A
los partidos políticos del turno político –ya les queda poco- se le
llena la boca con “el fracaso escolar” como arma arrojadiza. Hablan del
fracaso escolar como fracaso de la sociedad y de las instituciones, y en
ello tienen razón; solo que sus análisis son análisis fetichizados,
absolutizados, esto es: anulan una parte de la relación que produce el
fracaso escolar y queda como un “concepto misterioso”, que no sabe
dónde se esconde y que aparece como un fenómeno. Hay “fracaso escolar”,
sí. Ahora te lo arrojo y tú me lo devuelves. Sin embargo el fracaso
escolar es intrínseco a una sociedad y a un modo de vivir. En una
sociedad capitalista el fracaso escolar es necesario y evidente. Se
necesita de fracasados escolares; porque la sociedad precisa dividir el
trabajo técnicamente, sí, pero no precisa cambiar la esencia del tipo de
relaciones que en ella se dan como sustento: Que unos trabajen y otros
se enriquezcan; aunque el marco es global, mundial. Y el fracaso escolar
es una señal para la exterioridad del sistema y un motor. Esto es: o se
está dentro del sistema, la totalidad capitalista de producción, o se
está fuera. Y el estar fuera precisa de señales, como es el fracaso
escolar, para impeler (motor) a la voluntad a estar dentro. Se precisa
del fracaso escolar. Y se necesita: se necesita hacer una sociedad de
competidores donde unos tengan éxito y otros fracasos. Si la sociedad
demanda eso, ¿cómo no va a existir el fracaso escolar?. Las propias
aulas lo reclaman y las personas que componen lo educativo lo reclaman
también: porque la sociedad es una sociedad capitalista que así lo
reclama. Reclaman notas, evaluaciones, y un umbral que sitúe la
diferencia entre “éxito” y “fracaso”. Máxime cuando la educación se
convierte en un quiero no quiero de carácter público: quiero educación
para disciplinar a trabajadores, cualificados y no cualificados, quiero
personas que ejecuten órdenes y hagan deberes, quiero la “Excelencia” -
¿Qué es la excelencia sino un umbral clasificatorio a mis criterios de
excelencia donde ya se determina lo no-excelente-. Así que se provee una
educación donde se precisa que haya fracasados en ella que es un éxito
para lo que se pretende, pues se han transmitido los mínimos para
convertir a un humano en un humano uni-direccional (Marcuse) y a su vez
se le ha inoculado la energeia precisa para mover la rueda del sistema
productivo (éxito-fracaso). Pues ahí tenemos que lo que hay: un sistema
educativo que cumple los objetivos.
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