Aquí atrás expresé una idea: “La religión no es un humanismo”. En clara referencia a Sartre que sostuvo, al contrario, que el existencialismo es un humanismo, con argumentos que comparto. Ahora añado uno nuevo: “el marxismo es una religión”. Parece mentira que a las altura de milenio en el que andamos debamos mantener, aún, tales argumentos. Somos de los que pensamos que no vivimos en el mejor de los mundos posibles, aún: de que el hombre es un lobo para el hombre y que, por añadidura, esto es un valle de lágrimas. Si que pensamos que otro mundo es posible, pero de muy difícil práctica, máxime si son las ideologías las que se imponen. Neo-liberalismo, como epitome de la globalización y, en sentido contrario, anti-globalización. La postura ética, o la ética en sí, va más allá de esas cuestiones y su uso, cuando es tratado por las ideologías es muy sospechosa. Ideología consiste en interpretación de la realidad en base a una serie de postulados teóricos que, de por sí, hierran. Fallan. Aparecen como verdaderos, no siéndolos. El marxismo adoleció de ello. Primero: su pensamiento está conformado por el odio. Segundo: su interpretación de la historia es errónea. Tercero: Su análisis social adolece de una simplicidad sin parangón: El análisis de la evolución de la Historia, como lucha de clases, es del todo erróneo. Antropólogos más recienten, como Marvin Harris, analizan la evolución social a través de una asimilación más correcta del materialismo Hegeliano a como lo hace Marx. El materialismo cultural esta más acertado en el análisis. Y eso que Hegel, y su filosofía de la historia, son del todo criticables. Cuarto: el Marx economista falla en su teoría del valor. La teoría del valor se sustenta en que el valor de las mercancías es la del valor de trabajo simple incorporado. Falso. El valor de las mercancías es la satisfacción o utilidad que adquiere de ellas en comprador. Si Marx trata de montar su artificio sobre un error, todo lo que viene después el falso. La teoría de la plusvalía, por ejemplo. La doctrina marxista de que existe una fuerza cósmica llamada materialismo dialéctico es mera mitología. Sin embargo, sus errores teóricos no habrían importado tanto de no haber sido porque su principal deseo es ver a sus enemigos castigados, y a tal fin le importaba poco lo que le sucediera a sus amigos. Marx pensaba que el conflicto de clases siempre ha sido el movimiento de la historia y del cambio social, hasta que sus seguidores resulten victoriosos, tras lo cual la gente vivirá feliz por siempre jamás, como al final de un cuento de hadas. Sin embargo, lo que le inspiraba Marx no era la justicia: era el resentimiento. Como los desvalidos, argumenta, son más, y, por añadidura, están resentidos es la clave de la inestabilidad. Sin embargo, la motivación de este movimiento no estriba en un principio de justicia positivo, sino en un principio negativo de odio. No creo que a partir de tal principio sea posible crear un buen orden social. Marx no tuvo en cuenta otros factores extra-económicos para determinar la política y pensaba que eran solo los económicas las que influyen en la historia. Esto es: la codicia. Falso. Junto a la codicia, la rivalidad, la vanidad y el amor al poder, son, después de los instintos básicos, los principales hostigadores de cuanto sucede en política. Y de estas no están exentas, tampoco, los regímenes socialistas. Si el resentimiento es la base del marxismo y del primer socialismo. Dónde se sitúan “la izquierda democrática” o, socialistas no marxistas, cuyo afán es construir convivencia, si los marxistas lo que tratan es de manifestar su odio de resentidos de tal forma que si, alguna vez, llegan al poder lo que hacen es comportarse con los que antes “oprimían” en “oprimidos”. Si las izquierdas se comportan de esa manera pierden toda la autoridad moral que sus nobles principios pueden sostener. El único paraíso posible es el dique que “los ciudadanos” impongan a “los plutocratas”. El marxismo, guiado por el resentimiento, no puede eliminar la opresión de los oprimidos: para hacerlo se valen, también, de la opresión. Por ello adolecen de justificación ética y de toda razón.
2 comentarios:
El marxismo es una ciencia,no es una religión ni un dogma de fe.
En parte, hasta la fecha, no se ha podido falsar del todo; aunque si creo que existen teorías antropológicas y socio-culturales que explican con mayor precisión los hechos sociales y, por tanto, históricos. Por ejemplo, la Antropología cultural se vale del materialismo, analizando los hechos económicos para explicar la evolución social de todas las civilicaciones, pueblos y culturas. Quiere esto decir que el "materialismo" es una lente teórica que nos puede servir de ayuda. La frase de Marx, sobre la labor del filósofo como trasformador de la sociedad -en vez de su interprete-, si puede ser sometida a análisis lógico-formal. Toda transformación implica una interpretación de la realidad. Sobre si es una ciencia el debate puede ser prolijo. Por lo pronto, en la misma concepción de la dialéctica, su exposición ha quedado anticuada, pues nuevas teorías sociológicas parace más razonables. Aunque para ello habría que estudiar hasta que punto los estudios sociales son ciencia o no, cosa que no está del todo tan clara aún como pueda parecer. De todas formas, el marxismo fue una exposición teórica de naturaleza filosófica, a la cual no se le pueden aplicar criterios de falsación o validación, o verificación; fue una reflexión filosófica y, por tanto de segundo grado. Desde un plano de teória económica, la teoría del valor de las mercancias hace aguas. Me es mas interesnate el plano "político" que el "filosófico" de la alienación. No tanto sobre la naturaleza de la propiedad del producto como la "relación de Poder" que se establece entre "trabajador" y "empresario". Siendo plausible la concepción de la alienación me parece más importante limitar las relaciones de Poder.
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