martes, 16 de diciembre de 2014

El arte de descubrir los falsos razonamientos erísticos






Erística , a partir de la antigua palabra griega Eris que significa " disputa " o " conflictos " y techne, arte, procedimiento es el arte del conflicto y del debate. A menudo se refiere a un tipo de argumentación que se centra en terminar con la disputa con éxito de un argumento en lugar de acercarse a una realidad dada.

1.  Argumento ad hominem (del latín, "contra el hombre") a un tipo de falacia (argumento que, por su forma o contenido, no está capacitado para sostener una tesis) que consiste en dar por sentada la falsedad de una afirmación tomando como argumento quién es el emisor de ésta. Para utilizar esta falacia se intenta desacreditar a la persona que defiende una postura señalando una característica o creencia impopular de esa persona.1
Una falacia ad hominem tiene esta estructura:
A afirma B;
Hay algo cuestionable (o que se pretende cuestionar) acerca de A,
Por tanto, B es falso.
 2. Falacia del hombre de paja o del espantapájaros consiste en caricaturizar los argumentos o la posición del oponente, tergiversando, exagerando o cambiando el significado de sus palabras para facilitar un ataque lingüístico o dialéctico. Su nombre hace alusión a que el argumentador no combate los argumentos contrarios, sino una imitación falsa y vulnerable de los mismos (el «hombre de paja»), a fin de dar la ilusión de vencerlos con facilidad.


 3.  Generalización apresurada, muestra sesgada o Secundum quid, es una falacia que se comete al inferir una conclusión general a partir de una prueba insuficiente. Una generalización apresurada puede ser entendida como una mala inducción (carente de cogencia). Por ejemplo, considérese el siguiente argumento:
Juan es alto y es rápido.
María es alta y es rápida.
Matias es alto y es rápido.
Por lo tanto, todas las personas altas son rápidas.
Concluir que todas las personas altas son rápidas, porque haya tres que lo sean, es una generalización apresurada. Es muy probable que haya personas que sean altas y que sin embargo no sean rápidas.
El límite entre una generalización apresurada y una buena inducción a veces puede ser difuso, y establecer un criterio claro para distinguirlos es parte del problema de la inducción.


4. Petición de principio (del latín petitio principii, "suponiendo el punto inicial") es una falacia que ocurre cuando la proposición por ser probada se incluye implícita o explícitamente entre las premisas. Como concepto en la lógica la primera definición de esta falacia conocida en Occidente fue acuñada por el filósofo griego Aristóteles, en su obra Primeros analíticos.1
Este término no se suele aplicar a la falacia más general que resulta cuando la evidencia dada para una proposición necesita tanta prueba como la proposición misma. El término más usado para una argumentación semejante es el de falacia de las muchas preguntas.



5. «Post hoc ergo propter hoc» es una expresión latina que significa “después de esto, por lo tanto, a consecuencia de esto”. A veces se acorta por post hoc.
Post hoc es también llamado correlación coincidente o causalidad falsa. Es un tipo de falacia que afirma o asume que si un acontecimiento sucede después de otro, el segundo es consecuencia del primero. Este es un error particularmente tentador, porque la secuencia temporal es algo integral a la causalidad: es verdad que una causa se produce antes de un efecto. La falacia viene de sacar una conclusión basándose sólo en el orden de los acontecimientos, lo cual no es un indicador fiable. Es decir, no siempre es verdad que el primer acontecimiento produjo el segundo acontecimiento.
Post hoc es un ejemplo de la falacia de afirmación de la consecuencia. Puede expresarse así:
El acontecimiento A sucedió antes que el acontecimiento B.
Por lo tanto, A debe haber causado B.
Post hoc se relaciona también con la falacia de “correlación no implica causalidad” o cum hoc ergo propter hoc.


6.  Falso dilema involucra una situación en la que se presentan dos puntos de vista como las únicas opciones posibles, cuando en realidad existen una o más opciones alternativas que no han sido consideradas. Las dos alternativas son con frecuencia, aunque no siempre, los puntos de vista más extremos dentro de un espectro de posibilidades. En vez de tales simplificaciones extremistas suele ser más apropiado considerar el rango completo, como en la lógica difusa. El "falso dilema" también es conocido como dilema falsificado, falacia del tercero excluido, falsa dicotomía, falsa oposición,1 falsa dualidad, falso correlativo o bifurcación
La falacia del falso dilema es una de las formas de uso incorrecto del operador lógico «o». Para otros usos incorrectos de este mismo operador, vea la falacia de la elección falsa.
Un falso dilema no tiene por qué estar necesariamente limitado a dos alternativas, pudiendo involucrar tres o más, pero en todo caso se caracteriza por omitir alternativas razonables sin argumentar esa exclusión, sea ésta deliberada o accidental.

