Lo reconozco: leer las editoriales de los periódicos de la Derecha me produce una valetudinaria concupiscencia. Leer el ABC, hace unos meses vista, consistía en un agradable paseo por el humanismo cristiano, al que soy tan afecto: pues a nadie oculto que soy un católico confeso, bastante erasmista, por cierto. Sin embargo, de un tiempo a esta parte el espíritu de la contrarreforma tridentina vuelve a impregnar las vetustas páginas del centenario diario español. Más atrás, aunque parezca que no viene a cuento, hablé sobre el ajedrez y sus infinitos mundos repetidos y es que, precisamente, ese análisis podría aplicarse a la Historia de España; desde el Renacimiento Humanista: vuelta y contravuelta. Llegó Cisneros, confesor de aquella Reina educada por la humanista Beatriz Galindo – ¿Se reiría de ella Berlusconi?-, y denodadamente luchó por traernos a Erasmo, la luz de los caminos fecundos de las letras en el cristianismo, e hizo florecer las Universidades humanistas en los cruces de camino de compluto. ¡AY! Pero pronto asomaron las voces de herejía entre los necios de espíritu y pronto los espadones, los pináculos y los conventos tomaron las calles del barroco. En fin, que entro hoy, 16 de abril de 2008, en el diario y me encuentro “en la tercera” una columna de sin par despropósito de espíritu y de bellaquería intelectual teológica: en pro y defensa de los obispos y la política. Expone el firmante, que se hace valer como catedrático de Derecho Político –aunque no dice de que afamada Universidad Pública -, que dos han sido los entrecomillados argumentos de la izquierda que le han irritado: la colaboración de la Iglesia con el Régimen de Franco como arma arrojadiza, primero, y que, les dicen, que la Iglesia debe guardar silencio porque no es democrática, sino teocrática, en segundo lugar. Para desbaratar el primer argumento irritante a su parecer no hace otra cosa que mantener la misma actitud dialéctica que sus oponentes, trayendo a colación también nefandos episodios de la Guerra Civil: vamos que se ha quedado, como mucho, a la misma altura de quienes critica. En el segundo argumento, entrecomillado para él, presenta, a cambio, no la enjundia preposicional de un especialista en Política, sino el mensaje mondo y lirondo que presentaría cualquier cura de pueblo en su homilía politiquera de los domingos. Refiere el susodicho clérigo confundiendo el significado de lo que la teocracia es desde que los griegos acuñaron el término (del griego Teos τεοσ[Dios] y Cracia χρατοσ[Gobierno]). Claro que sabemos los laicistas, y que bien podemos ser también cristianos, que de puertas hacia adentro la Iglesia es “teocrática”, comos sabemos también que huelen a macho retenido (semen retentum venenus est): que se organicen como les plazca. El problema dialéctico en el que cae como un cura pardillo es que “Teocracia”, en el sentido como lo usa la izquierda y en el sentido literal grecolatino, se refiere a que tratan de imponer esa forma de gobierno de puertas hacia fuera: hacia la sociedad toda. Se irrita de que le llamen teocráticos porque de puertas adentro lo son, cosa que nos trae al pairo: les llamamos teocráticos porque lo quieren ser puertas hacia fuera. Y este señor dice llamarse Catedrático de Derecho Político y presenta los argumentos como un cura lechuguino, pese a que no empezó del todo mal: aquí dejo el enlace. http://www.abc.es/20080416/opinion-la-tercera/
sobre-obispos-politica_200804160508.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario