martes, 28 de octubre de 2008

Los masones, los cátaros y el contubernio


Es curiosa la interpretación que hace Pío Mora de los “pronunciamientos” militares del XIX. Se une con dichas interpretaciones a la postura oficial del régimen militar franquista: !El contubernio masónico! !por fin sabemos a que se referían con él! Por lo que se ve ello era la masonería algibiense: que tenía, según ellos, algún predicamento entre los militares hispanos dentro del ejercito. Vaya, hemos tenido que ver a Iker Jiménez, y su cuarto milenio, para enterarnos los españoles quien era el coco. Por poco hay que remontarse a los cátaros y los caballeros templarios para entender a lo que se refieren César Vidal, Pío Mora y la caterva de inquisidores de Trento. !España católica bastión contra la herejía de el Languedoc! Acabásemos. Y ellos: los salva-patrias. Y los generales que se pronunciaban en el XIX: masones. Herejes. Curiosa interpretación: más esotérica que la astrología egipcia. Lo que maquinan los curas ¿eh? Cuando el diablo no tiene que hacer mata moscas con el rabo. Tenemos razonamientos más de cajón, como que si había pronunciamientos era por un solo motivo: el voto de unos, los de la acción, nunca servía para derrocar a los otros, los de la reacción y, van, ahora, como entonces, y nos salen con el coco de los masones. La línea de los argumentos de estos impostores intelectuales a brocha gorda, que tratan de justificar lo injustificable, es el siguiente. Deploran la revolución francesa, como Jose Antonio Primo de Rivera, y el invento éste de que los ciudadanos, por medio del voto, elijan a los representantes políticos. Les horroriza. Por ello acusan de heresiarcas a los franceses, en conjunto, por hacerse atea. La masonería, según ellos, se encuentra detrás de todo. Una secta secreta de amplio poder y predicamento que se remonta al cisma de occidente, cuanto menos, a los papas, a los antipapas, al misterio de la sábana santa, al santo grial y a “en busca del arca pérdida”. Esa secta se encuentra detrás de un brazo político, los jacobinos, donde milita nuestro terrible Robespierre. Por linea directa estos nunca cambian, y veleile, sencillo, escuchen: En el siglo XIX los jacobinos se llamaron liberales exaltados, luego “progresistas” y por fin republicanos. Eran pocos, no señala Pío Mora, pero disponían de núcleos activos en el ejército, y con ello dieron numerosos golpes militares: “los pronunciamientos”. Por eso vinieron los salva-patrias con “el alzamiento” contra los del “pronunciamiento”. Agárrense los machos y destrocense las meninges. Tuvimos a Calvino, tuvimos a Lutero, estaban los Jansenitas, y los Eramistas y una caterva de herejías reformistas de amplio predicamento contra las que luchar, de sobra conocidas, y van, y nos señalan, a los cátaros de Iker Jiménez, al misterio sagrado, a Indiana Jones y el templo maldito, la última cruzada, los misterios de la catederal y el Iacobus de Matilde Asensi como los responsables de todos los males del mundo moderno. Que misterios tiene esto de la política. Y lo curioso es que, en las iglesias de muchos pueblos, colocan el símbolo que usaban estos majaderos.

1 comentario:

paredes dijo...

Ahora la derechona no para de comprar libros, y estos ex rojeras como el Pío Moa y Vidal aprovechan la coyuntura para forrarse.
Las FAES pagan bien a los revisionistas de la historia.
Ya cualquier mequetrefe es historiador.