre el tribunal Russell y la condena de la
intervención de Estados Unidos en Vietnam, el problema palestino y unos
escritos sobre España, “El fin de la esperanza” y “el proceso de Burgos”. En
fin, todos estos textos son una prueba de la calidad literaria de los escritos
sartrianos, así como de la firmeza y compromiso político de su pensamiento. Muy
crítico para con la burguesía y la hipocresía de la clase media, justificadora
de asesinatos horrendos, y que tuercen el gesto ante las barbaridades que sobre
la tierra se ejercen para fundamentar su bienestar, todos estos escritos son
una bofetada. Sartre es un intelectual comprometido que no es ajeno a lo que
ocurre en el mundo: de hecho, Sartre encarnará el papel de intelectual cuya
función será ese “pensar el presente” del que hablaba Hegel, porque la libertad
y la responsabilidad son fundamentales en cada persona: más si cabe en el
intelectual comprometido; la injusticia es deber inexcusable de ser conocida y
de ser denunciada, y los que más saben, sus epígonos. De ahí el “Tribunal
Russell” para denunciar los crímenes de guerra cometidos por EEUU; o su
análisis del colonialismo y la brutal y descarada acción de las burguesías occidentales
sobre la población de países del entonces llamado “tercer mundo”. El “tercer
mundo” era el lugar donde se estaban desarrollando las guerras calientes dentro
de la guerra fría: Latinoamérica, África, el mundo árabe, Asia, por intereses espureos
económicos. Y la escritura de Sartre es una escritura de denuncia. “No hace mucho tiempo, la tierra contaba con
dos mil millones de habitantes, o sea, quinientos millones de hombres y mil
quinientos millones de indígenas. Los primeros disponían el Verbo, y los otros
lo tomaban prestado. Entre ellos y unos servían uno reyezuelos vendidos, una
falsa burguesía compuesta de pies a cabeza. En las colonias la verdad se
mostraba al desnudo; las metrópolis las preferían vestidas; necesitaban que el
indígena les amase. En cierto modo, como unas madres. La élite europea se
dedicó a crear el indígena de élite; se elegía a unos adolescentes, se les
gravaba en la frente, con hierro candente, los principios de la cultura
occidental y se les metían en la boca mordazas sonoras, grandes palabras
pastosas que se les pegaban a los dientes; después de una breve permanencia en
la metrópoli, se les devolvía a su país falsificados. Esas mentiras vivientes
no tenían nada que decir a sus hermanos; resonaban, de París, de Londres o de Ámsterdam
lanzábamos las palabras ¡Partenón!!Fraternidad! y, en algún lugar de África se
abrían: “…tenón””…nidad”. Era la edad de oro”; “A los administradores
coloniales no se les paga para que lean a Hegel, de modo que lo leen muy poco,
pero tienen necesidad de ese filósofo para saber que las conciencias
desdichadas se enredan en sus contradicciones.”
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