jueves, 4 de junio de 2009

Saramago y laicismo.

Ha escrito Jose Saramago en sus cuadernos, en relación sobre el laicismo, lo siguiente, y que, por parecer de interés, voy a copias aquí, con el objeto de que los comentemos:
“Anda viva la cuestión del laicismo, a mi modo de ver en términos no muy claros, porque parece que se quiere ignorar la cuestión fundamental que subyace al debate: creer o no creer en la existencia de un dios que, además de haber creado el universo y por tanto la especie humana, acabará siendo, en el fin de los tiempos, el juez de nuestros asuntos en la tierra, premiando las buenas acciones con la admisión en un paraíso en que los elegidos contemplarán la faz del Señor durante toda la eternidad, mientras, también durante toda la eternidad, los culpados de acciones malas arderán en el inextinguible fuego del infierno. Ese juicio final no será fácil, ni para dios ni para los que tendrán que prestar cuentas, pues no se conoce un único caso de alguien que, en vida, haya cometido exclusivamente buenas acciones o malas acciones. Es propio del hombre la inconstancia en los propósitos y en los actos, siempre contradiciéndose de hora a hora. En medio de todo esto, el laicismo se me presenta más como una posición política determinada, aunque prudente, que como la emanación de una convicción profunda de la no existencia de dios y por tanto de la incapacidad lógica de las instituciones y de los instrumentos con que se pretende imponerle al contrario la consciencia de uno mismo. Se discute el laicismo porque, en el fondo, se teme discutir el ateísmo. Lo interesante del caso, sin embargo, es que la Iglesia Católica, en su vieja tradición de ofender y sentirse ofendida, anda por ahí quejándose de ser víctima de un supuesto laicismo “agresivo”, nueva categoría que le permite manifestarse contra todos fingiendo atacar apenas la parte. La duplicidad siempre fue inseparable de las tácticas y de las estrategias diplomáticas y doctrinales de la curia romana. Sería de agradecer que la Iglesia Católica Apostólica Romana dejase de meterse en lo que no es de su incumbencia, es decir, la vida civil y la vida privada de las personas. No debemos, sin embargo, sorprendernos. A la Iglesia Católica le importa poco o nada el destino de las almas, su objetivo siempre ha sido controlar los cuerpos, y el laicismo es la primera puerta por donde comienzan a escapársele esos cuerpos, y de camino los espíritus, ya que unos no van sin los otros sea donde sea. La cuestión del laicismo no pasa, por tanto, de una primera escaramuza. La auténtica confrontación llegará cuando finalmente se enfrenten creencia y no creencia, yendo ésta última a la lucha con su verdadero nombre: ateísmo. Lo demás son juegos de palabras”.
Agradece el sabio Saramago que la Iglesia Apostólica Romana dejase de meterse en la vida civil y en la vida privada de las personas; aunque se da cuenta que eso es, como poco misión, imposible. Dice que la auténtica confrontación llegará cuando finalmente se enfrenten creencia y no creencia. Lo curioso del caso es que esa auténtica confrontación ya se ha dado – en la filosofía por descontado- y en la vida civil, también, aunque nadie quiera reconocerlo ni ponerlos sobre el tapete, por miedo a decir lo que es verdad. Esa confrontación se dio en suelo patrio: en España. Entre 1931 y 1939. Esa fue la raíz del problema. No otra.
Por lo pronto somos muchos los que señalamos que los curas, sacerdotes y demás panoplias, floreros, cálices, altares, beatas, confesionarios, columnas retorcidas de pan de oro, doblelenguaje, haciendo política desde los púlpitos, como encarnación de lo que “está bien” –lo que dice el cura- frente a “lo que está mal”, es la propia encarnación del Mal. Teólogos de pacotillas; Son responsables y como escribió ZOLA, señalándoles con el dedo, para que todos vean el San Benito que llevan: ¡Yo acuso!. ¡Vosotros! Incendiasteis desde las homilías, organizasteis el derribo, hicisteis impractiables la democracia por un solo motivo: quisisteis seguir siendo los únicos autorizados para decir y decidir lo que está bien y está mal. Pero olvidasteis que los caminos del Señor son inexacutables y lo que está bien o está mal no es decisión propia de ningún tipos ni tipa que no sabe convivir maritalemente con nadie. Que así no se honra a Dios, como vosotros predicáis. Que a Dios se honra viviendo en pareja, amándose y creando convivencia. No como hacéis: ¡fariseos!.

