domingo, 10 de agosto de 2008

meditaciones del Quijote


Inicio, con este artículo, una serie de meditaciones sobre la obra de Ortega y Gasset y nada mejor que hacerlo que con su primer libro: meditaciones del Quijote. Me mueve a ello, como el propio Ortega señaló, el amor intellectualis que usó Spinoza. Creo que la mejor manera de adentrarse, o introducirse, en una disciplina cualquiera es la de coger algún autor importante y desentrañar su pensamiento y su obra de cabo a rabo, sin dejar flecos, con constancia; y preciso que iniciarse con Ortega para el pensamiento filosófico es una oportuna propedéutica. Principalmente así lo creo porque Ortega, además de pensador, era un excelente escritor. Son muchos los que le han puesto esta tremenda tacha a Ortega: Ortega, decían, no es filósofo, es escritor. Dándose poca cuenta sus detractores de que las circunstancias dentro de las cuales se debatía Ortega era una: España. Y que España tenía una amplia tradición literaria y, en cambio, una limitada tradición sistemática filosófica. Posteriormente, en su obra ¿Qué es filosofía?, se felicita por haber conseguido que los españoles se interesaran por la filosofía, siendo él un profesor de filosofía in partibus infidelim, en tierra de infieles. Así que es casi ocioso justificar que su primer libro tuviese por título meditaciones del Quijote. Uno de los libros más importantes de filosofía escritos por un español y publicados por un español se etiqueta en sus lomos como una reflexión del Quijote, la más celebrada cima de la literatura universal, que tiene su inicio vital aquí, en tierras manchegas. Por ello, hay que rebatir a los detractores de Ortega de la siguiente manera: la forma de filosofar de Ortega es a través de la literatura y, en especial, usando la forma literaria: el ensayo. Ninguna otra forma le hubiera valido para filosofar en España. Sus detractores, como vengo repitiendo, asumían que en Ortega no había filosofía y sin embargo, detrás del prólogo y en su reflexión sobre Cervantes y el Quijote toda una teoría de la realidad. Fue necesario la publicación de las lecciones de filosofía que impartió en un famoso teatro madrileño, en uno de sus libros eminentemente filosóficos, para que se dieran cuenta que en Ortega había sistema; pero ese sistema solo emerge por inmersión, valga la aparente contradicción, para contemplar el Iceberg del que nos habla Marías en bloque. Quiero señalar que para adentrarse en la filosofía Orteguiana, como de cualquier otro autor, no es posible aprehenderla bajo los esquemas y resúmenes: hay que sumergirse y mirar con escafandra marina para contemplar tanto lo que asoma como por lo que se oculta. La importancia de meditaciones del Quijote, un ensayo, una obra literaria que como tal busca la belleza –y por tanto la verdad- es mayúscula: porque todo el pensamiento Orteguiano se encuentra en él dibujado. Ya no sólo por el archirepetido inicio, sino, fijémonos, por otras pinceladas: “Héroe es –nos dice- quien quiere ser el mismo”. Es esencial comprender que la filosofía no solo se encuentra en los sistemas filosóficos; Ortega se estrelló, reconozcámoslo, en los sistemas filosóficos, hasta el tanto que creo que la forma de filosofar continental, el idealismo Neokantiano, en boga por los tiempos de estudiante de Ortega, el jóven Ortega no entendió, como se dice, ni papa. O no se si tanto, pero embrollado hubo de parecerle un rato largo. Así que decidió pensar al estilo español y que mejor que usar el ensayo como modelo de reflexión. Precursor del ensayo fue Montaigne, pero fue sin duda Ortega –junto con otros de su generación, como Gregorio Marañón – quien lo dota de sustancia íntima intelectual en grado sumo. La filosofía es amor al saber, amor a la verdad y no en vano así la conceptualiza Ortega en sus meditaciones del Quijote: “la filosofía es la ciencia general del amor”. Y entroncando con la tradición ensayística, el amor intellectualis, el ensayo es el género literario que mejor expresa tal emoción, pues en él siempre podemos encontrar el “laberinto de entretejidas voces” del que nos hablaba Borges. Se puede tachar de falta de originalidad, es cierto, pero el juego lúdico del ensayo, por selección, hace que se ponga de manifiesto uno de sus elementos básicos: el “yo” subjetivo en la inextricable avalancha de objetos culturales, que suponen “la circunstancia”. El método elegido para filosofar por Ortega no pudo ser más consecuente con su filosofía; que feliz noticia que el hubiera elegido, y además muy conscientemente, dicho método; pues si de lo que trataba era rebatir a los sistemáticos neokantianos, que no eran auténticos, porque eran, principalmente, aburridísimos, como quien dice sin sangre, sin ebullición, sin temple, que mejor que el ensayo para filosofar en tierra de infieles.

