Muchos me diréis que porqué este blog, que lleva por título ética y filosofía, habla de política: que me encierre, argüiréis, a la reflexión teórica o contemplativa de la “idea del bien” y que cierre el pico en los asuntos donde los que suelen hablar son los más politizados. Aunque en esto último, en que cierre el pico, lo llevan claro. No está demás decir que desde hace ya algún siglo la ética, como la filosofía y la política se encuentran en el mismo saco: la razón práctica: por ello, hablar de política es una labor también del filósofo, por más que haya quedado encerrada esta disciplina en las penumbras del lugar que no es suyo totalmente: las aulas universitarias. El lugar de la filosofía y la ética se encuentra en las calles, en los foros y en la arena política también. Aquellos que eran llamados así (sophós) tenían una virtualidad: solían ser viajeros de paso que se asentaban en alguna polis populosa: no participaban en la vida política, pero sin embargo eran escuchados. Más que nada, porque su postura “cosmopolita” hacía que su mirada sobre las cosas se elevara desde cotas más altas que los propios oriundos del lugar acertaban a ver: así ha sido siempre. En fin, no era de esto de lo que iba a hablar, sino de otra cosa, aunque creía necesario justificar el porqué del sobre titulo. Iba a hablar de la tundra que se está metiendo en el Partido Popular y que, aquellos que me han leído con anterioridad, saben que estaba predicho. En más de una ocasión he referido el “todo revuelto” que se encontraban en dicho partido: por fin está apareciendo. Sólo que ha hecho falta que perdieran “dos” elecciones para que se dieran cuenta de ello o, a menos, lo pusieran de manifiesto. Voy a reconocer que el discurso de Rajoy en Elche no ha tenido desperdicio, y es una clara muestra de lo que se está cociendo en el partido. Durante la pasada legislatura sus huestes no eran capaces de alcanzar a ver lo que ocurría, y no les quiero llamar sandios –no sea que alguien se lo tome a mal-; y no veían, o no querían ver, ciegos, porque deseaban volver las ollas de Egipto, que si fueron regalonas, fue más porque no acertaban a mirarse el ombligo, felices y contentos, y se dedicaron poco a elucubrar sobre la moralidad de sus acciones y sí a ver vigas en ojos ajenos. En fin, que por fin se han descubierto el manto, y no se ven más que vergüenzas. He de respetar en todo momento a un partido como el Popular; eso sí, de ahí a no decirles lo que pienso va un largo trecho. Desde hace mucho tiempo vengo señalando, unos 7 años quizá –vamos que esto no es una reflexión nueva en mí y si compartida por otros como yo- la doble moral que en su seno advertía: por un lado, las tesis Calvinistas en lo económico y, por otro, las tesis ultraortodoxas de la jerarquía Católica. Así Esperanza Aguirre va de Margaret Thacher, de “liberal”, y en cambio nos trató de meter una norma educativa aprobada por el Concilio de Trentro Católica: esto es, que ni siquiera ella misma, en su fuero interno, se aclara cual es su tendencia ideológica. Y es que esas tesis, señoras y señores, casan mal. El viejo partido liberal Canovista se funde con el partido Conservador; de ahí salen un “totum revolutum” de ideas (liberales también los hay en el PSOE, por cierto); a su vez en el Partido Popular se le añaden los chabacanos, con perdón, y aquellos que no tienen más idea política de España y sobre España que la que colocan en un llavero: vamos, esos señores, que son legión, saben de política tan solo, lo que es hacer
En las cálidas noches valxeritenses, junto a las frescas gargantas durante el estío: No nos hemos sumergido en los profundos y oscuros recovecos del alma humana. Plácidas, cálidas: noches valxeritenses. Bitácora.
lunes, 21 de abril de 2008
Sartenazos, pobres Valbuenas y madres San Sulpicio
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