4 comentarios:

Javier dijo...

No estoy del todo de acuerdo con Saramago.

Creo que la oposición entre creencia y no creencia no es el verdadero debate.

Es decir, no hay que llegar a ello. Simplemente, la discusión es: ¿llevamos la creencia al plano privado, o la dejamos en el público?

Obviamente, ahí surge el problema. Si se convierte la creencia en algo privado, se vuelve un producto más, con el agravante de que es un producto que no da beneficio por sí mismo. Creer en Dios es completamente gratis, al menos, si lo hace uno en su casa.

Lo que le preocupa a la Iglesia es que su religión deje de ser la oficial y obligatoria. Se dice que España es un país aconfesional, lo cual es cierto: no tiene religión oficial pero colabora con todas ellas, y como la Católica es prácticamente la única, las demás no se notan.
Así, aunque haya libertad religiosa, ningún candidato que se declarase públicamente ateo pisaría jamás La Moncloa. Cualquier ministro sería cesado en pocas horas si hiciese una declaración semejante.

En definitiva, se nos concede el caprichillo de no ser creyentes, si no queremos, pero en nuestra casa. Porque a ojos del mundo hay que ser creyente, que es lo oficial (informalmente oficial) y lo que les preocupa es que deje de ser oficial, que se vuelva privado, porque entonces, ¿qué poder tendrán? ¿Qué manifestaciones podrían hacer para obtener, a cambio, el dinero que un asustado Zapatero les da para intentar que se callen un poco?

Yo lo que creo es que la Iglesia debería cobrar una cuota mensual a los bautizados. Así su producto se convertiría en algo de pago, y no necesitarían los fondos estatales. Tendrían lo que quieren, que es dinero, y dejarían de meterse en los asuntos públicos.
Con las demás empresas funciona bien. Nike y Adidas facturan más dinero que la CEE al año, pero no interfieren en los asuntos públicos, porque el dinero lo sacan de sus infames zapatillas.

Saludos cordiales.

Jake dijo...

Tienes razón, yo tampoco estoy de acuerdo con él. Saludos Javier desde el Jerte, en calurosas tardes al sol. A mi me produce todo una gran tristeza y es que me parece que está todo dado la vuelta. La Iglesia ha emponzoñado de tal modo la vida pública y política en este país que causa naúseas. Y lo curioso del caso es que a quienes lo denunciamos nos miran con desdén. Pero está más claro que el agua. Y creo en verdad que muchos chapotean en el chocolate sin ver lo turbio que es todo. Es que está todo al revés. Claro que la religiosidad es algo privado; pero ellos, en sí, son una tremenda secta milenaria que copan el espacio público. Nada: clamamos en el desierto. Y el problema es que están en todos lados. Nos rodean. Y nadie se atreve a sacarlos al lugar que les corresponde. !Ni un solo colegio religioso financiado con fondos públicos! ! Ya está bien!

Anónimo dijo...

Una persona a la cual admiro por su honestidad, es un sindicalista de la Corriente Sindical de Izquierdas al cual apodamos coloquialmente el cura.
En una asamblea en la que los ánimos estaban un poco caldeados, cuando llego su turno de intervención nos espetó: sabeis porque la iglesia católica perdura y tiene el poder que tiene 2.000 años después?
Porque su jeraquía es piramidal y lo que diga el supuesto hijo de dios en la tierra va a misa y nadie en la secta lo discute.
Y así durarán otros dos mil años más, para seguir jodiendonos en la tierra a los que no tenemos ningún dios ni patria ni bandera.
El Canuit

paredes dijo...

Jeje, Javier, si la iglesia se tuviera que mantener con cuotas de los bautizados, verías colas para apostatar.
Además, ¿qué culpa tenemos los bautizados, si nos lo impusieron?...Al menos a mí.