domingo, 30 de enero de 2011

Volver a Marx

 Del mismo modo que sin los mercantilistas del siglo XVI y XVII y los fisiócratas de Quesnay no existiría Adam Smith, sin este no existiría David Ricardo. Y sin David Ricardo no habría Marx y su teoría del valor del trabajo. La genealogía de la economía política es algo que ya está muy discutido, y no hacen falta más aclaraciones. La superación de la ideología liberal por una ideología socialista no implica la destrucción de lo que el liberalismo tuvo de emancipador para el hombre; esta es una cosa que aún les cuesta comprender a algunos, que pasaron por la historia como un elefante en una cacharrería, sin comprender mínimamente lo que el ser humano es. El mal moral que para la izquierda humanista, social, liberal y democrática ha provocado es poco menos que indecente, y pocas son las razones que han dado aún como para decirles: pues sí, “teníais razón”, tanto en la práctica política como en su reflexión. Solo tienen que hacer una cosa: convénceme. Claro es reconocer que Marx interpuso una severa reflexión del mundo y la realidad que percibía. Que la libertad que describían los manuales de economía clásica y la escuela británica tenían importantes tachas, pero de ahí a destruir todo el pensamiento liberal va un trecho largo; pues la realidad que él observaba es una realidad creada y nacida del iluminismo. Recordemos que Marx leía profusamente con su padre las obras de Voltaire y Leibtnitz, de Rosseau, de Locke y de Lessing. La base sobre la que se sustenta Marx es la Ilustración y, sobre ella, la reformula con la intención de superarla. Superación significa mejoría, no depauperación: significa en Marx una esperanza de mundo mejor. En Marx no hay terrorismo de estado, ni revolucionarismo para mentes estrechas. En Marx hay deseos de un Estado democrático, y de un mundo posterior que también habría de evolucionar hacia mejores metas de solidaridad humana. Esa era la esperanza, fundamentada en un determinismo histórico inapelable: el camino hacia la libertad absoluta, que no es otra que liberarlo de sus determinaciones materiales. Yo al menos lo veo como una esperanza en una sociedad mejor, de justicia y de Derecho, de asamblea planetaria y de respeto a la diversidad mundial; y freno a la propiedad que avasalla, que mata, que destruye, que aniquila, que destroza. Freno a la propiedad inmoral. ¿Freno a toda propiedad? No, solo a la inmoral. A las grandes riquezas en manos de unos pocos que deciden como y cuando han  de quebrar Estados sin la participación de la ciudadanía; respeto a los patrimonios espirituales de la humanidad, cuales son todas las religiones, en una organización moral planetaria donde se debatan todos y cada uno de los bienes que la sociedad tiene, en un ambiente de razones y respeto, y cuyo interés sea el interés del planeta: de la civilización humana. No aprenderemos hasta que esto último un haya calado en la más honda de las convicciones de cada uno de los humanos. Eso, y no otra cosa, es el socialismo. Y hacia eso debe organizarse y para eso debe de prepararse: ese tiene que ser su objetivo de gobierno. Compuesto por un comité de sabios humanistas que se sitúen en la crema de la intelectualidad moral, y que cuando hablen, argumenten, y cuando expliquen, persuadan y cuando traten de convencer, respeten y no insulten. Y de ellos se tienen que nutrir toda las organizaciones que crean en un mundo mejor organizado y sirvan de guía y allanen el camino hacia ese mundo. Porque todo movimiento necesita de líderes, pero de líderes morales cuyo objetivo sea la convivencia cívica y el debate sosegado. El mundo va demasiado deprisa. No hace falta que vaya tan rápido. No hace falta que vivamos en un tren expreso: de eso se darán cuenta solamente cuando ese tren haya descarrilado. Que es lo que esperaba Marx, sin necesidad de dinamiteros. Porque el que pone dinamita, ha subvertido sus principios. Ese fue del descarrío de una parte de la izquierda y de la que no podemos sustraernos. En  el fondo último, otra vez, se encuentra el debate sobre la propiedad. Y aquí una buena respuesta es la que escribí en otra ocasión: propiedad estatal del poder económico fundamental: que abarca, como mínimo, la tierra y los minerales, con los carburantes incluidos, el capital, la banca, el crédito y el comercio exterior. No esperemos que esto se nos entregue a la humanidad por bien de la humanidad. Que de ahí surgen las tesis revolucionarias, y de ellas no se han obtenido más que descalabros, pues los propietarios no van a andarse con zarandajas -es lo que se llamó fascismo-. El triunfo, para lograr un mundo mejor, empieza con un triunfo moral. Al mundo no le va a quedar otra alternativa si no quiere perecer. De eso, o se dan cuenta, y cuando no haya nada que defender, quizá haya una pequeña posibilidad.  