domingo, 26 de octubre de 2008

Carta de Ussía: Venganza. Contestación de Jake

Siento aquí escribir tan largo. Pero es que presentar argumentos significa leer y escribir. Pongo aquí una carta de Ussía en la Razón que me han remitido y la contestación la doy en otro post.
1) La venganza.
Le voy a contar la terrible venganza de mi madre contra el demostrado responsable del asesinato de su padre, Pedro Muñoz-Seca Alfonso USSÍA En «Público», el periódico de los troskistas con «Jaguar» descapotable, escribe la señorita García. No tengo el gusto y me presento inmediatamente: Alfonso Ussía Muñoz-Seca. Encantado. Cumplido el trámite, me apresuro a decirle a la señorita García que sus deseos de venganza no son dignos de elogio. La señorita García está feliz con las cosas de Garzón y le apetece vengarse de alguien, aunque no lo tenga definido. «Sin ser habitualmente partidaria de la venganza -escribe-, debo reconocer que deseo que siga vivo alguno de los dirigentes de la Falange que busca el juez Garzón». Aunque la señorita García no sea «habitualmente partidaria» de la venganza, demuestra ser bastante partidaria, si bien no «habitualmente», lo que magnifica su sensibilidad. Desea que siga vivo «alguno», no le importa quién, para satisfacer sus deseos de venganza por medio de la espada justiciera de un juez que está jugando con la prevaricación, y lo que es peor, con los muertos. La familia de Federico García Lorca ya le ha advertido que podría querellarse con don Baltasar por «profanación» si se empeña en exhumar sus restos. Y la señorita García coincidirá conmigo en que la familia del gran poeta granadino vilmente asesinado no es franquista, sino todo lo contrario. «Sé que este sentimiento no me honra -insiste la señorita García-, pero no vean cómo me animan». Además de la redacción, hay que mejorar los sentimientos y los ánimos. Lo que anima a la señorita García es una venganza a ciegas. Quiere un falangista, un Gobernador Civil durante el franquismo o un simple soldado de la Guardia Mora para que Garzón lo empapele y ella se sienta a gusto. Hay gente mejor y más ejemplar en sus olvidos que la señorita García. Hay miles de personas, que están vivas, que no se han vengado del responsable principal del asesinato de sus familiares, que por casualidad, está vivo también. Me refiero a los asesinados, también vilmente, en Paracuellos del Jarama, por poner un ejemplo cercano a la redacción del periódico en el que escribe la señorita García. Allí fueron asesinados ocho mil personas, ocho mil inocentes, entre ellos niños de 12 y 13 años fusilados por ser culpables de un tremendo delito. Ser hijos de militares. Entre aquellos ocho mil inocentes, de los cuales César Vidal aporta más de cinco mil nombres en su libro sobre Paracuellos, estaba también un señor de 57 años, que no hizo jamás mal a nadie, padre de diez hijos y también escritor, como García Lorca. Antes de fusilarlo lo torturaron, quizá por escribir «La Venganza de Don Mendo», una comedia en verso que todavía triunfa en los escenarios. De esos diez hijos, la segunda de mayor a menor, era mi madre. Y le voy a contar la terrible venganza de mi madre contra el demostrado responsable del asesinato de su padre, Pedro Muñoz-Seca. «Si alguno de vosotros os encontráis con Santiago Carrillo, no lo saludéis». Eso nos dijo a sus hijos, que también éramos diez. Y nos hemos vengado casi todos, entre otras razones porque nada hay más fácil que no saludar a una persona cuando no se quiere. Pero lo nuestro es particular. Lo que tiene que saber la señorita García, es que durante treinta años, y viviendo el máximo responsable de la matanza en España, ningún familiar de los asesinados ha intentado vengar a sus muertos. Y ahí sigue Carrillo, vivo y homenajeado. Al menos, en este caso, la señorita García, habría de reconocer que no ha estado afortunada.
2)Contestación de Jake
La Guerra Civil española fue un hecho brutal. Es muy posible que no se hable con claridad y sin apasionamiento de ella hasta dentro de muchos años. Tal vez nuestros hijos. Está muy claro que la capacidad escritora de Alfonso Ussía y de la muchacha que escribe para el diario público son muy diferentes. Son como un huevo y una castaña. Eso no quiere decir que, en verdad, los argumentos que emplean uno y otro no sean semejantes. Por parte de Alfonso Ussía muestra en verdad que el consejo de su madre acerca de la venganza lo respeta, pero no termina de sentirlo, pues una cosa es lo que escriba y otra lo que sienta. Y muestra que eso de que Carrillo esté vivo y homenajeado, que es como decir que “y coleando”, no le hace tampoco mucha gracia. La guerra civil, repito, fue una característica de lo que hacen las masas