Aquí, el que esto escribe, va a seguir dándoos la matraca con esto de la economía, visto que son más los argumentos y latiguillos del chabacano, del corto de entendederas, y oídas las tertulias donde periodistas de nuevo cuño, habidos de toda la vida en la España, fustigan furibundos a los políticos para que el agua vaya a su regadera . Así como los hay, también, que no están hechos a la eterna guasa de Madrid, la ciudad (o villa ), hoy en día también Comunidad Autónoma, del sarcasmo y las mentiras maleantes: de esas que se profieren en tertulias políticas monocolor entelevisiones públicas que parecen, si no lo son, pagadas por los popes. Ese Madrid centro de hormigoneras, rascacielos y cristales por donde anda el encorbatado gerente de una importante firma de abogados y que tiene por clientes los más afamados olivareros andaluces que viven en amplias mansiones del barrio de Salamanca matritense. La economía va mal Señor González, perdón ZP, dicen con la misma fatuidad que les caracteriza en su ruda inteligencia cuando las procelosas aguas de Don Dinero no saltan del río revuelto a sus patrimonios orondos. España anduvo a todo tren: tipos de interés nunca vistos decididos por una entidad monetaria europea y una España donde la inversión más fructífera ha sido en ladrillo y cemento. Desde el comerciante hasta el fabricante cambiaron su registro productivo y ¡voilá! Se hicieron a la mar de los negocios inmobiliarios. Olfato, lo que se dice olfato, para hacer que 20 millones de pesetas se conviertan en 20 millones de euros si que tienen, sí, y así hay que reconocérselo. El estiramiento del consumo interno, el endeudamiento de jóvenes, y, ¡ala!, a la saca. El que no montó un chiringuito inmobiliario compró terrenos en las zonas industriales más prometedoras de la carretera de Burgos hasta el corredor del Henares y el que no, oteaba el lugar de rollos y juncos donde poner ladrillo y Cristal; y el alcalde de turno se fotografiaba con ellos como Oscar Shindler (Que buen empresario) lo hacía con los mandos de la SS al inicio de la película de Spielberg. Burbuja inmobiliaria, se decía, España va bien, decía otro ufano: mi vecino vendió el piso en tropecientos millones de pesetas: ¡que rico soy! . El banco encantado cada vez que una pareja jóvenes pringados entraba por sus puertas: son 4.500 cuotas a 900 Euros mensuales. Y ¡ala! A la Saca, el del purazo más orondo: sus inversiones en la banca subían sin freno, sus inversiones en agencias inmobiliarias sube que sube, sus acciones en empresas constructoras para arriba que para arriba. España creciendo por encima de sus posibilidades, decidiendo no por tecnología española o inversión en bienes de equipo u capital, sino todo a las cementeras y a las ladrilleras: puesto de trabajo más cotizado, óiganlo bien, no era el joven egresado de teleco o de industriales fabricando páginas Web, sino el Arquitecto técnico o superior con conocimientos en el entramado administrativo sobre concesión de licencias de construcción. Director de Expansión lo llamaban en las compañías. Buenos sueldos se llevaban, si señor, pero el fabricante y el comerciante, para quienes son más guapas las mujeres de Derechas como en alguna ocasión les he oído decir veían multiplicado al tropecientos por ciento (¿Se referiría a esas mujeres abanderadas que veíamos en Salamanca con sus bien moldeados cabellos con rulos y canas tintadas de “blonde”? -No sé-). Estos Directores de Expansión han sido buenos chicos sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario