martes, 18 de noviembre de 2008

Vuelve Keynes


Corría el año 1992. La referencia en las escuelas de economía, por aquellos entonces, era Mario Conde. La cultura del pelotazo, los ejecutivos agresivos, con casco y moto, los calcetines tipo panty, la hoguera de las vanidades, el dinero fácil, los seniors executives, las armas de mujer y Wall Street imperan. Los del Opus, a su vez, abren sus escuelas de negocios, masters, el ESIC el IE señaladamente. De ellos se van a nutrir sus empresas en redes de amigotes. Lo que triunfa es el marketing y la mercadotecnia. La moral del directivo y del dinero. Atrás quedaron los peinados de los 80 de las chicas, que hoy nos causan tanta simpatía. La caída del muro de Berlín, el fin de las ideologías y, por tanto, de la Historia, y “los liberales”, en lo económico, hacían legión. En lo económico tan solo. Que en lo moral, en especial en España, donde las familias del Opus, beneficiarias del desarrollismo -por ser ellos sus partícipes-, seguían tan rancios como siempre. El tolón tolón liberal y que en España suena al coro de los niños cantores del Pardo, a colegios religiosos a donde van las elites todas, así como muchos otros niños que no lo son, ni lo serán -siempre es beneficioso que haya gentes que besen los pies a otras-. Gentes humildes, algunos criados en chozos, que les da, no sé porqué, por llevar a sus hijos a colegios bien y a seminarios doctrinarios: con los buenos colegios públicos que hay. En Inglaterra: la dama de Hierro. En los USA: Ronald Reagan. En España: Felipe González. Según la Revista Tiempo, y otras muchas, pertenecientes a la Obra, contaban el chiste: Con Felipe, todos a pique. Buen chiste, si señor, que causaba buenas risas a mis amigos de la derecha, algunos de los cuales criados en camastros de helechos y educados con la enciclopedia Álvarez, en todo caso, y como mucho. Otros, hijos y nietos de tenderos, habituados a tener perras, para quien todos los demás somos vagos. A los que les contesto, poniendo el dedo en posición erecta: sube aquí y pedalea. En aquel año, la crisis económica hacía que muchos golfetes del botellón estuviéramos en los aparcadoiros de las Universidades y, los fines de semana, ¡a Cáceres!. Ciudad patrimonio de la Humanidad repleta de estudiantes. Estudiantes que ibamos en tropel, pian pianito, a la plaza: con bolsas de plástico, vasos de picnic, botellas de pachanga, Whisky y Ron. ¡Cómo lo pasábamos! En Económicas triunfaban los monetaristas, y bastaron dos años de ajuste para cumplir los requisitos impuestos por Maastrich, para que los sones de radio intereconomía nos metieran el sonsonete de la teoría económica neoliberal. Eso y, como no, los escándalos oreados por quien no tenía el poder para que, una vez conseguido, obrar del mismo modo, y beneficiar a sus amigotes, reduciendo a mínimo la inspección fiscal, por ejemplo. Lógico, si el secretario del ramo compartió el aula con el director del ESIC. Algunos disfrutamos con las clases del profesor Sosa, director de tesis del jugador del Madrid Manolo Sanchís, y sus ratios de apalancamientos financieros y de solvencias a corto, donde aprendimos a ver un balance y, de lejos, el problema financiero de Rumasa y del Real Madrid. La imagen fiel del patrimonio. Sí si: La del patrimonio de sus corifeos residentes del barrio de Salamanca. la “beautiful people”. Barrio pudiente madrileño a donde acuden, por el entonces, “las chachas” honorables de Leganés y Parla, entre otros sitios, a criarles los hijos. Hoy día bastión de la Espe. Solo había un problema: muchos aprendimos la maquinita de Keynes. No cabía otra. Es el ABC de al economía, pero en plan progresista. Lo primero que se aprendía en económicas era “la trampa de la liquidez”, el new deal y la introducción de Gastos Públicos para incentivar la demanda agregada. Por aquellos días Keynes estaba acabado: el Déficit público, argumentaban los liberales del cristianismo heredero de Felipe II, hace que los tipos de interés sean altos. Era el tambor de Aznar. Tambor de la FAES que hoy suena a tambor roto. Como el soniquete del concurso de sobremesa cuando el concursante falla la respuesta. Chafados: Keynes vuelve. Samuelson pide a Obama que insufle la economía a través del gasto Público, y que, en tiempos como éstos, no pensemos en el déficit. ¿Qué dicen “los liberales” sobre todo esto? Callados como putas. Y los que somos simpatizantes de los filósofos de la “escuela de Francfort”, con Habermas y Adorno a la cabeza, nos partimos de risa: llevábamos razón desde 1992, cuando nos poníamos tibios en la plaza de Cáceres en fines de semana locos.

1 comentario:

Erasmo dijo...

Me ha encantado esta entrada de pensamienot historico retro pero con verdades como puños. Te sigo y te añado a mi gogle Reader.
saludos
Pedro
www.elprofedefilo.com