- La justicia española es de género
negro; esto es, que el rasero o la vara de medir se difumina teniendo en cuenta
los intereses políticos y la ideología. La fiscalía lleva pruebas o acomete
procedimientos o cierra investigaciones o los abre en virtud de lo que les
dicten políticamente. A su vez, los jueces no son imparciales. No son
imparciales porque son humanos y tienen sus prejuicios como el más pintado, más
en una país como este; no me fio de la Justicia en este país. Otegui pertenece,
parece demostrado, a banda armada, y por ello va a sufrir prisión, cosa que puede ser justa. Muchos
jueces pertenecieron a un régimen asesino, como fue el de Franco, el cual, recordémoslo
por si hacía asesinó, y mucho, y no movieron un dedo para derrocarlo, sino que
participaron en su infamia. El franquismo asesino se fue de rositas. Tal vez,
ni lo uno ni lo otro; pero si no fue lo uno, porqué tampoco lo otro. Por un
motivo: porque la médula de la transición española consistía en que jueces,
policía, militares y políticos continuaran. Y de aquellas aguas vinieron estos
lodos. ¿Sigue confiando en la justicia española? ¿Usted también se creó la milonga
de la Transición, además de comerse el franquismo?
Arturo: Fíjese si creo que no le
encarcelan a usted por este comentario.
- Que yo tenga libertades para
hacer este comentario - que además es verdadero- no asegura que la justicia
española sea justa. El hecho lo demuestra que Jueces no demócratas continuasen
en su cargo y siguieran dictando sentencias, pese al haber pasado su vida
impartiendo Justicia en un régimen que asesinaba y encarcelaba por cuestiones
políticas. Lo de la fiscalía actuando según las consignas del partido merece capítulo
aparte. Las justicia puede ser injusta incluso existiendo libertad de
expresión. O vamos a negar (teoría negacionista) que el régimen asesinó con
saña - posiblemente hasta más de cincuenta mil personas desde 1939 - y que
jueces, policías, militares y políticos participaron en aquel régimen. Y que no
solo es que no hayan sido juzgados, es que han seguido en sus cargos como si
tal cosa.
Arturo: No sé su edad, pero si tiene más de 35 años,
usted también participó con su silencio. ¡Ya está bien de justicieros puros e
implacables! 2. Se olvida del pequeño detalle de que en aquella época y la
primera parte de la democracia existía el delito de desacato, y ahora no,
gracias a lo cual usted puede escribir esas cosas.
- Tengo poco más de 35 años. Para
ser sinceros, 37. Así que yo no voté hasta después de 1992. ¿Por qué dice lo de
justiciero implacable? Si creo en la Justicia, tal vez en la platónica, pero no
soy tan cándido; más parecido, tal vez, a Trasímaco y con el colmillo retorcido
por algunas abundantes y primeras canas. No soy un justiciero, y si quisiera
que hubiera Justicia. ¿Y qué tiene que ver el desacato de entonces con la
justicia de hoy? repito: que yo pueda escribir estas cosas no implica que la
Justicia sea justa. Todos sabemos que el golpe de 1936 no resolvió ninguno de
los problemas políticos de España; en todo caso, los retrasó, y además creó el engendró de ETA -auspiciado por la
filosofía de Sartre-; pero si hablamos de Justicia hay que hablar, además, con
sentido histórico. Y el sentido histórico es gris y negro. Cuando uno llega a
la mayoría de edad en 1992 se cree que este es un país de color; ahora con 37
años, al echar la vista atrás de la Historia comprende uno que ha habido aquí
mucho Pan Negro
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