Decía Solbes, acertadamente, que la crisis económica tenía sus efectos positivos; al decir esto saltaron hechos tigre la señora del moldeado con el traje de pieles falsas, el señor calvo de la camisa, el de la boina, el del Land Rover, el obrero industrial jubilado, el de los calcetines rotos y algunos muchos otros. Todos ellos acólitos, o corifeos, del señor Camps, jefe de la organización MAD, que se reúne con sus amigotes de la construcción en un restaurante céntrico castellonense, donde se hace a la parrilla carne argentina y donde se sirve un buen vino que aconseja el adiestrado Soumiller. Restaurante cerrado a cal y canto. Como el De María de Félix Boix en una importante negociación. En los postres, después del puro, el café y el coñac, ya se ha llegado a los acuerdos; los camareros retirados dejan hacer. Los empleos les va en ello: el tipo de las gafas oscuras pone cruces a los empleados sin motivo aparente y le temen más que a una vara verde. Hay que ser cautos, procuran hacer bien el trabajo sin que les vea mucho, aunque saben que Camps, tras sus gafas oscuras y único ojo, no pierde detalle de ellos. Están cagados, como todos los empleados del político-empresario del PP. El humo del local se mantiene en volutas dispersas colgando bajo la única luz que ilumina la mesa: debajo, siente hombres miran minuciosamente un mapa de la costa del mediterráneo y los pueblos. Todos ellos amigotes. Fuera del local periodistas, es un decir, de intereconomía TV, medio de comunicación financiado por él y los suyos cierran el paso, no para informar en exclusiva sobre el acuerdo político- empresarial privado que se suscribe dentro. No, ellos están allí para cerrar el paso a medios de comunicación que quieran destapar el pastel y les pongan colorados. !Cojones!, exclama Camps, !aquí no entra nadie! !Ostias! !Se os paga para algo!!Jóder! ¿Han visto ustedes alguna vez alguna peli de Scorsese? Yo sí. El restaurante del que hablo, con personajes del mismo molde, se encuentra en la Calle del Padre Damián, dirección Santiago Bernabeu, muy cerca del “De María”, restaurante de Valdano, donde también paran a comer alguna vez, pues también hay relaciones con el club benemérito, que ahora no voy a desvelar. Cuando estos tejemanejes se las daban felices y contentos. El dinero florecía y ellos, hombres de oscuro corazón, y olfato para los billetes, eran felices. Jake, me decía uno de ellos: cada vez que me levanto soy el doble de rico. Yo, repetía él, con 20 años ya dirigía una empresa con 10 empleados. No decía que la empresa la había heredado de su padre, claro. Desde entonces empezó a mover los hilos políticos y sociales, a poner cruces a los empleados que no pasaban por su aro: vamos que no ponían el culo en pompa, a comprar y vender terrenos y a mantener muy buenas relaciones con ex-inspectores de Hacienda metidos a políticos, a consejeros de comunidad, amigotes de escuelas de negocios que participaban en reuniones y conferencias sobre neoliberalismo auspiciadas por la CEOE. En sus empresas: ni un afiliado a la UGT o simpatizante de la izquierda. Ni que se enterase él. Cruz en la frente. Todos sus empleados debían ser, aunque sobre todo parecían, de derechas. La cosa es curiosa pues estos mismos personajes son los que ahora reclaman la intervención del Estado, y que el mercado, momentanemanete, quede aparcado. Éstos mismos salen en los medios de comuniación solicitando la licitación de obras públicas. Esto es: aplicación de teoría Keynesianas del Gasto. Saben ustedes como se llama eso en español mondo y lirondo: hipocresía. La misma hipocresía que se gastan la señora del moldeado con el traje de pieles falsas, el señor calvo de la camisa, el de la boina, el del Land Rover, el obrero industrial jubilado, el de los calcetines rotos, los compadres, primos, sobrinos e hijos de políticos rurales. La hipocresía de los que asisten a misa y follan con preservativo. La hipocresía de los que creen tener los mejores hijos y les sale puta la niña. La hipocresía, no se sientan mal, de los que se creen culo del mundo, etnocentricos, y que no son más que una cagadilla más de humanos mediocres y simples. Así de claro. Y lo son porque deben exigir más a sus partidos y no tragarse lo que sus demiurgos les cuentan en sus medios de comunicación. Simplemente: Españoles con mala baba.
1 comentario:
Por no vomitar, no me he pasdo por los blogs de los niñatos neocons, a ver qué dicen ahora de la petición de ayuda al papá estado por parte de la CEOE.
No hay que comerse mucho el coco para bautizar a estos elementos que tú tan bien describes:Pancistas de mala baba.Asco dan .
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