lunes, 6 de octubre de 2008

Once upon a time in América


Amo a América. Pienso es estas palabras mientras el Born in the U.S.A. , de Bruce Springsteen, suena en el radio-CD del automóvil. La siguiente canción será Hurricane, la canción que Dob Dylan dedicó al púgil Huracán Carter. Bajo las ventanillas del coche, pues el aire en la cara me ofrece la sensación de libertad. Mientras, el automóvil serpentea por la carretera, atestada de cerezos a ambos lados, en las laderas del Jerte. Estos días soleados de otoño invitan a vivir. Si señor, amo a América. El Pen-drive tiene una larga lista de canciones. Sonará la bella y virginal Emmylou Harris, que con su larga melena negra, ultra lisa, acompañará a The Band, la banda que tocó Último Vals para Scorsese y después vendrán más, muchos más. Uno de ellos es ese joven mexicano, hijo de mariachis, que cruzó la frontera camino de San Francisco, mientras los standard de Blues suenan en los bares de carretera. Carlos Santana y Jhonny Winter cantando they are went to mexico”. Si señor: Viva América. Me calzo mis botas de cowboy y disfruto de la libertad, no en vano soy un Honky Town man, un “aventurero de medianoche”, camino de Nashville. Nada me gustaría más que viajar de este a oeste por la ruta 66 y pasar por Missouri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y California. La ruta del Far West, la ruta del sueño americano y, en fin, la ruta de las Uvas de la Ira, recorrida por Jhon Ford y Clint Eastwood. La América profunda. La América del Blues, del Country, del Bluegrass: una América que amo. Paso el díal, mejor dicho, la tecla que cambia las canciones y suena la orquesta de Tommy Dorsey, el New York, New York de la película Scorsese, y, por fin, el mejor saxofonista de la historia: Charlie Parker. Negro que pasará a la historia del Jazz por su impresionante creación musical: el bebop. Ritmos infernales after hour en los garitos de la calle 52, mientras las drogas hacen estragos a su cerebro. Las áridas tierras del desierto. Mientras, cierra Jambalaya, en la versión de los Creedence Clearwater Revival. Llegaré a casa, y empezaré, esta tarde, a leer una novela de Faulkner. Si señor. Amo esa América que hechizó a Win Wenders, de Alicia en la ciudad, o de Paris-Texas, bajo los acordes de Ry Cooder, el sonido de Documentos TV. Una América de búsqueda, de caminos y de desiertos pintados.

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