Ya he señalado en otras ocasiones que soy un asiduo lector del ABC. Cuando llego al quiosco, con mi euro y algo, siempre suelo dudar sobre que periódico adquirir. Algunas veces me decanto por EL PAÍS, otras, en cambio, opto por el ABC. He llegado a la conclusión de que el segundo se constituye en una mejor inversión: tiene más letras y mejor colocadas. A parte de las letras, que es importante razón y a su vez muestra patente de porqué La Razón se sitúa por encima de éste entre los lectores de la derecha –muchos de ellos, no hemos de negarlo, viejos con calvorota y mujeres con moldeado impecable de peluquería -, de porqué prefiero ABC a EL PAÍS: es por una simple decisión de duermevela. El ABC con un castellano formidable me resulta la mar de divertido. No así EL PAÍS, que con un estilo diferente en el idioma, hace más el tirarlo rápidamente, una vez leídos los titulares, la editorial, las cuatro firmas importantes y las cartas al director. Los articulistas de ABC son estupendos: ahí tenemos a De Prada, joven escritor educado en los mejores colegios del alabaré, autor que admiro y del que recientemente acabo de leer un novelón suyo titulado “el séptimo velo”; hoy anda buscando una Sarah Palin española. Mujer cojonuda, según él. Se mofa en su artículo de “los progres”, como si esos fueran un saco donde entrásemos en tropel todos los que no somos de la derecha o tenemos opiniones diferentes a las suyas en materias diversas, diciendo que se chotean de ella por la siguiente y peregrina razón: por estar contra el aborto y de que se niegue a que su hija de 17 años interrumpa en embarazo. Cosa digna de alabanza. Nada de eso nos causa alborozo, por lo menos a mí, que de “progre” no tengo un pelo. Con lo que nos partimos el culo es con que su hija, fielmente educada con los valores de abstinencia sexual hasta el matrimonio, no le haya hecho ni puto caso a su madre y que, aunque no sea una monja con bigote, le pica el coño, cosa que de De Prada sabe bastante, como a cualquier adolescente de la edad de ella; ahora se vende como una hazaña moral que la tal madre se oponga al aborto de su hija, y hacen bien en ello. Pero eso no quita que su hija sea tan puta como cualquiera y que el escupitinajo le ha caído en la cara. Aunque mejor le hubiera valido que otra cosa caldúa, biscosa y blanquecina hubiera dado en su cara en vez de en su coño, que seguro que también, pues se ve cada cosa por la red. No son los abortorios lugar habitual donde vayan solo las mujeres “progres”, sino que son lugar que no distingue de clases sociales ni de ideologías, salvo que seas candidata a la vicepresidencia del gobierno de los USA. Es más, me consta, que a ellas acuden infinitas muchachas, Dios las perdone, hijas de madres conservadoras, Dios te salve reina y madre. Pero como sus hijas son las mejores, inmaculadas hasta el himeneo patrimonial, suele la saliva caerles en la cara y el semen entre las piernas de sus hijas. Aunque lo del facial también les vale, como he dicho. Dirán que los progres somos intransigentes con las hipocresías: y en eso si que llevarían llevan razón. Otro articulista, M. Martin, nos habla del revolucionario McCaín, comparándolo como un héroe de cuento de Blancanieves como poco (No se si lo habrá mirado bien, porque a mí me parece, precisamente, lo que es: un viejo chocho que mejor andaría contándoles cuentos a sus nietos, futuros patriotillas con mala baba, sobre el Vietnam). Héroe, no más, les parece a los comentaristas de la derecha española como éste articulista porque ha prometido “impuestos bajos, disciplina en el Gasto y mercados abiertos”: justo lo necesario para abrir centros de salud nuevos en pueblos perdidos de Minnesota o, como quien dice, Wisconsin: centros de salud "privados" se referirán, claro está según su ideario, !que ya está bien de tanto despilfarro estatal!. Entre otras cosas se encuentran los artículistas revueltos por el revuelo causado por lo del nasciturus y la interrupción del embarazo, criticando al gobierno de que desvíe la atención de lo importante: la crisis económica. Y en eso tienen razón porque pocas medidas se han tomado al respecto, como, por ejemplo, la de restaurar el impuesto sobre el patrimonio y el de perseguir estos patrimonios desde los beneficios empresariales hasta el lugar donde se hayan a buen recaudo a nombre de familiares; que no en vano se usa el matrimonio eclesiástico para guardar las formas, pero el matrimonio civil y la separación de bienes, para lo que interesa. ¿Dónde está nuestra Sara Palin? http://www.abc.es/20080906/opinion-firmas/donde-esta-nuestra-sarah-20080906.html Cuentos políticos http://www.abc.es/20080906/opinion-firmas/cuentos-politicos-20080906.html
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