3 comentarios:

Ginebra dijo...

Jake, has estado ocupado, ¡pero has venido fuerte!!! Interesante tu entrada sobre la filosofía de Ortega y su modo de filosofar. Desconocía detalles, gracias por mostrarlos. Un beso.

Jake dijo...

un beso Ginebra: Por otros lugares -hay a algunos que pese a que dicen que no, revisan mis textos - les parece aburrido lo que escribo y que voy de listo; pero a ellos les he dado esta respuesta, Ginebra, a ver que te parece:

-Si no queréis leerlos no los leáis, cada cual que se quede como quiera y que lea lo que le apetezca: a nadie se le obliga a pinchar el enlace. Me importa poco que el blog tenga mucha o poca audiencia, pues principalmente escribo para mí o, en todo caso, para algun escarriado que me quiera leer. A fin de cuentas ya se sabe el dicho de la miel, y de que no todas las cosas no estan hechas para todos. Es muy posible que lo que escriba no os guste, porque está en las antípodas vuestras: en el fondo, aunque me retrotaiga a pensadores pasados que meditaron más sobre política - es un hecho- que más que vosotros, mientras yo hablo de futuro, pues la política es el arte de lo posible, vosotros habláis de pasado: si señores, esa es la característica del pensamiento reaccionario: se vive y se percibe un mudo que fue, que no es hoy. hay algunos que crearon estos foros de politiqueo, me parece, para copar un lugar público en el que se hablase de política, pero con la intención, me consta, de monopolizar el espacio donde campeara una tertulia de afines reaccionarios. Así que ¿Por qué no se puede hablar de política de otros modos a los que están acostumbrados? No se porqué los pincháis: si esos textos no son para vosotros; aunque no por ello no tienen porque no aparecer a la luz pública. Esta claro que mi pensamiento difiere del vuestro pero pocas veces me he metido yo con vuestros nicks en concreto, no así algunos, que hacen lo imposible para crear un foro donde campeen los suyos con los métodos acostumbrados. He respetado vuestras posturas y los nicks; si vosotros no queréis leer lo que escribo: no lo leáis: no está escrito para vosotros. Me parece, con todos mis respetos hacia vosotros, que estáis acostumbrados a un tipo de política carpetovetónica y que sois responsables de mucho de lo que pasa en muchos pueblos, así como "la partidización" de la política, es surrealista: eso si que es lo que yo no entiendo. Y por eso escribo como escribo, que por otra parte es del todo correcto, pues no mezclo conceptos. Recientemente me han dicho que en algunos sitios, por culpa de la política, unas personas no se hablan con las otras, y me he quedado de piedra, pues no me imaginaba que eso pudiera ocurrir: ESO ES, PRECISAMENTE, LO QUE YO NO ENTIENDO Y ES SURREALISTA. Normalmente creo que pasa eso por un motivo: los ciudadanos y los que más saben (los intelectuales) dejan que copen la política politiqueros mediocres de tres al cuarto; personas que no saben hablar y que lo único que saben hacer es hechar sapos y culebras por la boca, sin ningún elemento de concordia o intento de comprensión al adversario político y, que, normalmente, se hayan cegados en su grupo de tertulianos afines. La política no es hablar con los afines y poner a caldo al adversario: eso es lo único que sabéis hacer; la política consiste en saber convencer a los otros que las ideas que nosotros exponemos son razonables. No no es a mí a quien no se me entiende: sois vosotros los equivocados y los que escribís y decís las cosas más raras: porque lleváis el enfrentamiento político a la vía pública.

Ginebra dijo...

Creo que cuando uno decide crear un blog lo hace (fué mi caso y me consta que el tuyo) para expresarse libremente y para escribir lo que se nos pase por la cabeza. NUNCA comencé a escribir para tener lectores, efectivamente escribo para mí, sí la gente lo lee y les gusta, ¡bienvenidos sean!. Se enlaza y se lee lo que a uno le gusta, ésto no es una obligación. Debe ser un disfrute y como tal, está la libertad individual.
No critico, si algo no me agrada, simplemente no leo y menos comento, porque sé que existe gente que no lee y comenta (que ya es difícil a la vez que estúpido).
Estoy de acuerdo. Yo soy uno de tus "lectores descarríados".
besos y buenos días.