Hablando de populismos.
Han quedado los dardos que aquí lancé en el artículo pasado sin dar en el blanco. Todo puede ser. No se puede escribir siempre a bote pronto y raudo para buscar un efecto en el lector que le anime a seguir con la lectura y, a la vez, quede el texto todo lo más claro que se pueda, como creo que en este caso ha ocurrido. Es mi intención asaetar la ignorancia: hacer frente al dogmatismo moral de los que han pesado poco sobre cosas, aun triviales, necesarias e importantes si se habla de política o si se hace otro tanto. Insertar un voto en una urna de cristal no es un mero entretenimiento de un domingo: es mucho más que eso; es un deber moral teñido de arduas reflexiones éticas. La volubilidad con que se tratan prolijos y densos asuntos morales en las ediciones diarias de los periódicos son sonrojantes. Y eso es debido a uno solo de los motivos: falta de preparación moral y falta de preparación intelectual. Si a las masas de votantes no se les tratara como a adocenados no nos cabe duda de que la sociedad sería mejor. Si los lectores no necesitasen opiniones ajenas para formarse una propia opinión, ya no dogmática, sino epistemológica, los medios de comunicación no harían tan profuso esfuerzo. No está mal que se lean opiniones de todos tipos: pero, lo importante, es leer opiniones para escribir la propia de uno. Dime como escribes y te diré como piensas. No al tanto de los valores que se defiendan, que eso es patente y salta solo con la conversación. Sino, me refiero, a la densidad de las proposiciones que se utilizan. Hay verdades y verdades. Hay verdades como castillos, como templos, como torreones, como peñas: pero esta verdad no es nítida, clara, desprovista de maleza axiológica. Lo que está en juego es el Poder. Los periódicos lo saben: los poderes fácticos lo saben: es nuestra democracia. Son muchos los que nos han señalado eso: ¡Avizora la realidad! Nos habla Marcuse. La alienación, concepto que he estudiado como pocos, nos habla de la cosificación, de la animalización de la masa. Cuanta más masa, más fácil el gobierno por parte de los ineptos morales. Por ejemplo: nos habla el comentarista de hoy en el ABC de que Zapatero hace un populismo de una ideología gaseosa, como si le pareciesen mal los siguientes principios: - la paz, el talante, el diálogo, la solidaridad, la laicidad, la memoria histórica, la igualdad, el multiculturalismo, la Alianza de Civilizaciones o la España plural. Y que todas estas cosas, nos señala, carecen de sustancia, que son populismo, y que ese mensaje cala en una sociedad indolora. ¿Sociedad indolora? Nos habla el artículo que ha cambio de ese populismo oculta o maquilla los verdaderos problemas:, es incapaz de enfrentarse al fracaso escolar o consiente la debilitación del Estado, «la relación bilateral con las partes» en beneficio de unos nacionalismos periféricos que amenazan con la desafección. Frente a ello, el neopopulismo sonriente de Rodríguez Zapatero -sigue la imagen de marca ZP- responde con el discurso indoloro de la prudencia, la ética, la honestidad, y el compañerismo y la ideología (?) socialistas en defensa -: Rodríguez Zapatero no tiene ideología ni discurso. Y a eso se refiere, lo de populismo, comparándolo con lo que ocurre en Italia y Berlusconi. ¡Han visto o escuchado una majadería semejante ustedes alguna vez! ¿No son esas las estupideces a las que me refiero? ¿Puede compararse Zapatero a Berlusconi? El ABC así lo hace ¿Qué quiere? ¿Qué no le digamos lo que parecen haciendo semejante comparación? En fin: ¿Qué el presidente italiano, poderoso magnate de la comunicación en Italia, es igual de populista que Zapatero en España? Estos señores opinadores juegan con los conceptos, con las realidades, con las causas con los efectos. Si los ideales bellos de Zapatero puestos sobre el tapete son populistas, que no lo niego y a lo mejor llevan razón, ¿Qué son los que hace Berlsuconi? ¿Mega-populistas? O simplemente: Pusilánimes, chabacanos, torticeros, interesados, patrioteros de mala baba… son acaso los principios de Berluconi, la moral del directivo, la del constructor, la del magnate de la prensa, la del ciudadano Berlusconi, la moral de los bajos impuestos, el libre mercado, aquí salvese el que pueda, el que no se siente que la espiche, fuera gitanos, fuera pobres, fuera putas, fuera los de fuera, fuera todo el que no me vote, fuera el que no me compre, fuera el que no vea mi televisión, fuera el que compre mi periódico... comparables un tanto. ¿No es el populismo hacer creer que las cosas se hacen apra el pueblo y que, en el fondo, se hace con vistas a intereses privados? Señores del ABC, Zapatero puede tener muchas tachas: pero tratarle de populista es un engaño y quienes se lo creen: tontos. http://www.abc.es/20080910/opinion-tercera/cavaliere-rodriguez-zapatero-20080910.html
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