  7. Argumento ad ignorantiam, o argumentum ad ignorantiam, también conocido como llamada a la ignorancia, es una falacia que consiste en sostener la verdad (o falsedad) de una afirmación alegando que no existe evidencia o prueba de lo contrario, o bien alegando la incapacidad o la negativa de un oponente a presentar pruebas convincentes de lo contrario.1 Quienes argumentan de esta manera no basan su argumento en el conocimiento, sino en la ignorancia, en la falta de conocimiento.1 Esta impaciencia con la ambigüedad suele criticarse con la frase: «la ausencia de prueba no es prueba de ausencia»;2 es decir, se comete esta falacia cuando se infiere la verdad o falsedad de una proposición basándose en la ignorancia existente sobre ella.


  8. Onus probandi (‘carga de la prueba’) es una expresión latina del principio jurídico que señala quién está obligado a probar un determinado hecho ante los tribunales.
El fundamento del onus probandi radica en un viejo aforismo de derecho que expresa que «lo normal se entiende que está probado, lo anormal se prueba». Por tanto, quien invoca algo que rompe el estado de normalidad, debe probarlo («affirmanti incumbit probatio»: ‘a quien afirma, incumbe la prueba’). Básicamente, lo que se quiere decir con este aforismo es que la carga o el trabajo de probar un enunciado debe recaer en aquel que rompe el estado de normalidad (el que afirma poseer una nueva verdad sobre un tema).

En el pensamiento crítico significa que quien realiza una afirmación, tanto positiva («Puedo levantar 50 kilos con un solo brazo») como negativa («Esto es imposible, pues no existe vida extraterrestre»), es a quien le corresponde probar la proposición y no a su interlocutor. Este, con una saludable dosis de escepticismo, dirá: «Si es así, desmuéstramelo». Es importante aclarar que ni la ciencia ni nadie puede probar un negativo («No existen los gnomos»), especialmente si se es infalsable; puesto que quien afirma un asunto clamará inexorablemente que «aún no se ha buscado debajo de todas las piedras» (véase Tetera de Russell). Las excepciones son los casos en que es posible demostrar mediante modus tollendo tollens o reducción al absurdo que su positivo es autocontradictorio («Existen círculos cuadrados»), por tanto necesariamente su negativo es cierto («Por sus definiciones, es imposible la existencia de tal figura, por tanto no existen»). No obstante a lo anterior, hay que tener cuidado de no caer en la falacia ad ignorantiam, pues ausencia de pruebas no es prueba de ausencia. De acuerdo a la Navaja de Occam o principio de parsimonia, si se presentan dos hipótesis alternativas para explicar un hecho, ambas igualmente carentes de evidencias, se debe preferir aquella que requiera de menos supuestos.


9. Non sequitur (del latín «no se sigue») es una falacia en la cual la conclusión no se deduce (no se sigue) de las premisas. En sentido amplio, se aplica a cualquier razonamiento inconsecuente. La conclusión desmesurada y la petición de principio son también tipos de non sequitur.

 10. Argumento ad populum, argumentum ad populum (en latín, 'dirigido al pueblo') o sofisma populista, es una falacia que implica responder a un argumento o a una afirmación refiriéndose a la supuesta opinión que de ello tiene la gente en general, en lugar de al argumento por sí mismo. Un argumento ad populum tiene esta estructura:
Para la mayoría, A.
Por lo tanto, A.
Los argumentos ad populum se suelen usar en discursos más o menos populistas, y también en las discusiones cotidianas. También se utiliza en política y en los medios de comunicación aunque no es tan poderosa como el argumentum ad hominem. Suele adquirir mayor firmeza cuando va acompañada de un sondeo o encuesta que respalda la afirmación falaz. A pesar de todo, es bastante sutil y para oídos poco acostumbrados al razonamiento puede pasar inadvertido.






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