Lección 3ª
Trochas, gumias y calabozas
El homenaje y afecto al S. Múgica, cuyas clases y magisterio han dejado un profundo poso en mí.
Estimados oyentes de este curso sobre las ideas sociopolíticas en España: buenas tardes. Siento un gran agrado de ver vuestra oreja inhiesta e interesada por nuestro pasado político más reciente. Se que este curso va dirigido, especialmente, a aquellos que se educaron, y no han leído otro, que con la Enciclopedia Álvarez: y, por tanto, se que clamo en el desierto; aún así no me rindo, espero que tres o cuatro me sigan, al menos.Tengo en mis manos un manual de la Historia de España, editado en 1939, que se lee con gran interés. Desde la pág. 1 hasta la 228 consiste en una serie de relatos, más o menos mitológicos, con gran importancia para, según ellos, la historia de España: la conversión de los godos a la verdadera religión y señalando como enemigos de la unidad de España a los arrianos y a los Judíos: no faltan tan poco “la Reconquista”, el “Cid Campeador”, “las Navas de Tolosa”, “La conquista de Granada”, “Bailen” y la “Virgen del Pilar no quiere se francesa que quiere ser capitana de la tropa aragonesa”… nos encontramos, al fin, una página, la 256, que habla de Restauración; media página que termina con el siguiente exordio: “Los carlistas, manteniendo, con intransigencia, su bandera limpia y su postura de guerra, significaban la advertencia clara de que la batalla era más profunda, y algún día habría de darla en el terreno duro y violento de la Verdad(¿?).. Que fue el de los tercios de Carlos V, el de las guerrillas de la independencia: que es el de las milicias de Franco”; desde ahí, breve paso por el reinado de Alfonso XIII y salto campanudo hasta el “Glorioso alzamiento nacional”, con el consabido relato del herocio Alcázar y ¿Entre medias , qué? En fin, dejo este librillo en su estante, pues no hay libro que merezca ser quemado y volvamos a la parte del curso que nos proponemos no sin antes advertir que muchos de los que nos gobiernan en diferentes niveles políticos tuvieron como instrucción política, y en algunos casos única, estos textos. Valga la advertencia. Comienzo: Nunca será lo suficientemente alabado esa obra maestra de Don Vicente Blasco Ibáñez titulada “Cañas y Barro”; cambien ustedes ese pueblo de chozas, de tierra pisada, por cualquiera del mundo rural español. Situemos la Albufera en alguna inhóspita y agreste selva; cambiemos las barcas por “trochas”, “el pechar”, por el movimiento de brazos necesario para “rozar” las tierras con gumias y calabozas, y observaremos como eran los pueblos durante la Restauración. Por allí Anda Sangonera ¡¿Quién no conoce a Sangonera?! “Todos hablaban de él. ¡Famoso Sangonera! No había en el pueblo otro igual en los pueblos del lago. Tenía el firme propósito de no trabajar como los demás hombres, diciendo que el trabajo era un insulto a Dios, y se pasaba el día buscando quien le convidarse a beber” !Cuantos caciques de hoy en día se burlan del bueno de Sangonera, el de la buena muerte!. Y el tío Tono, admirable, moralmente: “No había en toda la Albufera hombre más trabajador que el tío Tono. Se había metido entre ceja y ceja ser propietario, tener sus campos de arroz, no vivir de la pesca como el tio Paloma, su padre (…) iba rellenando de tierra traída de muy lejos, la charca profunda cedida por una señora muy rica que no sabía que hacer con ella”. Pudo comprar aquella ciénaga tras muchos años trabajando para ella recogiendo arroz: el novedoso cultivo valenciano. Y la bondadosa, callada, Borda. Ponga ustedes boina, azada, y atajarres y verán por los vergeles a hombres similares. ¡Cuantos de ellos no se han dedicado a hacer fincas para otros! ¡Cuántos de ellos, después de humillar la cerviz, colocar piedras y hacer paredes, andan hoy alabando a aquellos para quien trabajaron, orgullosos, quedando los nietos de aquellos ricos y los nietos propios con un si señor y un mande Ud.! Pero ¡Ay El hijo! Tonet, que estuvo en la Guerra de Cuba, y vio mundo: ¡que trabajase su padre!, que el se quedaba con Sangonera. Si, a fin de cuentas, decía, todo el dinero del pueblo iba, pian pianito, a casa del cacique: el propietario de casi todos los negocios de el Palmar: el famoso Cañamel. Y que decir de la bella Neleta, mujer pragmática, con ínfulas de señora, viniendo, como venía, del mismo barro que tragaba todo el pueblo, a excepción de Cañamel; si no hubiera sido por casarse por el tendero viejo, orondo y rico; uraño y trabajador, mala vida llevaría con el mozo más apuesto del pueblo; de seguro, hubiera marchado a la capital a servir y allí, toda su vida hubiera vivido con ínfulas de ser como aquellos a quienes que servía: con ínfulas de marquesa. Ese discreto encanto de burguesía que nos señaló Buñuel. Pero la vida es cruel. Nos queda el tio Paloma: !Lo que el hombre había visto sin salir de la albufera! Veamos quien son cada cual: Sangonera y Tonet, los díscolos antisistema, Los que se negaban a trabajar para que otros se enriqueciesen: los vagos, según la terminología usual despectiva usada por los de siempre: los que no se miran al ombligo. . El tio Tono, el personaje memorable, el que trabajará como un perro toda su vida para tener tierras propias; nada sabremos de sus ideas políticas. Dependerá como salga: y sabemos como será: mal. Neleta, la altisidora, la que siempre querrá ser de derechas, sin serlo. Y, este sí, Cañamel: la derecha del Palmar. Junto con el tio Paloma: el abuelo cazurro que sabe cual es la vida buena: pechar en el lago Lean la novela de Blasco Ibáñez. La novela ¿Eh? Buenas tardes.
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