!Ay! Si los políticos fueran como Sancho gobernando la ínsula de Barataria.
don Quijote: «ya por muchas experiencias sabemos que no es menester ni mucha habilidad ni muchas letras para ser uno gobernador, pues hay por ahí ciento que apenas saben leer, y gobiernan como unos girifaltes», II.32.41.
Sancho Panza escribe a Teresa Panza: «De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con este mesmo deseo», II.36.14.
Cuando Sancho Panza le expresaba sus escrúpulos por su falta de preparación: «buen natural tienes, sin el cual no hay ciencia que valga; encomiéndate a Dios y procura no errar en la primera intención», II.43.21.
Con este artículo quiero dar contestación a un amigo, espero que él me permita llamarle así, de los que se han dedicado a la política, como suele decirse, ejerciendo cargos públicos: sin dejar de encomiar su labor como hombre público y sin dejar de valorar los buenos hombres y mujeres qua hay trabajando en los municipios, a este amigo, como digo, le vi un tanto molesto cuando les decía que, por regla general –no olvidar que digo regla general- muchos de los que se dedican a la política (en especial me refiero a la política local, aunque también abundan, y mucho, en la política nacional –y si no leer mi artículo sobre el debate Solbes-Pizarro) son politiqueros de tres al cuarto, sumamente mediocres. Eso sí reconozco la dificil tarea encomendada a los Sanchiles (buenos gobernantes), los cuales, haber, los hay y sé que muchos más de los que algunos creen que yo creo que hay ; entronco también con el comentario que hago a Ginebra en el anterior artículo y que les dije a unos politiqueros, estos sí, de sentido ideológico contrario al de mi amigo, para que vean que reparto por igual a los de un partido como a los de otro. En fin, la respuesta, junto con mis argumentos, que le he dado es la siguiente: Como lo que allí escribí lo escribí antes y tu me respondiste aquí, puede haber habido un malentendido y puedes haber creído que seguía dándole a la manivela el asunto que, para mí, estaba ya zanjado y tan amigos. Me alegra debatir contigo; y es muy posible que sean más los puntos en común que los puntos discordantes. Debido a que me das respuesta a mis argumentos, con apabullante precisión y razón suficiente, he decidido contestarte; principalmente las reflexiones que hago son particulares y que han tardado un largo tiempo vital en llegar a ser las que son. Éstas aparecen como punta de Iceberg y pueden parecer, si de mí lees tan solo lo que está entrecomillado, que te lleves una falsa impresión de mi pensamiento y su mayor o menor profundidad. Ginebra me conoce bien y circunstancialmente iban dirigidas mis apreciaciones a ella, que podía entender todo el sustrato de lo que digo y porqué lo digo. Mis “noches valxeritenses” surgen como un modo de participación política en lugares que, a mí entender, la política sigue pareciendo carpetovetónica. Y suelo usar mucho esta palabra porque, efectivamente, la política ha quedado enclavada en los años de Maricastaña que viene a ser en la Restauración Canovista y el pucherazo. Me preguntas en que me baso para hacer semejante afirmación y no hace falta irse lejos. Me gustaría que conocieras todos los argumentos que suelo emplear y verías que cercanos y cálidos son. No estoy del todo de acuerdo en la función política que canalizan “los políticos” (como si no fuéramos todos los humanos “animales políticos”) que expresas; esto no deja de ser un precipitado socio-cultural de larga tradición y complejo proceso. Soy político en la medida de que soy ciudadano y, por ello, no menos importante que cualquier concejal o Alcalde; ejercer la política no es coto exclusivo de los que aquí llamamos políticos: la política es más compleja de lo que los atribulados políticos ejercen, puesto que la vida pública, en palabras de Ortega “no es sólo la política, sino, a la par y aun antes, intelectual, moral, económica (…); comprende todos los usos colectivos e incluye el modo de vestir y el modo de gozar” y hasta repito con él “ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que un hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de hemiplejia moral”, agregando, “hoy en día las derechas prometen revoluciones y las izquierdas proponen tiranías” (¡Y eso lo decía en 1929!). Como veo que me has dado respuesta sin conocer, poco o mucho, lo que pienso y sin saber porqué digo lo que digo te comento, repito, que mis “noches valxeritenses” consiste en hacer un esfuerzo por ejercer una democracia directa fuera de “los partidos políticos”, organizaciones que han tratado de politizar la vida pública, creyéndose que la política es de ellos; y cuando hablo de politizar hablo de la falta de “minorías selectas” y la tendencia “al particularismo”: tendencia