martes, 1 de diciembre de 2009

Deleuze




Nos dice Deleuze: “el filósofo no es alguien que contempla, ni siquiera alguien que reflexiona. Un filósofo es alguien que crea". Sencillamente crea un tipo de cosas, completamente especiales: crea conceptos”. Es en la Historia de la Filosofía como un filósofo, esto es, un creador de conceptos, toma su materia prima. Deluze compara la labor del filósofo a la labor del pintor, de Gaugain, de Van Gogh, a los que pone como ejemplos. Antes de llegar “al color”, al dominio de "el color”, y elaborar sus obras creadoras más elogiosas y conocidas, éstos requieren un arduo trabajo anterior. Ese trabajo anterior es para el filósofo “la Historia de la filosofía”. La filosofía no es un asunto de “especialistas”, como se cree: es algo más parecido a la pintura o a la música – y por tanto, al arte, añadimos aquí-. El filósofo es más parecido al pintor, al músico, al creador, al artista. La filosofía es el arte del retrato: del retrato de los filósofos. Igual que un pintor, para crear una nueva forma, del dominio “del color”, debe dibujar retratos y retratos, y paisajes. Volverse obsesivo por "el color", como le ocurrió a Van Gogh. La filosofía es como "el color.” Antes de entrar en la filosofía, hay que tomar tantas preocupaciones”. Antes de saber llegar “al color”, y el color es “el concepto”, ¡Hace falta tanto trabajo!, exclama. La Historia de la filosofía no es tan solo preparatoria: sirve por sí misma: es el arte del retrato. Una de las cosas interesantes que nos explica de Deluze es que “el color”, o “la Idea”, no es abstracta en sí, sino que trabajando con ella se vuelve concreta. A medida que trabajamos sobre ese problema advertimos que surgen de problemas concretos al que el filósofo, el creador de conceptos, trata de dar solución. “Todo concepto, nos lleva a un problema”. Por ejemplo el concepto Idea, el concepto de la pureza de lo que las cosas son, es el problema de elegir a quienes pretenden –cosa concreta- participar de esa pureza. Por ejemplo: la Idea del político, es el concepto, la pureza del político. Ahora bien el problema es cómo elegir de entre los concreto a aquel que participe en esa pureza de la Idea. La filosofía no es llegar a la cosa abstracta: si no al problema. ¿Por qué el filósofo se queda en “la cosa abstracta”, en “el color”, y no explica el problema?, se pregunta Deluze. Y nos aclara: “No se puede hacer todo a la vez”: esto es “exponer los conceptos que crea” y a la vez exponer “los problemas”, a los que remiten tales conceptos. Si no se encuentra “el problema” todo el vuelve “abstracto”. El problema es lo concreto de la filosofía. La filosofía se compone de “concepto” y de “problema”. Surge en la polis griega ante problemas concretos. La Idea es el concepto. ¿Cuál es el problema? Elegir a los pretendientes: Elegir al mejor político, por ejemplo, elegir a quien participa en la pureza de político: por ello debemos tener que elegir, el problema, el Político “perfecto” de entre todos los pretendientes. El que más se aproxima al concepto, a la Idea, a la perfección: Es el problema de la ciudad.

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