miércoles, 12 de noviembre de 2014

PRESOCRÁTICOS VII. CLASES DE QUINTIN RACIONERO




La sencillísima clave de Parménides

¿Qué es la sabiduría? 
la identidad entre el ser y el pensar. Que el ser (las cosas, la realidad) es y son igual a lo que se piensa. Esa es la verdad. ¿Qué es la mentira? Que el ser (las cosas, la realidad) no es idéntico a lo que se piensa. Así saber es saber lo que las cosas son de verdad. No saber es pensar que las cosas son lo que no-son.

¿Cuál es la labor de la filosofía?

Pensar lo que las cosas son. (vía de la verdad)

Y se opone a: la verdad de los dioses antropomorfos y a la verdad de los discursos retóricos humanos (política)  porque estos piensan las cosas que no-son.  

¿Quiénes son los filósofos?

Reyes-sabios que siguen la vía de la verdad: la identidad entre ser y pensar. Los que deben tener la soberanía o arché.

Hay que comprender que el gesto filosófico es un gesto autoritario en Parménides. La diosa a-letheia sin rostro conocido es una figura abstracta y fantasmagórica de la verdad. La crítica a los dioses teológicos y a los hombres: esa es la crítica que realiza el gesto filosófico. Incluso a los pitagóricos, rechazados también en Parménides, que son rechazados también por retóricos: excluidos de la figura del saber, como los dioses del olimpo. Una figura del saber tiene un carácter imperativo de seguir una vía y prohibir otra. En ese gesto hay que notar
1) La analogía de un Parménides instaurando el programa de la filosofía como los tiranos-sabios: reclamados para que den leyes: Dar Leyes. Parménides fue convocado para dar leyes en su ciudad. Así, paralelismo de dar leyes a la ciudad y a la racionalidad es un asunto meta político.
2) La soberanía es la soberanía de la verdad, no de los dioses ni de los hombres. La noción de que pensar-ser es un proceso regido, tramado y vinculado a los mecanismos de la verdad. Hay muchos modos de verse con lo real hay un solo modo de regir la verdad: pero es la identidad del ser y el nous-pensar sobre la que se sustenta la filosofía.
Tiene un flanco débil: La crítica de Gorgias. Es una crítica fácil. Parménides afirma que la realidad se ajuste al pensamiento es una idea de ser análoga a las leyes de la racionalidad (necesidad, falta de movimiento), como discurso de la racionalidad. La identificación del logos con el logos lógico. Leyes lógicas del pensar sobre el ser.
Pero Gorgias lo critica muy bien. El ser no-es, el ser no pude conocerse, en caso de conocerse no puede trasmisible.
En Parménides el saber es una acción práctica, como modo de praxis, pues: una elección de vida racional (la vida filosófica) que es un gesto onto-praxeológico, pues. Vivimos en la racionalidad porque siendo un modo de vida, es un acontecimiento práctico: porque queremos vivir en ella. Aceptado esto por ineficaz la crítica sofística pues se trata de una elección, hay una aporía que en cincuenta años, en el siglo mitad V y principios del IV, se discuten todas las acciones de la raíz, la arqueología de nuestro mundo.
Aceptando que es un acto soberano de la voluntad de la verdad, elección pues (vivir según la verdad), sigue pendiente la cuestión: ¿Quién propone la identidad del ser-pensar? ¿El ser? ¿El pensar?
Si es “el ser” como consecuencia extravagante es que la realidad es independiente de nuestras percepciones: y “el ser” como infinitud e inmovilidad que choca con el sentido común. (Zenón) se plantean unos textos aporéticos (como el de la flecha o del Aquiles y la tortuga) y que apelan al sentido común. Se plantea como problema de máximos: “la realidad se impone al pensar”: el imperativo está por lo que las cosas son. Esto choca con el sentido común, por aprecio al sentido común.
La impresión general es que hay que hacerlo asimilable a los fenómenos, a la experiencia. Los herederos de la tradición post-parmenidea son los que apuestan que el ser es lo determinan la identidad: Anaxágoras, Empédocles, Demócrito. Que el planteamiento de Parménides es ontológico A fin de que el mundo no sea un disparate, y sea compatible con los fenómenos lo que se hace es implosionar al ser.  No se trate de que el ser explote y se expanda, sino que el ser entra hacia dentro. Así lo hace Empédocles. Es difícil saber quién es Empédocles, pues hay dos Empédocles: hay un Empédocles órfico que implica no saber quién o qué es el Empédocles llegado aquí. Pues hay un Empédocles post-parmenídeo y hay otro, órfico, que no. Empédocles es para nosotros una gran interrogación. Para Racionero son personajes diferentes. El Empédocles post-parmenídeo plantea la prioridad del planteamiento ontológico: esto es, prioridad al ser. El ser se dice de cuatro maneras: los elementos (tierra-aire-fuego-aire) y cada elemento es un ser completo. Les corresponde a los elementos describir al ser y su diferenciación respeta los elementos de la necesidad, la muerte, la no-muerte. Como condiciones del ser, y el nous pasivo, procesos estructurales para los fenómenos: amor y odio. Así hay diferencias, que producen fenómenos pero que no son engañosos y en términos parmenídeo sí lo son. La mezcla, en la física jónica, es el instrumento que permite salvar el argumento ontológico y la subordinación del pensar. Lo que hace