domingo, 12 de octubre de 2008

De la economía al reloj de esfera negra de Sartre.


Texto homenaje a la izquierda burguesa e intelectual; a la que algunos llaman con desdén progres-aburguesados.


Tal y como les dije el otro día, iba a continuar hablando sobre economía. Solo que, con un pequeño matiz: las cosas dan vueltas y de un hilo sale otro, y de otro: otro. Para comprender lo que ocurre en el mundo, si es que somos capaces de ello, hay que hilar muy fino. Incluso así es fácil pincharse y eso, de por sí, no es malo: es un síntoma de que, al menos, estamos hilando algo. Hay muchos otros que se encuentran en la inopia, que es como decir que ni hilan ni cardan la lana. Viven, que no es poco. Y hacen bien, porque no preguntarse por el sentido de las cosas y descansar en vidas sencillas es muy virtuoso. No lo es en cambio cuando el que vive en la inopia se convierte en borrego. A los borregos: palos. Hace poco el premio Nobel de Literatura, José Saramago, daba un rapapolvo a las izquierdas, las cuales han quedado dormidas los últimos años. En eso tiene bastante razón, pues atrás quedaron los gloriosos años que dieron con el Mayo de 1968, la revolución de los claveles, la lucha contra Franco en la clandestinidad de las UCM, las películas de Jean Luc Godard, los libros de primo levi, y las críticas sociales de los hermanos Taviani (como su película Padre, padrone)… Hablo de la burguesía izquierdista e intelectual que el mayo francés impregnó al mundo. La crisis del petróleo, como digo, cambió un modelo paradigmático en los patrones de cambio internacionales y dio lugar a tres décadas de signo neoliberal. Tres décadas, la de los 80, 90 y principios del nuevo milenio que ha apaciguado a la juventud contestataria burguesa y de izquierdas y que en la década de los 60 y los 70 bullían en las Universidades Europeas. El rapapolvo a las izquierdas debe ser sonoro: tres décadas de neoliberalismo, de Thacher, Bush, Wall Street, y la hoguera de las vanidades (Tom Wolfe). En lo intelectual triunfaron los Friedmman y los Hayek, en norteamérica los neocons, que con su fundación FAES Aznar quiere expandir cerca de los lugares donde nació la Institución Libre de Enseñanza. Y se hicieron fuertes intelectualmente en España, através de las facultades de economía y empresariales. Una nueva cultura del éxito. Una cultura que se enfrenta al hedonismo del que, y se que pocos me conocían así, soy partidario: soy un eudamonista desde bien pequeño. Desde que aquí, en España, a principio de los ochenta, teníamos un programa infantil-juvenil digno de aplauso: La bola de cristal. Uno de sus personajes, la bruja avería, hacia una acertada disección ¡Viva el mal! ¡Viva el Capital! Una oposición intelectual de izquierdas se hace precisa. No porque no adoremos las cosas virtuosas de la técnica moderna, los teléfonos móviles, los PC portátiles, la Internet… y otros ingenios del mundo globalizado, sino porque es preciso que ese capitalismo sirva para mejorar la vida en el mundo. Su máximización necesita de determinados diques que lleven el agua a un mundo mejor para más gente: diques intelectuales puestos a los mercados. Una crítica de las que no podemos pasar por alto es la que nos lleva este mundo globalizado en lo económico. La globalización consiste en que los capitales, los dineros, no tienen fronteras: no se le piden pasaportes. En cambio a las personas, para pasar de país, e instalarse en otro si que se les exige. Eso constituye una moral con doble rasero. Es preciso que volvamos a comprarnos la pipa de Bertrand Russell y ponernos el reloj de esfera de Sastre. La izquierda intelectual debe recuperar el lugar moral que le corresponde y defender todo lo que en ella es esencial: el pacifismo, el socialismo individualista, la mordacidad y la ironía contra las religiones e ideologías políticas absolutistas, la militancia racionalista. Y, por supuesto, las contradicciones, que, filosóficamente, son lo más educativo de todo (Savater).