Pensando de un modo optimista: Marx es la esperanza. Cambiando la palabra proletariado, que ha quedado anticuada, por la aún más vieja, pero con nuevas connotaciones, de ciudadanos y ciudadanía: ciudadanos planetarios. Como afirmaba los cambios se producen por cambios materiales. Pero estamos asistiendo a un cambio esencial, cual es el de la información dispuesta en una “aldea global”. Eso por un lado. El otro cambio es que las economías de países superpoblados y pobres están copiando el modelo de occidente. Las revoluciones del norte de áfrica exigen las libertades y bienes materiales del norte. Esto es: copia del el modelo de vida y económico del occidente, que no es compatible con la vida en el planeta, pero que significa una evolución de cajón. Un mundo sin satrapías ni tiranías, una democracia global, es lo que tiene de nuevo la relectura de Marx para estos comienzos de milenio, de lo que tiene de Esperanza. Marx era un filósofo que analiza la realidad con las herramientas filosóficas de su tiempo y con los hechos que observa en el XIX. Está claro que el marxismo ha evolucionado muy mucho, y ahí tenemos el marxismo en Sartre, y su crítica a la razón dialéctica, o a Castoriadis, o a muchos otros.  No considero que sea una ciencia, tal y como hoy se la entiende; pero si es un buena herramienta de esperanza para conseguir un mundo mejor. Y hay que cogerlo como lo que es: una filosofía, un análisis filosófico del hombre, y un ansia de libertad total. El hombre es mucho más que un homo oeconómicus o un homo faber. Tratar con desdén a Marx es una actitud característica de aquellos que tienen una menguada aptitud mental, al igual que entronizarlo con un Dios del pensamiento. Hay que analizarlo como lo que es: un gran pensador, un gran filósofo. Y es el momento de traerlo a colación a día como el de hoy y a momentos como el actual: con grandes desajustes en el mundo y las economías de Asia copiando el modelo actual. Los Estados Unidos de Norteamerica ya están percibiendo los graves problemas a los que se enfrenta: en la primera década del siglo quisieron, debido a su inmenso poder, crear la ilusión de que lo que había era un enfrentamiento entre occidente cristiano y el oriente musulmán. Pero eso hoy ya no cuela. Lo que hay es una universalización del modelo de producción capitalista: el capitalismo desbocado. A lo que se enfrenta el planeta es a un modelo de civilización planetaria que nació con el mundo cartesiano y el descubrimiento de América. Y eso se ha expandido a todo el mundo, haciendo desaparecer etnias y grupos locales, haciendo desaparecer a los pequeños alfareros, como en la fábula de Saramago escrita en la Caverna.  La antropología humana es demasiado compleja, pero no es algo que no se pueda comprender. ¿Quien salvará a este planeta? Hemos de coger lo bueno de la teoría liberal, en lo que añadió a su estudio de la libertad, el Derecho, los límites al poder, y sumarlo a los principios de la evolución histórica que estudió Marx. Esto escribió Bertrand Russell, que son ideas todas de un socialista liberal, desarrollado en su “Elogio a la Ociosidad” y problemas a enfrentarse, y los análisis que de ellos hace: 1.- La quiebra del beneficio como motivación; 2.- Posibilidad de Ocio; 3.- Inseguridad económica; 3.- Los ricos sin trabajo. 4.- Educación. 6.- La emancipación de la mujer y el bienestar de los niños. 7.- Arte. 8.- Servicios públicos improductivos. Como afirma, Russell: Empecemos por una definición de socialismo. La definición debe comprender dos partes: la económica y la política. La parte económica consiste en la propiedad estatal del poder económico fundamental que abarca, como mínimo, la tierra y los minerales, el capital, la banca, el crédito y el comercio exterior. La parte política requiere que el poder político será fundamentalmente democrático.

