martes, 11 de enero de 2011

Obsolescencia programada: un documental de "En portada"




Extraordinario documental sobre la "obsolescencia programada", auténtico motor de la sociedad de consumo. Realmente hacen más felices a los hombres la multitud de avances tecnológicos o, en cambio, los hace más desgraciados.  Directivos en empresas tecnológicas ¿Añaden valor a la sociedad, haciéndolas más felices?... yo creo que no.

Aparte de este interesante documental, en el Blog Angelus Novus se plantea un problema antiguo: el problema del mal. ¿Porqué hay mal en el mundo?. Desde el planteamiento cristiano no hay mal en el mundo cuya procedencia se deba a Dios, que es sumamente bueno. La presencia del mal en el mundo es debida a los sentidos, al mundo de las criaturas. Mis creencias son firmes: No hay Dios, no hay creadores ni criaturas. Navegamos en un barco que se llama planeta Tierra y no sabemos ni que hacemos aquí ni porqué; en ese barco, a su vez, existen otros barcos, que son las civilizaciones, donde habitan esos fantasmas que de la nada vienen y a la nada van, que son los hombres. Muchos intentan preguntarse y dar una solución, o al menos se plantean como ese mundo podía ser mejor de lo que es, otros buscan una explicación de porqué las cosas son como son. Hay unos pocos, o unos muchos, que aún son optimistas, y piensan que otro mundo, mejor, puede ser posible. Hay otros pocos, los escépticos, los pesimistas, que pensamos que el mundo, a día de hoy, es el que es; que se nutre de la envidia, del egoísmo, de la hipocresía, de la mentira, y del Poder. Y que, impepinablemente, esos atributos tienen el peso suficiente como para que no haya vuelta atrás, salvo una gran catástrofe que hiciera olvidar a los humanos su pasado. Lo que podemos saber, es que en el mundo hay cosas: poco nos importa que esas sean una representación o una voluntad. Poco nos importa cuál sea esa realidad de las cosas en sí. Vivimos en una pelota que cada vez es más pequeña, y camina a su desaparición, a su destrucción: en ella solo hay unos responsables. Los humanos. Humanos que crean civilizaciones. Humanos que las destruyen. Humanos que van a autodestruirse de seguir por el camino iniciado y muy posiblemente, no hay vuelta atrás. Porque los valores, las trasmutación de los valores, se han encaminado a una falsa felicidad en el mundo Occidental, que consiste en tener, en poseer objetos que para nada se necesitan. En tener más objetos, en comprar nuevos objetos. En tener trabajo, o en tener, tener, tener... tener ¿qué?... una casa en una urbanización, unos niños estúpidamente educados en cooperativas, que enseñan alemán e inglés a la más tierna infancia, no por afán de aventura, sino por afán de competencia. Los humanos van abocados a la más terrible de las catástrofes. Por qué: porque los valores se han trastocado. Del cristianismo teológico que impedía el cambio en occidente, a la separación de Dios del hombre. De una verdad a otra verdad, donde ambas son verdades para su tiempo. Verdades excluyentes, por más que se aferren como clavo que arde. En el momento que una verdad es verdad, la otra desaparece. Argumentos hay que dicen lo contrario. Pero yo no lo veo así. Hemos trasmutado los valores en búsqueda de una felicidad, de un hedonismo, que se nos escapa. Ya no tenemos miedo a la muerte, ni al dolor, ni a los dioses; pero la gran mayoría vive en un régimen absurdo de explotación, de tiempo empleado en organizaciones ajenas que les construyen su realidad, su tiempo. Otros, que no viven explotados, viven su vida creando, manejando, vendido, ingenios que no aportan felicidad alguna. Ingenios que se estropean con el objeto de seguir creando necesidades que podían ser protegidas. El trabajo, a la vez es un bien y a la vez es un mal. El trabajo es una calamidad cuando se incardina en organizaciones ajenas, que deciden, organizan, estandarizan. Es una calamidad cuando lo que efectúan son bienes y servicios que ni son bienes, ni son servicios. El consumo de bienes no es en sí, malo. Pero, bienes ¿Qué bienes?... ¿sabemos que son los bienes?... ¿sabemos que es lo que nos conviene?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también creo que no. De hecho reducir la felicidad a la posesión de objetos es un sinsetido vital.
Saludos

Jake dijo...

Saludos Ataúlfa. Precisamente ahora estaba escribiendo algo a lo que añadir que va por esos derroteros.

Un beso.

José Ángel Castaño Gracia dijo...

Fantástico documental. En cuanto pueda lo subo también a "Angelus Novus". ¡Que casualidad que hoy haya publicado algo relacionado con este tema! Por cierto, gracias por la referencia.

Un saludo.

Jake dijo...

A sí, sobre el consumismo. Si la verdad es que no tiene sentido todo ésto.

Un saludo