lunes, 30 de marzo de 2009

Lecciones de la historia: la redacción del art. 26 de la Constitución republicana

Hace mucho tiempo que vengo manteniendo que eso que se conoce como las “dos Españas” se gestó en el siglo XV y XVI: Es la época del Lazarillo de Tormes y del Quijote. También son los tiempos, en Castilla, de la Reforma religiosa y del humanismo cristiano, el Renacimiento, a un lado, de la Contrarreforma, Trento y el Barroco, a otro. Así pues, mientras que en la Europa septentrional, en el norte y centro continental, triunfa el luteranismo, el anglicanismo y el calvinismo como doctrinas cristianas que ponen en tela de juicio el Poder de Roma, en la Europa meridional, lugar de las antiguas provincias romanas donde siempre han sido sometidas todas las herejías, tal movimiento de protesta religiosa ante Poder de Roma fracasa. El caso español es paradigmático: para crear un Estado fuerte y absoluto en tiempos de Isabel y Fernando, los muy católicos, Carlos V y Felipe II, con una misión evangelizadora en el Nuevo Mundo, se convierte en el país que más Teólogos manda a Trento. Trento es el lugar donde se dictan las verdades de fe del cristianismo católico de Roma. A la vez, el erasmismo humanista es barrido del mapa. Los Reyes, para apuntalar su Poder, optan por eliminar la disidencia religiosa, ofreciendo el poder y los privilegio a las órdenes religiosas. Es la españa de los conventos, de la imaginería y de los pasos de procesión. En especial la órden más poderosa: la de los jesuitas, que deben un voto especial de obediencia a Roma. Así, Roma manda sobre los jesuitas y, a la vez, los jesuitas, mediante el procedimiento del cónclave, elige Papa: Habemus papam. Lo que se dirime, por tanto, es una cuestión de Poder y Soberanía: Iglesia y Monarquía se alían. Dicha órden disciplina la enseñanza y se hace fuerte en la educación, tiene un papel muy importante en en la evangelización del Nuevo Mundo y son los educadores de los reyes, los príncipes y rodean al Papa. Aquí una vez más consiste en saber quien tiene más Poder en el Vaticano y, en especial, de los cardenales que elijen al papa, y de las órdenes a las que pertenecen dichos cardenales: pura política. Pura lucha por el Poder para decir y decidir lo que es y lo que debe ser. Jesuitas y franciscanos. La riqueza o la pobreza de Cristo: y triunfa, como no podía de ser otra cosa, la riqueza, las sotanas y la pedrería de gemas preciosas en los báculos y mitras. De todo ello, el interés de la expasión evangelizadora: el Poder de Roma. En Castilla, sin embargo, famélica y muerta de hambre, la influencia dejada por Erasmo es inmensa: Hubo un tiempo en que sus obras, en especial, los adagios, sus comentarios, y su manual del caballero cristiano, - sumamente críticos con la banalización, ritos y costumbres del clero, los frailes y los claustros-, están debajo de las faltriqueras y ocultos en los carromatos. El Lazarillo de Tormes viaja de lumbre en lumbre por los caminos, al igual que la desesperanzada obra de Cervantes. La obra anónima por excelencia, sin duda creación de algún erasmista español, pone a parir a curas, eclesiásticos y frailes, y cuenta como Lázaro explica porqué, buenos son panes, acepta casarse por conveniencia con la criada del señor cura, el cual se beneficia, como el corregidor hacía con la molinera. El Quijote, muestra el desencanto y la tristeza, es una obra teológica, en el sentido de que es la voluntad por las buenas obras las que ofrecen la salvación, y no ningún intermediario ni rezos que valgan. Todo esto estalló tras siglos de dominación de la Iglesia y de inmoralidad manifiesta para con los privilegios consolidados en el primer intento de ensayo democrático en España: la II república. El régimen electoral de la II república, a diferencia del impuesto durante la Restauración conservadora de Cánovas, elige a los diputados por provincias, y no por localidades. Éstas habían sido coto cerrado de "los caciques", el lugar donde los terratenientes meten el voto en los bolsillos de sus analfabetos braceros. El interés sobre porqué fracasa aquel intento democrático en España es el que ha llamado tanto la atención a los observadores extranjeros y, aún hoy día, es de suma importancia: ¿Por qué fracasó la democracia en España?. Muchas han sido las reflexiones que ha respondido a esa pregunta. Algunos hablan de rebelión de las masas. Otros lo llamarán el "miedo al bolchevismo". Por qué no llamarlo por su nombre: miseria, hambre y desesperación. Entre otras muchas explicaciones encontramos una que sirve a modo de ejemplo: La redacción del artículo 26 de la constitución republicana. En ella se precipitan esos siglos de desencantos, sumisión al Poder eclesiástico, Contrarreforma, monopolio de la educación y unión de la monarquía borbónica, esa que consagró España al Sagrado Corazón de Jesús, con el Poder de Roma. Mientras el pan escasea. La redacción de aquel artículo encontró su artífice en la gran capacidad política de Manuel Azaña, aquel ministro de Guerra liberal y burgués que sorprendió a todos por sus conocimientos en materia militar, y que le encumbraría, posteriormente, como presidente del Gobierno. La redacción de art. 26 supuso un ejemplo de talla política y democrática por parte de Azaña y que ha sido muy tergiversada. El problema que se estaba dirimiendo en la redacción del artículo constitucional era un problema político parlamentario, para solventar una crisis de gobierno, de democracia y, repito, parlamentario. La redacción que pedían algunos grupos parlamentarios (socialistas y republicanos radicales) era, aún si cabe, más restrictiva para con el Poder de la Iglesia que la redacción final del artículo, los cuales pedían la total disolución de las órdenes religiosas. La intención de Azaña era conseguir un acuerdo en la cámara, y su memorable discurso, deja desarmados y si argumentos a todos los políticos allí sentados, los cuales en su vida habían visto una talla política tan impresionante. Azaña defiende el respeto a la conciencia religiosa. “Respetando a los católicos la profesión de su fe en los ámbitos que esa fe se asienta y afirmando a la vez la capacidad soberana del Estado” (Juliá). ¿En qué consiste la propuesta que hace Azaña para convencer a Socialistas, Radical-socialistas, Lerrouxistas y republicanos de izquierda? En que la única orden que debe ser disuelta es la de los jesuitas, que depende de Roma, y dejar a todas las demás. La afirmación de “España ha dejado de ser Católica” no significaba que la sociedad hubiese dejado de ser católica, sino que la soberanía, por fin, residiría en el pueblo y, por tanto, el Estado dejaba de ser dependiente de Roma. El Vaticano, recordémoslo, era ya era considerado como un Estado tras los acuerdos de Letrán. Ahí estuvo la clave de tan tergiversadas palabras: El Estado Español, y por tanto España, no podía ser satélite del Estado Vaticano. Desde entonces el intento democrático en España nace herido de muerte. En Alemania era el führer, en Italia "el Duce". El fascismo a la española, católico, busca a "El Jefe" y así llaman a Gil Robles. A partir de entones, por parte de la España medieval y feudal, se hacen todos los intentos por deslegitimar y desestabilizar el primer intento democrático llevado a cabo en este país. La Coalición de las Derechas (CEDA) se organiza con la sola misión de llegar al gobierno para desestabilizar la república, que nunca perdonará la expresión “España ha dejado de ser católica”, proferida por Azaña, en la redacción del art. 26. La Iglesia se organiza con todo su aparato contra el régimen. Aparte de que la constitución les quita en monopolio sobre la enseñanza en las clases medias (las únicas que efectivamente recibían educación) en una España de analfabetos. Eso no lo pueden soportar. La CEDA, JAP, Acción Católica, Carlistas, Falange han sentenciado al régimen, y el art. 26 ha sido el definitivo detonante. Se masca la tragedia. Muy posiblemente, otra redacción del art. 26 de la constitución republicana, más similar al artículo que hoy tiene la CE de 1978, no hubiese desencadenado la tragedia, pero en aquellas circunstancias históricas la redacción del artículo era sumamente compleja: muchos años de privilegios, del Poder de Roma sobre España, y una acervado anticlericalismo soterrado,- en la pugna política entre liberales, monárquicos y conservadores-, puesto de manifiesto desde la vuelta del Fernando VII, apoyado por el clero, y las constantes guerras civiles ibéricas entre la Acción y la Reacción. El art. 26 buscaba la autonomía del Estado sobre Roma. Aquello fue inaceptable. Luego se han buscado tres pies al gato de contenido ideológico sobre las revoluciones de Octubre del 1934, cuando la CEDA trata de llegar al Poder (en una compleja ingeniería política donde los republicanos de Lerroux no son ajenos). El objeto era “salvar a la República” ante un partido que estaba contra ella. Como una vez escuché: la república fue como un gallo moribundo y desangrado que no se resignaba a morir. Que el Estado nacido después de su óbito, despues de la la sangría española, se llamase nacional-católico es del todo lógico. Todo casa. Esa es la historia.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Hombres veraces: Henry Buckley.