de cada grupo, clase o región a buscar insolidariamente su propio interés sin atender el bien común; verdaderos motivos, hoy como ayer, de una politización partidista y soez: por ello estoy con lo que dice Adela Cortina, catedrática de filosofía moral: “Desgraciadamente, porque entiendo que el principio de la democracia debería ser el protagonismo de los ciudadanos. Los ciudadanos tienen que darse cuenta de que la democracia es el gobierno del pueblo y que los políticos tienen que ser unos coordinadores de las sugerencias, los proyectos y las ilusiones de la sociedad”. O es la politización de la vida pública lo que más cansa. No. La vida pública son las celebraciones conjuntas, como las fiestas y tradiciones de un pueblo, las creaciones culturales de una localidad, las reuniones, tertulias, juegos, cafés; y, diría ahora, la politización no es lo que enturbia las relaciones sociales: a todos nos interesa el "bien común". Ese es el objeto compartido de dos ciencias prácticas: la política y la ética. Lo que cansa, lo que aburre es otra cosa: la partidización. Dice Adela Cortina, Catedrática de ética y Filosofía política lo siguiente, argumentos que comparto: "La razón es que cada partido ve en los grandes temas una cantidad de votos, por eso hacen propuestas que lo diferencien del adversario, y con ese punto de partida resulta imposible alcanzar acuerdos. Si los partidos mayoritarios buscan la diferencia y no el consenso, es debido a que tienen la falsa idea de que encontrarlo significaría que los ciudadanos tendríamos dificultades a la hora de decidir a quién votar, porque no distinguiríamos entre unos y otros. Se ha llegado a tal extremo en la sociedad que, si una idea propia coincide con la del PSOE o el PP, te dicen que perteneces a uno u otro partido. Hasta ahí llegan las cotas de animadversión, y se ha de explicar que digan lo que digan unos u otros, eso no influye en mí, porque lo pienso yo, que tengo capacidad para ello". De todas formas, por si te puede interesar, te señalo lo que dejé escrito en otra parte, sobre la para mí una forma de organizar la vida pública que es lo que es la política mas que nada: para mí, la verdadera vertebración del Estado se efectúa en la política municipal o local. Nada me gustaría más que en los pueblos tan politizados en intestinas, calamitosas y cainitas debates políticos entre vecinos se hablase de Política en mayúsculas. Repito: para mí la auténtica vertebración del Estado se efectúa en los municipios y comarcas. Ahí es el mejor lugar para elegir a los mejores representantes de los ciudadanos y donde son los ciudadanos los que hacen la política. Elegir a los mejores no significa escoger al que más sabe (el intelectual tiene otras funciones más relacionadas con la pedagogía política y moral de los gobernantes que con el propio gobierno), no, repito, no es elegir al que más sabe, sino elegir al más “sabio”. El más sabio puede ser una persona, como Sancho Panza, que sepa poco de leyes y poco de letras: pero en cambio tiene la virtud del político: la de ser “buena persona”. Cosa esta que es dificilísima: entre miles, o millones, se pueden contar con los dedos de una mano las buenas personas que hay. En fin, creo que los representantes locales y comarcales tendrían que ser los que acudieran a las cámaras nacionales, pero no como representantes de todos, sino como representantes de sus comarcas y localidades: así la política se hacía de abajo, desde el ciudadano –siendo un ciudadano el político – hacia arriba. Sería a través de elecciones locales o comarcales como ser elegiría a un gobierno supra territorial, y no a través de elecciones generales. La convivencia nacional actual no está fundamentada de esta forma: sino que va de arriba hacia abajo. Mientras que en mi postura son los ciudadanos los que efectúan el sosteniendo del estado con sus fuerzas hacia arriba, en la forma actual los ciudadanos son aplastados por el estado que ejerce su empuje hacia abajo. Y repito, cuando hablo de regla general, lo digo porque la experiencia me ha hecho ver que eso es así: no quiere decir que lo veas de otro modo. Sin embargo yo ya tengo algo de estoico y mucho de Epicuro, por eso me quedo en mi jardín, que le tengo, y hago la política, esa realidad de la cual te crees, equivocadamente, que solo “los políticos” pueden hacer algo: pues hay otras formas de hacer política, como participado en las fiestas del pueblo y hablando con todos los vecinos y no llevándose mal con ninguno, sean cenutriamente de izquierdas o de Derechas. Y el que aquí escribe es liberal hasta la médula, como lo era Ortega o Ayala o Marañón –mis escritores preferidos, y progresista como Galdós –otro de mis preferidos. Buenas tardes.
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