Nadie discute sobre el papel público de las religiones y su participación en el debate moral. La jerarquía eclesiástica tiene una manera adecuada para que su prosélito o rebaño les siga en esas materias: las homilías leídas en las misas. Pueden bien expresar en ellas sus firmes ideas y conveniencias libremente y su rebaño, como tal, debe seguirlos, so pena que sean unos hipócritas (espécimen que abunda y que tiene mi mas absoluta reprobación). Lógicamente las homilías tienen sus límites: No hay nada que no tenga límites en su actuación terrena. En su aspecto ultra-mundano no entro, pues es un lugar que desconozco. Los límites de las homilías son claros, tanto desde el punto de vista moral como jurídico: la no conculcación de los derechos y libertades individuales: si esta es de palabra la calificación moral es taxativa y tajante. Sus palabras están mal dichas. Y punto. Si un cura hace un exordio machista u homófono, como lo hacen, está traspasando su libertad de opinión y su imbecilidad moral es máxima. Así de claro. Se llame el cura como se llame y sea como sea: es un ser ínfimo y que demuestra, a las claras, que el sistema de convivencia política ideada para este país no va con él, o ellos. Las palabras recientes pronunciadas por el Papa Benedicto también van llevando ese sentido, pero los curas formados en el nacional-catolicismo español, ramplón y simple como un botijo no ha caído en ellos. Por regla general la formación intelectual de éstos viejos clérigos es ínfimo y deplorable, consistente en una serie de mitos en verdad mundanos y extravagantes. No se crean ustedes, señores, que los curas son sabios. En verdad os digo: no lo son. Son ineptos morales. Cada vez que hablan y conculcan algunas de las materias del Titulo II de la CE, están conculcando el que de veras es el derecho natural positivizado, y merecen nuestro más rotundo desprecio personal. Pues no en balde usan de un altavoz privilegiado para ser oídos.
1 comentario:
No se me ocurre nada nuevo ni bueno sobre el clero.
Repito:lo peor de lo peor.
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