martes, 7 de octubre de 2008

Sobre economía I


Parece ser que vamos a vivir una crisis económica morrocotuda. Al menos así lo parece tras leer los periódicos, ver los telediarios y escuchar las tertulias. Los sones de invasora presencia de radio intereconomía, los ratios del Ibex 35 y los mercados en tiempo real, suenan hoy, más bien, a barco a la deriva: a zozobra marinera. Hasta hace poco esos tamboriles sonaban a Wagner y a papá de Simba tras una avalancha animal (la entradilla para dar los índices bursátiles eran los del Rey León, la película de Disney). Hoy esas músicas suenan a barco espoloneado. La actitud de los Estados Europeos, ampliando la garantía de los ahorros bancarios y las intervenciones estatales comprando activos financieros -esto es: interviniendo en el santo mercado- huelen muy mal. Eso me parece a mí, que soy espectador corriente y moliente, como casi todos. Soy yo de natural tranquilo, y, es cierto: nunca he visto un pánico. Lo que aquí atrás parecía un problema nacional para comentaristas, tertulianos y políticos varios, se ha mostrado como un problema global. Estaban algunos tan ensimismados con el ladrillos y la burbuja inmobiliaria que no se les ocurrió a los analistas, entre ellos los de intereconomía – bien felices de llenar la saca-, otear la realidad económica mundial. Yo soy, por si no se han dado cuenta todavía, de aquellos que no se creen lo que le cuentan a bote pronto y busca en diferente fuentes la que más le agrada. Y a los que menos me creo es a los economistas, los especímenes más etnocéntricos que habitan las Ciencias Sociales. Por ello, escucho lo que dicen los antropólogos sobre la economía de los yanomanos. Estoy firmemente convencido que con mejor análisis. Estos nos proponen un argumento muy plausible: La clave inveterada en todas las culturas es la de “la energía”. Y creo que en eso estamos. Un análisis simplista a lo Friedman o a lo Hayek, nos haría confundir el problema y, por tanto, las soluciones. Incluso para esto es preferible remontarse a Hegel y analizar los sistemas de necesidades por el propuesto. Parece más o menos claro que nuestro mundo, globalizado, con invasora presencia de ya una cultura casi única, pese a la brecha digital, e interconectado por las pantallas varias antes o después sufrirá una crisis energética. Quizá, por ello, la mejor decisión medio plazo sea la de invertir de Investigación sobre energías renovables: y ya no valen plazos para ello. Los países adalides de una revolución tecnológica en materia de energía hará los deberes. Aunque ya saben, yo soy un pesimista lúcido: y a largo plazo... todos calvos. Mas que nada porque el mundo eligió unos derroteros en su día, no se si buenos o malos, caracterizado por el egoísmo como fuente de riqueza. Es muy posible, no lo sabemos aún, que nos encontremos en una crisis económica de naturaleza diferente de la que hemos tenido hasta ahora. Crisis ha habido muchas y “los pánicos” estaban a la orden del día antes de 1929. No se si se reconocerá como se debe al gran Keynes, fundador de la teoría económica moderna, y muy posiblemente uno de los tipos más inteligentes y observadores del siglo XX y de los pocos economistas de fiar. Sus aportaciones teóricas sobre la economía sirvieron muy mucho para señalar a los gobernantes herramientas con la que manejar la coyuntura económica: a ello se llamó política económica. Decisiones de política fiscal y política monetaria en manos de los ministros de economía de las naciones para manejar a corto y a largo plazo las variables esenciales: desempleo , inversión o interés . A largo plazo, ya sabemos: todos muertos. Planeta: pelota fría Sin embargo, los escenarios económicos son mudables, circunstanciales, en una realidad tozuda y de difícil compresión. Desde 1929 no se había vuelto a vivir ningún pánico, la teoría de los ciclos económicos permitían analizar la historia económica con cierta soltura y los agoreros tenían mala acogida. Todo funcionó bien, como sabemos, mientras el patrón dollar, impuesto por los USA en Bretton Woods, se acomodó a las circunstancias, en lo que se denominó “la pax keynesiana”. La primera crisis llamativa en muchos años fue la llamada crisis del petróleo, la cual empezó a modificar el mapa de poder dentro del mundo... CONTINUARÁ

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya no sé si esto es economía política, política económica, globalización o no, o más bien todo lo contrario. Ya que un hecho plasmable de la globalización es que tanto el BCE, como la reserva americana, junto con otros bancos eurpeos: ingles, suizo, sueco, como no europeos: Canadá, Australia, han decido bajar los tipos de interés un 0.5%, a lo que cabría esperar una respuesta globalizada: subida de las bolsas y bajada del euribor. Pues NO: las bolsas siguen cayendo y el euribor sigue subiendo, con lo que lo de la globalización....... Tampoco existe política económica ¿o sí?: inyectar dinero a los bancos que nos han llevado a la crisis, esta es la política económica, con lo que más valdría que no la hubiera, porque es como darle agua al ahogado. Y de la economía política........mejor ni hablar.
Apretémonos los machos, porque hoy he ido a hacer la compra (si, ya que por si nuestros políticos no los sabían, tenemos la insana costumbre de comer todos los días, REPITO, comer todos los días, sin olvidar ninguno), y me he dejado 62 euros en medio carro (lo que antes de se decía 10.000 pesetas). Pero si hace 5 años, con 10.000 pesetas llenabas el carro, y te sobraba para ir de cañas!!!!!! (ahora esto último está prohibitivo, casi).
Ahora me doy cuenta: quieren globalizarnos a todos en la más ruín de las pobrezas, a base de una política económica de dar a quién más tiene (llamemósle bancos), y una economía política de yo uso lo tuyo (el dinero de los contribuyentes) para lo que a mí me da la gana (los políticos). Esto tiene un nombre, y es que llegado a este punto, casi me pregunto: ¿la izquierda es la derecha, o la derecha es la izquierda? Creo que voy a aplicar la teoría de "tirar" para el frente, aunque estos (políticos y banqueros, que ayer salían muy bien en la foto todos juntos, riéndose) se empeñen en poner la marcha atrás.
Un saludo