Henry Buckley fue un corresponsal del Daily Telegraph durante la Guerra Civil Española que, al poco tiempo de finalizar el conflicto bélico español, escribió un libro titulado “vida y muerte de la república española”. Libro de muy difícil acceso a los españoles y que, por suerte, ha sido editado en España y publicado por Austral, con prólogo de Paul Preston. El libro es todo un homenaje a la profesión periodística y amor a la verdad: recomiendo que acudan ustedes a la librería y pidan al librero este libro que de seguro les marcará (vida y muerte de la república española. Henry Buckley. 1940. Austral. Segunda edición española –la primera es de 2004, la Inglesa de 1940- 10/II/2009). Quiero con esta entrada dar un sentido homenaje a aquellos periodistas que cubrieron la información desde dentro del Madrid sitiado. Este libro rebosa verdad, sinceridad y profesionalidad. Han tenido que ser los historiadores y los periodistas extranjeros quienes mejor nos han ofrecido testimonios veraces sobre aquellos hechos luctuosos; y por ello no dejo de sentir admiración por todos ellos: Gabriel Jackson, con su “República española y la guerra civil”, Thomas Payne, Ian Gibson, el mismo Buckley, Hemingway, Hugh Thomas y otros muchos. Creo que en todos ellos España dejo un profundo poso en su alma. Aquellos corresponsales extranjeros, aventureros periodistas, idealistas, historiadores. desde muy pronto amaron está tierra y a sus gentes, y la comprendieron, y se comprometieron hasta la médula. Todo el agradecimiento que les demos los españoles es poco. El libro de Buckley se lee con el deleite con el que se lee a los historiadores clásicos, los cronistas antiguos, como si de un Anábasis se tratase. Buckley escribió el libro para los lectores británicos, pero es una delicia sin parangón. Cuanta necesidad siempre hay de hombres veraces, cuanta necesidad hay de escucharles y de leerles. Muchas gracias a todos esos hombres veraces. Muchas gracias a todos esos hombres deliciosos y admirables que, parecen, se sitúan a la vera de nuestra mecedora para susurrarnos verdades al oído. Buclkey, Rusell, Ortega.. amigos míos. Sin vosotros el mundo sería insoportable.