Todo ello con un gobierno mundial de carácter ético.

No es un evolución histórica: es una necesidad racional para retrasar desaparición del planeta. Hasta que la razón humana no haya comprendido eso, no habrá revolución. Y son los cerebros todos los que han de reformarse.

 A día de hoy la recepción de Marx se debe hacer con una referencia planetaria a un gobierno mundial: pero eso, si ocurre, ocurrirá cuando Estados Unidos pierda su hegemonía mundial y toda la civilización planetaria esté al borde del colapso. Y es que el capitalismo se va a ir de las manos, es una cosa que parece obvia. Yo creo que solo hay una solución: un socialismo liberal con gobierno mundial.

Al capitalismo se le ha desbocado la máquina productiva; precisamente el enfrentamiento durante la Guerra Fría en dos bloques fue lo que hizo fue retrasar el proceso que Marx explicaba. Una vez que cayó el muro de Berlín se ha vuelto a acelerar el proceso, de ahí que surgieran “los neoliberales” que han sido lo de toda la vida. El problema al que se enfrenta el mundo actual es que lo que antes era el “mundo colonial” y que se rebautizó como “tercer mundo” en la década de los 60 y 70 están “copiando” el modelo de occidente. De ahí que India y China, los más superpoblados países de ese mundo ex-colonial, y parte de Asia, y parte del mundo árabe occidentalizado, que es casi todo él - unido a un fuerte anti-occidentalismo, aunque parezca una contradicción- quieren copiar el modelo capitalista burgués. Nunca Marx ha estado más presente que nunca en este comienzo de milenio.  El problema de la izquierda, y por eso va sin rumbo, es que no vuelve a recoger al Marx en el punto en que éste se quedó y elaborar una teoría política que aprovechase la teoría liberal en lo que tiene de bueno para superarla en valores de convivencia cívica en el mundo. O eso o la barbarie. El problema aparece porque no hay un verdadera teoría que explicite cuáles son sus objetivos políticos y organización de la convivencia mundial. De eso Marx dijo poco; otro problema es que las experiencias de socialismo real han tenido que competir productivamente con las economías de mercado, tergiversando el problema, cual es la producción. Si ambos sistemas son culturas de trabajo y producción y mercancía estamos en las mismas. El problema es un problema cívico, moral y político del gobierno mundial. Una asamblea mundial y un cambio de valores sobre lo que el ser humano puede llegar a ser y cuáles son sus necesidades es la única manera de retrasar el eclipse de la humanidad sobre el planeta.

1 comentario:

Txema dijo...

Jake, te tengo abandonado y eso es imperdonable. En esta larga y seria reflexión que nos presentas haces una afirmación, entre otras muchas, con la que coincido absolutamente.

No se puede entender a Marx, sin los precedentes históricos que señalas.

Yo, que me considero marxista (por lo menos aprendiz) no puedo, y aún más no quiero, renunciar a los avances que para el hombre supuso la Revolución Francesa que fue una revolución eminentemente burguesa.

Incluso en el caso de mi admirado Roberpierre, no se puede hablar de una revolución proletaria, por más que algunos movimientos pre proletarios ya se vislumbraran en aquella época.

Pero es más. En el caso concreto de España, posiblemente, estaríamos hablando de otra hsitoría si el movimiento comunero hubiera triunfado. Fue una revolución preburguesa.

Si, estamos de acuerdo en que para algunos un buen día aparece Marx, como una especie de mesías y sin más empieza a impartir doctrina.

Eso ha sido un error que ha costado muy caro al movimiento socialista.

Lo más gracioso del caso, por decir algo, es que éstos presumen de leninistas, cuando Lenin, precisamente jamás rechazó la valía de las revoluciones liberales y burguesas y siempre dijo que habían sido un avance importante.

Bueno, no mde enrollo más.

Un saludo