jueves, 6 de noviembre de 2008

Algo sobre la educación: ética dialógica

Un amigo, excelente conversador de política, tras excelentes vinos y copiosas cenas, y yo, hemos mantenido un debate al tanto de la Guerra Civil española. Hecho histórico de singular importancia y profundas heridas. Somos desde estas páginas conscientes de la importancia de aquella conflagración fraticida, a la que debemos respetar por los daños e historias familiares que hicieron sufrir a muchos compatriotas. Sirva como ejemplo aquel conflicto para recordar en lo que la política nunca se debe convertir. Al análisis sosegado de los hechos y el respeto por el diálogo entre las nuevas generaciones es preciso; en especial se hace necesario el uso de la razón ética para entablar conversaciones fuctíferas sobre ella. En especial, debemos barrer todas las pre-concepciones, esas que recibimos siendo niños, y que nos colocan una malla, al que esto escribe el primero, en nuestra mollera, y que nos hace ver los hechos con el cristal axiológico que nos implantaron durante nuestra educación (Leáse familiar, escolar -pública, privada -), tan importante para las que, posteriormente, van a ser nuestras opiniones. Soy un defensor a ultranza de "la educación pública". En un tiempo se pensó que esta sería el motor fructífero que traería la "regeneración" política, siempre tan necesaria en este país. Por suerte ya se ha ganado mucho, pero no lo suficiente. El debate sobre la educación pública-privada es inacabable, y eso tiene mucho que ver con las relaciones de Poder político que posteriormente vendrán a darse, y sobre la retícula con la que se comprenderán determinados hechos. Somos de los que pensamos que la educación debe servir, ante todo, para poner en tela de juicio todas nuestras concepciones axiológicas. Que nos sirva para comprender de donde vienen todos nuestros valores. Los sociólogos lo llaman "proceso de socialización"; algo más amplio es el concepto, similar, que usan los atropólogos, como "endoculturización". Comprender la naturaleza de este singular e importante proceso social es muy esclarecedor. Una vez conocidos de donde vienen nuestros valores, y puestos en tela de juicio, estamos más libres (objeto último de la educación) para posicionarnos políticamente -entendiendo la política como participación de la vida pública comunitaria-. Aún más: definiendo la política, para el futuro, como el lugar de la convivencia democrática, el argumento, el diálogo. Es lo que diversos autores, tales como Adela Cortina, ha denominado ética dialógica.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sólo saludarte, estoy encantada de haber accedido a tu blog.

Precioso el Jerte. Precioso...

Un saludo,