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Globalización. No estoy de acuerdo en tu acepción del dinero, las personas y las fronteras. Si tenemos un euro, y vamos pasando de frontera en frontera, lo que nos compramos con ese euro es muy diferente de un país a otro. Por ejemplo, con 1 euro en España compramos 1 litro de leche y una barra de pan; con 1 euro en Somalia, compramos 10 litros de leche, y 10 barras de pan, y aún nos sobra dinero. Lo mismo ocurre con las personas: un español, por ejemplo, en Argentina es un rey, en EEUU un chicano, en Inglaterra últimamente nos tildarían de racistas,etc. Con las personas pasa lo mismo que con el euro, según el país su valor cambia.
Y ahora vuelvo a la 1ª palabra de mi comentario, y el pongo interrogantes: ¿globalización?. Si de verdad existiera la globalización, 1 euro valdría los mismo en todos los sitios. Y lo que es más importante, una persona valdría lo mismo también en todos los sitios. Quizá la izquierda en lugar de luchar en contra de la globalización, debería luchar a favor de esta globalización.
Un saludo.

paredes dijo...

Desde que cualquier currela se metió en una hipoteca y se compró un piso por 10 kilos y ya vale (o valía) 60, todo quisqui es rico y de derechas.La izquierda reposa en el limbo de los justos.

Jake dijo...

A LUIBILIO estoy bastante de acuerdo en lo que dices. El fenómeno de la globalización es muy complejo. Estoy leyendo ahora mismo un libro, en casa lo tengo, escrito por el filósofo Gustavo Bueno titulado “LA VUELTA A LA CAVERNA” (Terrorismo, guerra y globalización) donde analiza los fenómenos de la anti-globalización y sus manifestaciones desde Seattle, Davos, Génova, Porto Alegre, Cancún, Bombay… cuando lo termine escribiré un artículo sobre ello, porque es un fenómeno que me interesa y estoy tratando de descubrir sus entresijos. Ahora estoy un poco ocupado; además por algún motivo de salud no puedo permanecer mucho tiempo sentado en el ordenador y escribiendo. Pero me alegro que me leas. Ya entraremos en debate en la materia de globalización. Saludos.


A PAREDES. Entiendo lo que argumentas y porqué lo dices. Solo quería señalar en este post que existen movimientos de izquierdas que han sido protagonizados por “intelectuales burgueses”. Así por ejemplo Sastre y el existencialismo, que supuso un gran varapalo a la concepción teológica tradicional en el continente europeo. Y, por ejemplo, el mayo francés estuvo protagonizado por jóvenes burgueses y universitarios: eso se ha visto claro por la facilidad de cómo muchos de ellos, pese a ser de izquierdas, se han adaptado a las tres décadas 80-90-2008 de influencia de las tesis neoliberales en el mundo. Estos, cuando se hicieron mayores –en general-, obtuvieron puestos en universidades y empresas importantes. Aunque lucharon contra la moral tradicional en 1968 se adaptaron fácilmente a la moral burguesa. Hedonistas, defensores del amor libre y la mariahuana, leyeron a Sastre, a Primo Lévi, como digo, a los estructuralistas, defendieron la revolución cultural de Mao, vitorearon a Rusell… en cambio se adaptaron a “la buena vida” que otorga “la vida burguesa”. Sobre ello quería tratar este artículo. La película “las invasiones bárbaras” reflexiona sobre ello. Saludos desde el Valle del Jerte. Estamos en contacto.

paredes dijo...

Conozco a personas de izquierda que tiene , y tenemos claro,que no estamos contra la segunda globalización que luibio comenta, sino en contra de la globalización hecha desde arriba.Las nefastas consecuencias para la mayoría de los terrícolas de esta globalización es evidente.

Jake dijo...

He escrito Sastre en vez de Sartre. Por supuesto, me refiero al filósofo y no al ciclista. ¿En que estaría pensando? ¿En Lance? ¿En Focault? ¿En el Galibier? ¿En Habermas? ¿En la EPO?