Las críticas de la Economía
política burguesa no se hicieron esperar tras la publicación de El Capital. Y
casi todas aúnan el mismo déficit que ahora hay. No entienden el método del libro.
Le comparan, por seguir a Ricardo o a Smith, y dicen que su método es ¡Deductivo!!Qué
no señores economistas! ¡Su método es filosófico! ¡Que para pensar como piensa
Marx hay que saber leer a Hegel, a Platón a Aristóteles! Y, por añadidura, Marx
entiende perfectamente a Smith y a Ricardo. Le piden recetas comtistas. ¡Recetas
comtistas! ¡Están locos estos romanos! ¡Marx es un dialéctico: un filósofo, un guardián
del pensar especulativo con 2400 años de antigüedad! ¡Un tipo cultísimo y
sumamente pobre que dedicó toda su vida a explicar por qué los que trabajan por
cuenta ajena en la sociedad capitalista de entonces son pobres! A día de hoy porque
en los países periféricos se inflan a producir mercancías en fábricas de mala
muerte y son pobres de solemnidad. Marx se muestra en el prólogo sorprendido y
estupefacto ¡Dicen que es un analítico! y en otro sitio un idealista. En eso
creo que si tienen razón. El método de Marx es un método dialéctico ¿Saben los
economistas en que consiste eso? Nones. Para ello hay que empezar a leer a
Platón someramente y hundirse de pleno en los diálogos duros: Sofista,
Parménides o Teeteto. A fe que yo lo he intentado, entre otras cosas con el fin
de entender a Marx. Y después sumergirse en Hegel. Uffffffff. Se necesita ser
esponja. Se necesita tener un motivo para querer entender. Se necesita sentir
un pathos. El pathos de la indignidad del mundo en que habitamos. En Marx lo
ideal no es más que lo materia transpuesto en la cabeza del hombre. Cómo
producimos, como comemos: y así explicamos de donde provienen nuestras ideas.
Marvin Harris, el famoso antropólogo social y cultural bebe de ese principio.
Pero Marx es mucho más, la lectura a través de Dussel me ha abierto en canal su
interpretación. Las categorías marxistas han pasado de mente a mente. La dialéctica de Hegel esta
boca abajo: hay que revolverla para descubrir cómo funciona Marx. Casi nada.
Pero lo que logra es alucinante. Un castillo categorial y una máquina para
entender el funcionamiento del capitalismo en sus más profundas y misteriosas cavidades.
Samuelson o el Mochón, aquellos libros falsos que estudié, inauténticos como
los neokantianos lo fueron para Ortega.
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