cuando se revelan. Las masas fueron un claro ejemplo de los vientos airados que cruzaban el mundo en la primera mitad del XX. Masas fueron los fascismos y los bolcheviques; y ninguno tenía, ni entonces, ni ahora, justificación moral. Fascismos y bolchevismo eran la misma cara de la misma moneda. Dicho esto: la actitud de la persona a la que se refiere Ussía no parece muy correcta. Sin embargo, la respuesta que nos coloca el periodista no difiere en su fondo con el argumento de la que quiere contrarrestar, por mucho que domine la forma literaria. Ni tiene mayor razón para ello. Son dos caras de una misma moneda y siempre he considerado que las dos caras eran igual de horribles. Alfonso Ussía no tuvo necesidad de encontrarse con Carrillo. Carrillo no estaba en España, a diferencia de los que ocupaban, estos sí, los billetes de 100 pesetas. Y por cierto: Carrillo no dio un Golpe de Estado. Los personajes son parecidos, pero no iguales. Si Ussía, en vez de citar a César Vidal (que cuenta la historia a su alero, como Pío Mora) y hubiese citado a otros como Palafox, Edward Malefakis, Gabriel Tortella o muchos otros hubiese ganado en objetividad. Objetividad imposible en él, puesto que le mataron a su abuelo. Pero abuelos muertos hubo en ambos bandos, en uno más que en otros, por cierto. El señor Ussía, como digo, aparenta seguir retorciéndose y la palabra venganza la espeta, repito con la boca chica y eso que, hay una diferencia esencial entre él, que le mataron a un abuelo, y los que le mataron al abuelo en sentido contrario. El, y los suyos, pudieron seguir “vengándose” años de varias maneras, a diferencia de los contrarios: perorando en sus periódicos y únicos medios permitidos por ellos, en las homilías de sus iglesias, ocupando todos los puestos de poder, encarcelando a los disidentes, enchufando a sus amigos, colocando a sus cuñados, yernos de fusilados, en la Agencia EFE o en ARRIBA, o en los puestos de la Universidad, por ser fiel al régimen, así como de otras muchas maneras, como, por ejemplo, ocupar puestos en las empresas e industrias del “desarrollismo”, y no continuo, pero hay muchas formas más de venganza que se usaron. Es un argumento habitual de los de la derecha acusar a los de la izquierda de que estos tengan también dinero, y hasta jaguares descapotables. Aunque yo creo que la diferencia está en los valores que se defiende: o mas solidarios, o mas insolidarios. Porque ya se sabe, se sea de derecha o de izquierda, el que no tiene dinero pone el culo por candelero; así que es muy loable que aquellos que tengan también dinero defiendan ideas socialdemócratas, o de izquierdas. O es que se creen los de derechas que los de izquierdas le van a dejar el culo en pompa a ellos y, por tanto, también el dinero. Por más que leo el libro de Pío Mora, por ejemplo, o de César Vidal no dejo de encontrarles tachas en la objetividad: se acusa “al marxismo” o “al anarquismo” como responsables directos de alzamiento nacional de los que vinieron a salvar la patria. Incluso, dicen, hubo organización de pronunciamientos por parte de ellos. Pero el hecho indubitable es que no los dieron. Quien lo dio fue un grupo de generales. Tampoco justifican estos “historiadores” algo más importante: que detrás de esos ismos políticos se encontraba una realidad más importante. Que la riqueza y el poder político durante todo el siglo XIX y primeros del XX se encontraba en manos de unos pocos y que, además y más importante, la calidad de vida de la inmensa mayoría de la población era infima. Llamele usted X, pero no me mee encima y me diga que está lloviendo. Y aún así. El pronunciamiento militar, en verdad jacobino, lo comenzó quien lo comenzó. Y no otro. Y señor Ussia: yo siento a usted mucho que a su abuelo lo mataran en la Guerra y que al máximo responsable no esté en la cárcel. Lo mismo va a ocurrir con los de sentido contrario. Carrillo, al menos, negoció para colocar una democracia en la España de la Transición, por muy comunista que fuese. Los dirigentes del “alzamiento” hicieron siempre lo contrario, hasta el fin de sus días. La cosa cambia.

2 comentarios:

paredes dijo...

Ussía es un tipo nauseabundo.Aciertas cuando dices que habla con la boca chica, y no dice lo que piensa de verdad.
Es inmoral hacer equidistancia con los crímenes que se cometieron en ambos bandos.
Un bando (el golpista)llevaba como lema no dejar prisioneros en muchas de las ciudades que entraron, fue un baño de sangre.
En el otro bando, los excesos fueron generalmente actos no avalados por el gobierno.

Anónimo dijo...

Que puedo decir yo que a mi Güelu le dieron un tiro en la nuca los republicanos?.
Pues que seguiré peleando por la III República.
El Canuit