sábado, 19 de abril de 2008

En tiempos de Galdós


He de reconocer que la política en algunos sitios es carpetovetónica. Esto no es de hoy, no es nuevo. Leo, por ejemplo, en la novela de Galdós “Misericordia”, cuando la Señá Benina va a casa de Obdulia y se encuentra con el ciego que daban cobijo en la portería, y con un burrero, del que extraigo este fragmento sobre una enjundiosa conversación sobre política: “Con el y con el burrero charló largo rato antes de subir, y ambos le dieron dos noticias muy malas: que iba a subir mucho el pan y que había bajado mucho la bolsa, señal lo primero que no llovía, y lo segundo de que estaba por caer una revolución gorda, todo porque los artistas pedían las ocho horas y los amos no querían darlas. Anunció el burrero con profética gravedad que pronto se quitaría todo el dinero metálico y no quedaría nada más que papel, hasta para las pesetas, y que echarían nuevas contribuciones, inclusive, por rascarse y por dar de quién a quién los buenos días”; no dejo de quedarme asombrado que hoy en día, donde han pasado más de cien años, aún se pueden escuchar conversaciones similares: lo que pasa que si aquello era realismo, esto es surrealismo.

2 comentarios:

paredes dijo...

Te leía en el blog de Robespierre, pero como no dejan entrar a leer sin fichar, pues ni ficho ni leo en aquel lugar.No me explico como aguantas ese "y tu más", ya que aquello no es debate, sino pelea de gallos.

Jake dijo...

Te agradezco que me leyeras allí: espero que lo sigas haciendo aquí, me gustaría mucho, aunque no se si podré escribir con cierta asiduidad hasta pasado el verano y siga llenando este blog con reflexiones varias. La verdad es que tienes razón: estoy acostumbrado a debates duros en cuanto nos referimos a ideas. En el momento en que no se llega a distinguir las ideas de las personas que las profieren, la cosa se vuelve peliaguda y realmente exasperante; no suelo temer al duro debate dialéctico o retórico, si lo prefieres, y por regla general, como las ideas que defiendo no me parecen malas, sino, al contrario, que yo las tengo por buenas, no me importa dar la cara donde sea. Está claro que los niveles en el debate hay muchos: yo sabía que allí, donde tú dices, era de esa manera, y como soy estoico a más no poder y he estado aguantado los calabazazos, mamporros, mordeduras y demás en bastantes sitios allí me he mantenido; pero me ha parecido que no merece la pena más; porque no se como decirlo a la antigua manera Sanchil y sin que parezca que uno “se tira el moco” –que no es el caso, de verdad- que aquel no era sitio para mí. En fin que ya sabemos que “Zamarra y chaquetón, iguales son”, que viene a significar como el mas conocido refrán “Díos los cría y ellos se juntan”, que alude a los que, aunque no lo parezcan, siendo semejantes, acaban por trabar amistad: así que allí los dejo. Me dices que como aguantaba en aquella pelea de gallos, y te digo, siguiendo con la Zamarra, que “La Zamarra y la vileza, al que se la aveza” (al que se acostumbra): que viene a significar que al cualquier cosa puede uno acostumbrarse y, llegado el caso, a una persona, por muy despreciable que antes le pareciese. En fin que hay que decir que ni tan adentro del horno que te quemes, ni tan afuera que te hieles ya a los borricos, alfalfa. Un cordial saludo.