la mezcla es que cuando hay amor entre los elementos hay un bloque: Lo Uno. Cuando hay discordia separación y no hay realidad ninguna. La realidad que percibimos es la de los tiempos de espera: amor relativo ni odio total. Así aparecen los fenómenos que debe ser recogidos por el pensar en su condición unificada, como cuatro formas análogas del ser y plurificadas, que explican los fenómenos. Este es un tratamiento de la tradición siciliana (Agrigento). Empédocles, según la tradición, es el padre de la retórica, dicen, con el fin de contentar a los que criticaban acerbamente que la idea de que no hay más soberanía que el conocimiento de la verdad y este conocimiento es quien justifica al conocimiento. Que es circular. Empédocles debe situarse entre los autores intermedios que quisieron reconciliar Parménides con la paideia siciliana donde se fraguo la ilustración griega. Pero el gesto es poco convincentes: En el Empédocles órfico de las purificaciones no hay fuerzas cosmológicas, no convence a nadie. La dificultad Parménides tiene que ser resuelta por la implosión del ser, la fragmentación del ser y la pluralidad. Su libro de las purificaciones es, quizá, el que haga que se le considere así: en la nueva religión órfica. Si la identidad entre pensar-ser privilegiar el elemento ontológico consiste en convertir una pluralidad-multiplicidad combinable con la unidad del ser. Ese es el camino son los físicos jónicos, con dos tradiciones:
1)  Tradición cualitativa y 2) la cuantitativa.
En 1) Anaxágoras (tradición cualitativa). Fue a Atenas, amigo de Pericles y condenado por “asebeia” (impiedad) por decir que el sol y la luna no son dioses: que los dioses no son dioses. Algo típico de los filósofos. Empédocles implosionan el ser ad infinitum. Los elementos tienen una entidad cualitativa muy alta para sustituir al ser. Son entidades que se autodefinen y excluyen de un vaciamiento de significado. Anaxágoras hace explotar al ser, pero sin darle atribuciones. El ser  infinitamente dividido es el conjunto de partes que lo forman semejantes y análogas porque todas parten de la participación del ser: eso son las homeomerías. Es el término que Aristóteles dijo de Anaxágoras: pero Aristóteles de Anaxágoras da gato por liebre: el ser se dice pluralmente, sin embargo pero traicionado el espíritu al confundir las partes con lo semejante: Los iguales son partes. La pluralidad no es sino está tramado con la extensión, al hablar de un pluralismo cualitativo. No sabemos si el ser es una división del ser en partes, partes iguales (interpretación aristotélica). Si sabemos habiendo dividido el ser en muchas infinitas unidades y cualitativamente diferenciadas partes, la jugada de Anaxágoras es que quien organiza esas partes es el nous. En una prioridad ontológica del ser, el nous se manifiesta como potencia ontológica. El hombre es una combinación de esas unidades, somos constituidos por ese nous, que el nous es un atributo del ser. Una potencia cosmológica. El Nous es propio del ser, un atributo del ser Por lo tanto el proyecto de la filosofía entendida como ontología se cumple. ¿Cómo se puede pensar una pluralidad cualitativa que genere por combinación entidades extensas?  ¿Cómo se puede atribuir el nous a las entidades plurales como proyección de un fenómeno de un combinado previamente conformado que es el ser humano? En el momento que el nous es propio del ser la sacralidad ya no está en el dios sino en el nous. Por eso se le acusó de impiedad. Anaxágoras está rodeado con los sofistas, pero que sostiene otra cosa: que el arché se encuentra en el nous. Y que solo puede ser percibido por el hombre y que este se pueda proyectar hacia la pluralidad.
1)      La cuantitativa (Leucipo y Demócrito). En Abdera ofrece una respuesta a la aporía parmenídea pero que evita las perplejidades. Si se divide el ser hay que dividirlos cuantitativamente. El ser es una potencia de realidad de la physis: y es un material y, por tanto, parte extensas. Los átomos al juntarse forman cuerpos. Platón les critica por cultivar la polimatía (conocimientos variados. Exigían el conocimiento de medicina, matemáticas para conocer el mundo. Las combinaciones no son obras del ser o inteligencia del ser. Son combinaciones no teleológicas. El pensar desaparece de la construcción ontológica y solo es un reconocimiento. El pensar es un atributo de la subjetividad que permite el reconocimiento de la estructura general del universo, pero no está organizada por ninguna inteligencia, sino que es el azar. La necesidad es la repetición del azar y la inteligencia refluye. Se insiste en que el que pone la identidad es “el ser”.
¿Pero y si pensamos que el responsable de la identidad es el pensar?  En la historia del pensamiento griego es un momento solemne. Es una torsión fundamental. El ser es un atributo del pensar. Es lo que se juega en el debate de la ilustración. Los sofistas dicen que no: que la postura sofista criticar la noción de identidad de pensar y ser. Y Sócrates recoge el pensar desde el pensar y no desde el ser. Les recoge el guante y nace Sócrates. No niega la identidad pensar y ser: pero se pone en el pensar, no en el ser.



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