miércoles, 9 de diciembre de 2009

"La destrucción de la democracia en España", de Paul Preston



Inicio hoy una serie de comentarios sobre los libros que he leído o voy leyendo, con el objeto de ir haciendo una especie de ficha sobre tales lecturas. Y de lo que tales me han revelado en determinado momento. Por regla general suelo releer los libros, en la medida de lo posible. Con nuevas lecturas, como a la mayoría de las personas, advierto otras interpretaciones. Por eso hago de ellos nuevas relecturas, de acuerdo a los conocimientos previos y añadidos posteriores. Voy a empezar, por empezar por alguno, con “la destrucción de la democracia en España”, de Paul Preston. Escribió Preston este libro durante la transición a la democracia. Apareció en España mundo editorial en 1971. No fue el primer libro sobre la política española durante la década de 1930 que había leído. Antes leí la obra de Gabriel Jackson “República y Guerra Civil española” y la obra de Thomas, a la que haré referencia en otras anotaciones; aunque señalaré a éstas como entretenidas, pero inmaturas, en especial la de Jackson. También había leído el propio monográfico de Preston, posterior al libro que tratamos, y otro de Raymond Carr, titulado como “la tragedia española”. Así como la biografía de Azaña escrita por Santos Juliá. Todos de muy buen nivel y erudición. También he leído los libros de Pío Moa, los “mitos de la Guerra Civil”, el libro de la Cierva, y “la guerra que ganó Franco”, de César Vidal, todos ellos legitimistas del 18 de Julio y ninguno de ellos historiador licenciado y doctorado como tal, por más que en las solapas de alguno de sus libros se declaren como tal, sus tesis no son conocidas ni publicadas en Universidad española pública conocida. En especial de la obra de Preston destacaré que con ella llegué a comprender uno de los asuntos que quedaban en el aire y menos llegaba a comprender; en especial el periodo de tiempo que va desde las elecciones de noviembre de 1933 hasta la fatídica fecha de octubre de 1934. Para mí ese lapso de tiempo era de singular importancia y que no había quedado lo suficientemente aclarada. Debo decir que suelo leer entre líneas y que siempre pongo en tela de juicio opinión del historiador para hacerme una composición de lugar, al tanto de la propia ideología política del mismo; y es que aunque en mí mismo suelo también ponerla en tela de juicio, trato de extraer mi experiencia en el trato de las personas y las cosas humanas, como ha sido mis cinco años haciendo selección de personal. Ese periodo de tiempo es esencial, pues es el momento donde la politización de la vida republicana llega al momento de ser insostenible; es el momento cuando las bases socialistas optan por Largo Caballero para la dirección de partido e Indalecio Prieto y Julián Besteiro salen derrotados. De singular importancia es ese periodo por varios motivos, pero en especial por “la huelga del campo” para la cosecha del verano de 1934 los antagonismos de clase en el mundo rural se convierten en insoportables; durante ese periodo de tiempo accede al gobierno el recién organizado partido de las derechas legalistas, denominado CEDA, y organizado con la estructura regional, diocesana y local con la que se estructura la Iglesia. Uno de los motivos que solía quedar en el alero es el porqué Indalecio Prieto colabora en el contrabando de armas en el estallido revolucionario de Octubre de 1934; algo que no concuerda con la personalidad de Prieto. ¿Qué motivos llevan a las izquierdas al alzamiento de 1934? Era la pregunta que me hacía ¿Porque las bases socialistas advierten que es el momento revolucionario? ¿Qué hacía insostenible la posibilidad de entendimiento? El periodo al que hago referencia es trascendental. La CEDA tiene en sus manos el aparato del Estado. ¿Cuál es su comportamiento político durante ese periodo? ¿Cómo ejerce su influencia en el gobierno para contrarrestar la huelga del campo? Muy posiblemente ese sea el momento clave de la impolítica que lleva al conflicto civil del todo ya puesto de manifiesto; la presión de las bases del PSOE por la opción caballerista ante la, sin aparente duda, postura de las derechas católicas de “rectificar la república”, legalista, desde el aparato del Estado, con influencia en un gobierno de coalición Lerroux –que nunca tuvo un claro programa de gobierno, como si lo tenía claro la CEDA: la rectificación y anulación de todas y cada uno de las disposiciones del bienio anterior, con el objeto de desplazar del Poder a las izquierdas, en base a un estado corporativo-; sin lugar a dudas lo que más prisa corría es la rectificación del art. 26, en especial por la materia de educación, que seguramente sea la que más le preocupe; pero para ello la CEDA no tiene la representación política y la fuerza legal para conseguirlo. Aún así opta por el obstruccionismo en todas y cada una de las legislaciones republicanas puestas en marcha y paradas desde que la CEDA entra en el gobierno. El uso de las fuerzas del orden público durante la conflictividad durante la huelga del campo para la cosecha de 1934, es el detonante que explica –que no justifica- la decisión de las fuerzas obreras revolucionarias; y que incluso un hombre como Prieto participe en ello. Es difícil resumir en una reseña tan corta los comportamientos; pero quede anotado que con este libro de Preston, así como las publicaciones diarias que pueden encontrarse en la red puede llegar uno a la idea del comportamiento de todos puestos en juego. En definitiva: la “destrucción de la democracia en España” ha sido uno de los libros donde mejor he comprendido ese momento histórico, así como las fuerzas políticas y sociales que se mantuvieron en ese periodo que va desde noviembre de 1933 hasta octubre de 1934. Aunque el libro trata con mayor amplitud en el juego que entre la CEDA y PSOE se mantuvo durante todo el periodo republicano como desencadenante del conflicto, al ser los dos partidos que mejor podían organizar a sus masas, al tener una estructura territorial y local. En ese aspecto creo que, efectivamente, así puede ser, pero hay que tener en cuenta que el propio conflicto entre los sindicatos de la UGT y la CNT lleva a la radicalización de las juventudes del PSOE en ese periodo, en una lucha por la afiliación, en unas bases cada vez más radicalizadas en contraposición a unas derechas a su vez más radicalizadas y contrapuestas a la vida republicana. La obra incide en todos estos aspectos pero nada entra en las ideas de Unión Republicana, demócratas liberales de carácter laicista, porque muy posiblemente estos poco podían hacer en la radicalización política a las que estaban llegando socialistas y católicos. Sin duda el magma político español era aún mucho más complejo que el que expresa Preston, pero aún así, es uno de los mejores libros sobre la política durante la II república.

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